Capitulo 17

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Tres meses después

Mi querido psicólogo no para de mirarme, a la espera de que yo suelte algo. Llevamos 55 minutos mirándonos sin decir nada. Mi padre decidió la semana pasada traerme al psicólogo, al ver que mi estado de ánimo era y es inexistente. Mi pelo es color blanco y mis ropas son negras, no tengo ganas de combinar colores.

—¿Sabes qué estoy para ayudarte no? —mi psicólogo me mira interrogante.

—No necesito ayuda. —mi tono es más bajo de lo normal. El dolor en mi pecho me impide subir más la voz.

—Tu padre dijo que estuviste secuestrada. ¿Hay algo que quieras contarme, sobre tu secuestro?

—No estuve secuestrada, bueno sí, pero no por quién él piensa. Si lo contará me meterías en un psiquiátrico. Ya ha hecho la hora me voy.

Me levanto de la silla y salgo del edificio de psicólogos a paso lento, para que mi respiración no se aceleré y no aumente el dolor de mi pecho. Abro mi coche antiguo, ese con el que mi madre tuvo el accidente que le costó la vida. Me siento con cuidado en el asiento, para evitar daños.

Decido ir a supermercado para prepararme para esta noche. Será la tercera luna llena que pase sin Gajeel y sé que no voy a pasar de esta noche. Mi cuerpo está demasiado débil para sobrellevar el dolor que conlleva las lunas llenas. Una vez dentro del supermercado: agarro un cubo para los vómitos y toallas húmedas para la fiebre. Camino hacia la farmacia que se encuentra al lado del supermercado para obtener: analgésicos para el dolor y relajantes musculares.

Con la compra hecha, conduzco por las calles de Magnolia, un policía de tráfico me desvía a otra calle que no debía tomar para ir a mi casa. Conduzco intentando averiguar por donde ir. Cuando quiero darme cuenta me encuentra ante la puerta principal de la escuela Fairy Tail. Me gustaría dar marcha atrás pero el coche de atrás no me va a dejar. Justamente el semáforo se pone en rojo, con mis dedos golpeo el volante.

El dolor en mi pecho crece más y más, miro hacia el techo que está empezando a volverse oscuro. Giro mi torso al asiento del copiloto para tomar los analgésicos, levanto la vista hacia laventana y mis ojos se encuentran con dos rubís que me observan sorprendidos. Mi cuerpo reacciona ante esa mirada, y el dolor se extiende a todo mi cuerpo. Caigo contra la caja de cambios, apoyando mi cabeza contra el asiento del copiloto.

Es tan doloroso verle.

Toso expulsando un líquido rojo al que estoy acostumbrada. Agarro el recipiente de las pastillas y tomo tres. Oigo los pitidos de los coches. Me reincorporo y me encuentro a Gajeel al final del morro de mi coche, mirándome.

Mi ritmo cardíaco se dispara, una punzada atraviesa mi pecho dejándome sin respiración. La puerta a mi lado se abre, y unos brazos me rodean el cuerpo. Un gruñido de alivio escapa de mis labios al notar que por primera vez en tres meses el dolor desaparece por completo.

—¿Qué te he hecho, enana? —susurra en mi oído. Mis ojos se cierran al oír su tono de voz y como si fuera una canción de cuna quedo dormida en sus brazos, después de 3 meses sin dormir correctamente.

Al volver abrirlos, mi pecho duele demasiado estiro mi mano en busca de analgésicos y me doy cuenta que mi mano se encuentra arrugada como una pasa. Apenas puedo respirar. Una mano agarra la mía, me fijo en la persona que agarra mi mano y hace que calme mis dolores.

—Estás a punto de morir. —sus palabras salen en un susurro. Siento como sus brazos me levantan de la cama, en seguida reconozco la habitación que tenía en la mansión, camina hacia la terraza se sienta en el suelo conmigo encima, mirando hacia la luna llena.— He visto las cicatrices de tu cuerpo. —bajo la mirada y me doy cuenta que tengo un camisón blanco puesto. —No tuviste la culpa de que él te violará, mi reacción ese día fue lo peor. Y ahora estás en mis brazos muriendo, sin saber que hacer. —sus lágrimas caen sobre mi frente, lloro con él dificultando mi respiración.— No quiero que mueras. —sus brazos se aprietan contra mi cuerpo.— No estoy preparado para dejarte ir Levy. —con mi débil y arrugada mano logro tocar su mejilla, él la mantiene ahí con su mano mientras sus lágrimas moja nuestras manos.

—Yo... —mi voz es apenas un susurro, la fuerza me falta pero necesito decirlo antes de cerrar mis ojos para siempre.— Te acepto a ti, Gajeel Redfox como mi alfa. Por este pequeño tiempo... que nos queda... —su dedo índice descansa en mis labios.

—Shhh... no gastes más fuerzas. Me hubiera gustado tanto hacer tantas cosas contigo, tener una cita, casarnos, hacerte mía, tener cinco cachorros... —una débil sonrisa se dibuja en mis labios.— Te amo, Levy. Sin tan solo todo hubiera sido diferente... Vayas a donde vayas, recuerda: —su llanto apenas le deja hablar.— Siempre serás la luna del alfa.

Mi respiración se corta en ese momento, las fuerzas desaparecen y mi mano cae sin vida. Cierro mis ojos y me dejo ir.

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¡Hola mis queridos lectores!

Se nos murió la pendeja 😭 yo lloré cuando lo escribí. Lloremos juntos. Bueno avisaros que el próximo capítulo estará desde el punto de vista de Gajeel.

El viernes subiré el último capítulo que tengo escrito, ojo no digo que sea el último de la historia. Eso lo decidireis el viernes.

Os haré haré una pregunta que quedaría anulada, si el viernes sale de respuesta sí.

¿De qué queréis que trate la próxima historia?

Nos leemos el viernes.

Saludos y besos de Noa-chan.

La luna del alfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora