3 - Es un asesino

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Estaba frente a la que parecía ser una noche bastante reveladora. Y es que allí, aparcando frente a la casa de Alexander, había algo en el ambiente que me hacía sentir aquel impresionante embelesamiento, como si una fina capa de adrenalina se apoderara de mis más profundos sentidos, hasta tal punto de despertarlos; avivando el momento perfecto para actuar.

En este sitio tenía la vista perfecta para vigilarlo y por supuesto, para pasar desapercibido. En el interior se observaba movimiento, un ir y venir a través de las ventanas era lo que le delataba. Estaba preparándose para salir, ¿hacia dónde? Aún no lo sabía. Tuve que esperar un par de minutos más hasta verlo cruzar la puerta. Parecía algo acelerado, con aquel caminar y aquella actitud urgida, dirigiéndose a toda prisa hacia el automóvil. Se montó en él y lo puso en marcha, hecho ante el cual le seguí a una distancia adecuada. Avanzamos un par de cuadras hasta llegar a otro barrio —¿qué hacíamos allí?—. Me parecía extraño.

El chico detuvo el auto un par de calles adentro. Dirigiéndose ahora hacia la casa elegante frente a la que había aparcado. Las luces del exterior y del interior estaban encendidas, por lo que no me fue difícil notar la presencia de un joven más —un poco menor a él, con traje elegante y zapatos lustrados, el pelo bien peinado y relojería costosa— saliendo en su encuentro, parecían conocerse. El chico tenía una copa sobre la mano. Le saludó con una sonrisa y le invitó a pasar. Tal vez eran amigos.

Esperé a que ingresaran para poder salir del auto y acercarme al recinto con cautela. Una vez ahí, los visualicé por la ventana de la cocina. Le había ofrecido una copa al recién llegado, quien la tomó encantado. Tenía una sonrisa en el rostro, conocía aquella mirada.

¡Maldición, sabía lo que planeaba!

Charlaron por un momento. Nada que me fuera de gran utilidad, algo sobre negocios empresariales y los resultados del partido celebrado aquel fin de semana. Los visitantes habían logrado salir victoriosos dando vuelta al marcador y burlando las estadísticas locales. Acto seguido, subieron al otro piso, Alexander se tocaba el labio ligeramente yendo tras él. Por lo que había visto, se trataba de un joven empresario de lo bastante rico como para tener una casa tan lujosa —parecía no haber nadie más dentro, lo que me hacía pensar que se trataba de un ermitaño adinerado; siendo así, excelente presa para mí y para cualquiera—. Si Alexander iba a hacer lo que creía que haría, estaba acabado.

El tiempo que habían permanecido en el interior me estaba matando, y es que no podía observar sus maniobras, puesto que estaban ahora sobre el segundo piso. Me resultaba fácil poder ingresar a la residencia, pero de así hacerlo, me vería envuelto en un gran problema. Fue esa la razón por la que decidí esperar un poco más. Intentaba saber de qué iba todo esto, averiguar más sobre aquel extraño, aunque ciertamente, en este momento, no podía hacer mucho.

Nos encontrábamos casi a mitad de la noche cuando del interior de la casa escuché un disparo aturdidor. Intuí entonces, que Alexander no tardaría en aparecer, y así lo hizo. Salió del edificio con tal vivacidad y sin dejar pasar un segundo más. Hábil, cauteloso, ágil y sin perder los estribos.

Él lo entendía, el tiempo era premiado en situaciones como esta. ¡Lo había matado!

Le seguí casi sin querer, además no tenía caso quedarme a presenciar todo el proceso. Me interesaba más saber sobre el lugar al que se dirigiría, que presenciar una escena que podía causarme serios problemas. Suponía que tras haber dejado el cadáver debía haberle hecho parecer un suicidio, el típico caso del millonario que decidía terminar con su vida en un acto de furia y desconsuelo, aquel que tiene todo y nada a la vez. Sí, justamente eso debió haber hecho; o de lo contrario, quedaría al descubierto.

BUENAS NOCHES QUERIDA #1 (Serie Caden)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora