22 - Sigo aquí

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A la mañana siguiente Nolan me entregó un par de documentos, todos contenidos dentro de un sobre blanco con el logo del departamento de análisis. Por su expresión, se trataba de buenas noticias.

—Ya tenemos resultados de los análisis de sangre —exclamó triunfal como si él mismo los hubiera descubierto. Lo miré con algo de gracia tras recordar su patética escena en aquella tarde del descubrimiento artístico. Ahora lucía jovial, tal vez era porque los análisis habían dado como resultado los nombres de las víctimas o porque aquella tarde al igual que yo, había encontrado a una chica con la cual entablar conversación.

—¿Cómo te va... con... ella? —pregunté más por obligación y compañerismo que por mero interés. Lo escuchaba hablar, claro... en parte. Aunque en realidad estaba más enfocado en los documentos que me había proporcionado.

Se trataba de nueve personas, cada una de ellas identificadas, con datos de domicilio y una fotografía dentro del expediente. Parecía un muy buen avance. El mejor a decir verdad, pero no me terminaba de convencer. No es que el asesino fuera demasiado imbécil como para permitirnos dar con la identidad de sus víctimas.

Definitivamente no era fácil, no lo aceptaba. El sobre también contenía las fotografías de la escena del crimen, acompañadas de nombres de más personas, totalmente diferentes a las de las pruebas de sangre que cubrían la habitación.

En total 13 víctimas. Me detuve al leer el nombre de la primera cuando al instante me percaté de que la conocía.

—Caden, ¿escuchaste? —dijo él al notarme extraño, quizás.

—Sí —afirmé aún con la mirada sobre los nombres, y pasando hoja tras hoja reconociendo el nombre de cada uno de ellos. ¡Maldición! ¡Eran mis víctimas!

Nolan seguía hablando, confiado en que le escuchaba e ignorando el hecho de mi inmenso interés sobre aquellos papeles.

—Déjame un momento, ¿quieres? —Le invité a salir.

—Claro... —respondió algo serio—. Cualquier cosa no dudes en llamarme...

¿De que hablaba? Lo ignoré.

Leí y releí cada uno de ellos, no me lo podía creer. ¡Ese maldito imbécil había expuesto restos de mis víctimas como si fueran tal obra de arte!

Lancé las hojas sobre la pared ante tal descubrimiento, las fotos cayeron al piso rodeándome de recuerdos de aquellas noches. Repasé una y mil veces el momento en el que había asesinado a cada uno de ellos. Cuatro en los últimos meses. Cuatro de ellos lanzados al mar... y solo dos de ellos reconocidos por los forenses; cuatro más identificados de aquellos a los que no lancé al mar... de los otros, yo sabía perfectamente quiénes eran.

Había desarrollado un plan para casos extremos, pero jamás había imaginado que uno de ellos sería este. Una vez al mes arrojaba un cuerpo al mar, subía a mi yate y me deshacía de él en medio de la noche. Si alguien algún día los encontraban no podrían llegar a relacionarlo con lo que hacía con el resto. Llegarían a creer que se trataba de dos asesinos, de dos personas diferentes.

Aunque no pensaba que algún día alguien fuera capaz de encontrarme.

No había hecho nada mal, no había dejado huellas, no había dejado rastros, nadie habría podido dar con ellos... hasta ahora.

Los demás estaban en proceso de identificación que por supuesto tras un par de estudios exhaustivos, darían con el nombre de las víctimas. No me preocupaba el hecho de que conociesen su identidad puesto que no había forma alguna de que se relacionaran conmigo, sino más bien el hecho de que dieran con él antes que yo. No podía permitirlo. Tomé mis cosas y salí de ahí a paso firme y despreocupado. Debía continuar con mi investigación.

Lo único que sabía era que se trataba de un pintor, un aficionado del arte a quien nadie conocía más que por su seudónimo. Un tipo que estaba obsesionado conmigo, capaz de matar a quien fuera con tal de hacerme seguir jugando.

«Te necesito.» Pensé al subir al auto. Necesitaba ayuda y ahora tenía alguien a quien acudir.

Tecleé en el móvil un par de letras buscando su número en la agenda, inmediatamente el nombre de Adryen apareció sobre la pantalla. Pulsé sobre el botón verde escuchando el sonido que indicaba una llamada saliente. Encendí el auto mientras esperaba a que respondiera. ¿Qué diantres estaba haciendo como para no coger la llamada?

Un par de timbres más y respondió con voz agitada, tal pareciera que lo pillaba en medio de una situación preocupante o...

—Lo siento, estaba corriendo... he tomado un descanso. ¿Pasa algo? —articuló con un poco de dificultad arreglándoselas para poder hablar.

Pude imaginarlo sobre la acera, descansando sobre sus rodillas, con una mano al móvil y respirando agitadamente. Como una víctima perfecta.

—Ejercitarse, sí.

—Claro, fue lo que dijiste.

—Lo sé, lo sé... pero ahora hay un asunto que debo resolver... —Le di una dirección para encontrarlo allí en un par de horas.

Comenzaba a caer la puesta de sol mientras conducía hacia la vieja casa de mi padre. Aquel lugar donde cometí mi primer asesinato. Hacía tiempo que no iba por allí. Estar en aquel sitio me hacía reavivar infinidad de cosas. Aparqué el auto en la cochera. Caminé hacia la puerta trasera atravesando la sala de estar y me dirigí hacia el patio trasero. Ahí estaba él. Sentado sobre una silla de playa, mirando hacia la ahora alberca bacía.

—Ahí estás —dijo Adryen girándose ligeramente hacia mí—. Hermosa casa, apuesto que se veía mucho mejor cuando estaba habitada. ¿Es tuya?

—De mi padre... —pronuncié expresando cierta negación a seguir hablando sobre ello. Lo había entendido bien—. Vamos —sugerí indicándole con la mano derecha que me siguiera. Entramos a la casa dirigiéndonos hacia el sótano. Los vecinos sabían que de vez en cuando iba a dar un chequeó, pero no estaba de más ser precavidos.

Encendí la luz una vez abajo; el lugar estaba algo empolvado, con muchas cosas del trabajo de mi padre... algunas cosas ya olvidadas. Adryen tomó asiento en un banco cercano a una mesa.

—¿Y bien? —Inquirió —. ¿Qué ha pasado?

—Hay un caso... —Comencé con lo que parecía ser más fácil. Le conté lo del asesino que estaba detrás de mí, lo que había hecho para que lo notase y todo lo que había pasado en cuanto a él respecta, aunque omití la primera vez en la que contactó conmigo porque eso implicaba hablar de Alizee y bueno, ella era ella.

—¿Por qué quiere que des con él?

—No lo sé, su naturaleza se lo solicita —divagué.

—¿Cómo piensas encontrarlo?

—Tampoco lo sé... pero debo hacerlo antes de que el departamento lo encuentre.

—¿En serio crees que lo harán? Digo, tú has dicho que no ha sido descubierto. ¿Qué te hace pensar que tu ejército lo encontrará? —Adryen tenía razón, nadie sabía de su existencia. Era tan limpio en sus movimientos que no podía darse el lujo de ser descubierto—. No quiere que ellos lo encuentren, quiere que tú lo hagas... pero ¿para qué?

Eso me hacía pensar que debía volver a los registros del homicidio, entre tanta evidencia seguro que había dejado algo que me guiaría hasta él. Algo que me guiaría a mí y no a ellos, tal como Adryen lo había dicho.

—Es más, ni siquiera creo que quiera que ellos te encuentren. Es una advertencia, una especie de aviso para que sepas que él sabe de ti y que te estás tardando en ir a por él... o que simplemente le has olvidado.

—Sí... hacía tiempo que me había dejado de interesar hasta que...

—¿Hasta qué...? —dijo al notar una epifanía.

—Hasta que tú apareciste —Caí en la cuenta de lo que aquello significaba—. No ha dejado de vigilarme... sabe que no te he matado... Puede que haya hecho aquella tétrica escena para volver a captar mi atención, para recordarme que sigue ahí.

Maldición. Eso era. Me quería de su lado.

Oh, cuanto había tardado.

BUENAS NOCHES QUERIDA #1 (Serie Caden)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora