Capitulo 8 (2/3)

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Todo está oscuro, la oscuridad acaricia mi cuerpo. No sé dónde estoy, camino despacio por lugar mirando a todos lados pero nada solo oscuridad por todos lados.

—No lo hagas. —un susurro se topa con mis oídos.— Estás en peligro.

Una mujer alta y con un vestido dorado aparece ante mi vista, su piel desprende luz.

¿Qué no haga que? ¿Cuál es el peligro? —mi voz se escucha aterrorizada.

Solo tu alfa puede protegerte.

Abrolos ojos con rapidez, me encuentro en una habitación con las paredes pintadas de azul, bajo la mirada y me encuentro en una cama amplía con sábanas negras de seda. Noto movimiento a mi izquierda, visualizo un sillón y en él, un Gajeel plácidamente dormido. Hora de escapar, no creo que se haya encerrado aquí conmigo, sería estúpido.

Me levanto de la cama sigilosamente, unos pequeños pinchazos se cogen en mi cuello y no necesito mirarme para saber que son mis heridas, de puntillas camino hacia la puerta, agarro el pomo con mis dedos y...

No se abre.

Lo intento de nuevo.

Sigue sin abrirse, pues sí es tan idiota de encerrarse conmigo. Escucho un silbido en mi espalda, me giro sobre mi eje y me encuentro a Gajeel recostado de forma burlona en el sillón su antebrazo descansando sobre el brazo del sofá jugueteando con la llave.

La llave que abre la puerta.

—Buenas tardes enana suicida. —suspiro. ¿Cree que me lo hice yo? Su mano hace un gesto para que me acerque obviamente no lo haré.— Como me levante va a hacer peor.

—Un poco de ejercicio no te vendrá mal. —bromeo escondiendo mi reto.Él enarca una sus cejas.— ¿Tardes? ¿Llevo un día durmiendo?

—Tres días. Acércate ahora. —camino hacia el matadero. Me siento como un cordero ante un lobo. Bueno él es un licántropo así que mejor no podría definir la situación.

Me detengo a un metro de distancia una de sus manos se enrolla en mi muñeca, estira de mi muñeca y caigo sobre su regazo agarrando mis muñecas. Forcejeo con él inútilmente.

—¡Para! —doy un respingo en mi lugar por lo fuerte que ha salido su voz.— ¿Por qué lo hiciste? —por un momento en su mirada se refleja dolor y tristeza pero dura poco vuelve a su gélida mirada.

—Me tienes secuestrada, me tratas como una muñeca de trapo y quieres que esté feliz con mi vida. ¿Cómo se puede ser tan hipócrita? —su agarre en mis muñecas se intensifica su espalda se tensa.— pero tranquilo no me lo hice yo.

—No mientas, nadie puede entrar a tu habitación sin que yo les abra y la puerta no estaba forzada.

—Fue el reflejo. —digo en un susurro apenas audible.

—Digamos que te creo. ¿Por qué se mueve el reflejo de un espejo estando tú quieta? —enarco una ceja incrédula.

—No lo sé, tú sabes más de este mundo. Digo yo que si existen hombres lobo también existen magos.

—Hace años que se extinguieron, solo queda una y ella no te haría daño. Esta en nuestra manada.

Sus manos dejan libres mis muñecas se deslizan hasta mis mejillas, sus ojos fijos en los míos y su pulgar juega con mi labio inferior.

—Para....—susurro intento levantarme pero abre sus piernas haciendo que mi trasero quede encajado entre ellas.

Se inclina hacia a mi, intento girar mi cara sin embargo sus manos tienen otros planes. Mi respiración se agita ¿Va a besarme? ¿Y por qué quiero que lo haga?

Esto está mal. Me tiene secuestrada, no puedo querer que me bese.

—Prepárate. —ordena y lo miro confundida.— Hoy será la fiesta de presentación ante la manada. —abre más sus piernas y me deja caer al suelo.

—¿Qué?

—Hoy te presentaré a mi manada. —se levanta del sofá dejándome en el suelo.— Te he dejado un vestido en el armario y en el lavabo Erza te ha dejado cosas de mujeres. Tienes una hora más te vale no retrasarte.

Su mirada desprende advertencia, abre la puerta con la llave y sale de la habitación cerrándola de nuevo con llave. Me tumbo en la cama suspirando, gruño al sentir el dolor en mi hombro. Mis heridas aún son frescas.

Después de un rato decido tomar una ducha no sin antes tapar el espejo con una toalla. Después de tomar mi refrescante ducha, camino hacia la habitación y abro la puerta del armario me quedo petrificada con lo que veo.

Ropa de hombre oscura. Me fijo en una camiseta y reconozco que se la vi puesta a Gajeel. Si su ropa está aquí significa que esta es su habitación. La respiración se atora en mi garganta. Bueno, a lo mejor después de la fiesta me deja volver a la antigua habitación.

Cojo el único vestido que hay me quito la toalla y coloco el vestido con rapidez. Miro en el baño "las cosas de mujeres" que resulta ser maquillaje, ni loca voy a usarlo no pienso mirarme al espejo. Salgo al escuchar como la puerta de la habitación se abre. Dejándome ver a un Gajeel con pantalones negros de vestir y una camisa blanca.

Está realmente guapo vestido tan formal en cambio su mirada es terrorífica así que lo compensa.

—Vamos. —es lo único que dice mientras se voltea hacia la puerta pero lo interrumpo.

—No tengo zapatos.

Suspira de forma exagerada va hacia el armario y coge una caja encima de este. Maldito rascacielos. ¿Creía que podía llegar a esa altura? Estampa la caja contra mi pecho. El poco que tengo acaba de meterlo para adentro.

Me siento en el sofá y me pongo los zapatos de tacón bajos naranjas a juego con mi vestido. Camino hacia la puerta donde se encuentra recostado. Saca de su bolsillo un pañuelo y lo ata en mi cuello.

—No quiero que sepan que mi luna es una suicida. —lo empujo molesta haciéndolo a un lado.

Salgo de la habitación para encontrarme con un lujoso y espacioso pasillo camino por el sin saber a donde me dirijo escucho sus pasos detrás de mi. Decido esperarlo a no saber por donde seguir. Me giro y me golpeo con su duro abdomen. Agarra mi mano, la coloca en su antebrazo y sus manos vuelven a sus bolsillos.

—Compórtate enana, o te juro que no vas a olvidar el castigo que te espera si me dejas en vergüenza.

★★★★★★★★★★★★★★★
¡Hola mis queridos lectores!

¿Qué tal el capítulo? ¿Les gustó? ¿Creen que la maga los ha traicionado?

Nos leemos en un rato

Saludos y besos de Noa-chan

La luna del alfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora