19 - Sentimientos en el frasco

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¡¡Hola!! Cumpliendo con el capítulo de hoy. No había tenido inspiración así que justo ayer lo comencé a escribir. Me encantó la menera en la que por fin quedo y bueno ¡aquí lo tienen!
A leer ❤

* * *

Me extasié al ver caer su vida ante mí. Lo había visto cometer el crimen paso a paso hasta el último segundo, observé cada cosa que hizo, sus errores y sus aciertos. Sus facciones, sus emociones, su fuerza.

No pude evitar verme inmiscuido en una situación similar: Volviendo a mi pasado e intentando regresar a aquellas acciones que tanto solían hacerme sentir vivo.

Y todo ello tan solo para hacerme volver al inicio de tal desenlace. Lo hizo con rapidez, con algo de adrenalina y sin mucho en qué pensar. Ni siquiera se percató de la presencia de un extraño más, de un agente de policía.

Esperó a su víctima frente a la puerta de la casa, error. Habló con ella por un par de segundos y luego forcejeó un poco. Cubrió su boca y nariz con cloroformo en un pañuelo, miró hacia todos lados, aunque no fue muy precavido. La tomó entre sus brazos y caminó hasta el auto. Abrió la cajuela, cerró de golpe y condujo hasta un baldío. Casi era media noche cuando aún sin esperar a que hubiera despertado le clavó sin clemencia y sin compasión, un filoso cuchillo sobre el pecho, cerca del corazón. Dio unas puñaladas más en diferentes partes del cuerpo hasta quedar exhausto. Había sangre por todos lados, de cualquier manera, habrían dado con él.

Limpió unas gotas de sudor sobre su frente. Ya había pasado a desgarrarle el corazón, fue entonces cuando capturó mi completa atención, cambiando así mis planes sobre el momento en el que debía hacerle frente. Seguí mirando, buscó en el auto un frasco y ahí lo colocó. Intenté no pensar en ello pero comenzaba a parecerme muy similar. Bastante afecto. Aunque llamó mi atención, intentaba... intentaba hacer... el frasco, el corazón. ¿Sería posible?

Una vez más, miró hacia la derecha y hacia la izquierda. Soltó el cuchillo, cogió el frasco y lo metió al auto, en la parte de enfrente, en el asiento del copiloto. Cogió a la mujer y la llevó a rastras hasta donde al parecer ya tenía una fosa. Se podía observar un camino de sangre que iba del lugar de su muerte hasta el sitio donde reposaría hasta convertirse en polvo.

Permaneció sentado por algunos minutos observando el bulto de tierra. Estaba cansado y aún le faltaba mucho por hacer. Aunque no lo hizo. Salió del lugar dejando el arma sobre el piso, tierra removida y un charco de sangre. Subió al auto con un par de gotas de sangre impregnadas sobre la ropa y entre las manos.

Se puso en marcha hasta su casa. Llevó consigo el recuerdo que había obtenido y siendo algo disimulado al ocultarlo sobre su chaqueta decidió entrar.

Fue ahí cuando bajé del auto y lo observé a través de la ventana en espera de poder ingresar. Era un lugar sin vigilancia, un vecindario apenas conocido. Con facilidad de acceso y a mitad del sueño de las personas promedio. Abrí sin dificultad, estaba en la cocina observando el frasco a través de la luz que entraba por una pequeña abertura de la ventana.

—Excelente recuerdo —pronuncié haciéndolo sobresaltar. Casi deja caer el corazón, se rompería en pedazos como lo expresaban aquellas historias de amor. ¿A eso se referían?

Intentó ponerse a la defensiva, buscando algo con lo cual golpearme, pero no encontró nada.

—¿Cómo has entrado? ¿Quién eres? —preguntó.

—¿Por qué has traído el corazón? —inquirí omitiendo sus cuestionamientos y acercándome a él para poder tocar el frasco.

Pareció dudar sobre su respuesta pero al final dijo algo.

—Amor —soltó sin más, lo tomé con cuidado y lo observé por algunos segundos. Amor, repetí en un susurró. Alizee llegó a mi mente.

En un rápido movimiento lo dejé inconsciente, lo subí al auto y llevé conmigo aquel pequeño contenedor de una vida ahora muerta. Me puse en marcha hasta el lugar en el que aquel joven de veinte años vería sus últimos segundos.

—Solo lo hice una vez —dijo casi llorando tras despertar y recordar lo que había hecho.

Vaya, sí que podía estar arrepentido, pero lo que yo tenía en mente no era fácil de abandonar. Por supuesto que no, no lo liberaría. Por el contrario, estaba dispuesto a acabar con él esa misma noche.

—Una vez basta para convertirse en un monstruo —susurré más para mí que para él. Y mirando hacia un punto indefinido recordando aquella primera noche.

—No lo volveré a hacer, lo juro —dijo intentando salvar su vida. ¿En realidad podría salvarla? Se movía de un lado a otro sin ninguna posibilidad de poder escapar; con las manos por encima, atadas por detrás y forzado a mantenerse de pie sobre una columna. Debajo de él había un contenedor. Así era como lo hacía, así fue como encontré la manera de hacerlo...

—No te arrepientas de lo que has hecho. —Caminé hasta quedar frente a él—. Y jamás jures que no lo volverás a hacer. Algo dentro de ti te llevará siempre al mismo punto. —Lo estaba pensando, sabía que era cierto. Sabía que en verdad no podía arrepentirse, incluso no se sentía culpable. Su mirada se dirigió hacia el frasco que había dejado a poca distancia de él—. Cometiste algunos errores. Te encontrarían —proseguí al tiempo en el que le mostraba su instrumento de trabajo—. Están tus huellas, la tierra, la sangre... pero, te he ayudado un poco.

—Déjame ir —suplicó.

—¿Dejarte? ¿No lo has escuchado? Siempre llegaré al mismo punto.

—Enséñame —dijo entonces retomando el hilo de la conversación. Lo miré, lo miré, había estado suplicando por la vida pero ahora pedía que le enseñase. ¿Estaba dispuesto a hacerlo?—. Vamos, estoy seguro de que ya me habrías matado, ¿por qué habrías de ayudarme con el desastre que hice?

Tenía razón, le había ayudado y había terminado con todo aquello que él no había sido capaz de hacer. No pude evitar verme reflejado en él, de no haber sido por mi padre jamás habría aprendido a hacer lo que hacía ahora, tal vez estaría en la cárcel o muerto. No lo sabía.

En serio me lo estaba pensando. Y luego estaba eso del corazón en el frasco. Aquello era lo más alarmante.

—¿Qué pensabas hacer con eso? —Miré hacia el frasco y luego hacia él.

—Guardarlo.

—Guardarlo... —repetí en voz baja—. ¿Por cuánto tiempo? —cuestioné aun sopesando la idea. Si le daba final en ese momento tal vez podía arrepentirme... Tal vez. No es como si fuera del todo cierto, después de todo no lo conocía y habría sido una víctima más, como todas. Como siempre.

—Hasta encontrar una nueva —respondió.

Maldición. ¿Existía la posibilidad de que...?

—Y luego, ¿qué harías con él?

—No lo sé —pensó por un par de segundos—, enterrarlo —finalizó.

—Te contaré algo, tú y yo somos algo parecidos, no puedo decir cómo ni por qué, pero así es.

Había vuelto a casa, volví al filo de la madrugada conduciendo mi auto y pensando en lo que había dejado atrás. Caminé hasta el final de pasillo de la entrada deteniéndome por un par de segundos en aquella pintura, observé algo nuevo. Un frasco de cristal teñido de rojo y cayendo de la mano de aquel hombre sobre el agua. La pintura estaba fresca, había estado allí.

Me recosté apenas horas antes de ir al trabajo y a decir verdad me encontraba bien.

Tan solo bien.


Agradecería infinitamente sus votos y comentarios 😍
Con cariño Gm

BUENAS NOCHES QUERIDA #1 (Serie Caden)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora