15 - De vuelta

34 6 3
                                    

Me apresuré a deshacerme de todo. Me estaba matando. ¿Dejarlo en mi sala? Maldición, ni siquiera yo lo hacía en mi casa. Llevé todo al auto, no me arriesgaría a una visita inoportuna de Nolan.

Cada una de las fotografías me recordaba a mí y tenía al responsable en el auto. Encendí el vehículo y conduje hasta un lugar abandonado. Debía deshacerme de él, no podía dejarlo libre, era culpable, no existía duda alguna. Todos sus datos estaban ahí y los había corroborado antes de salir. No obstante, él debía saber algo. Le quité la mordaza y la venda de los ojos. Sus súplicas no se hicieron esperar, tenía la misma mirada: la que todos tienen antes de morir, aquella mirada de culpabilidad, con deseos de absolución. Intentó zafarse, intentó caminar, pero sus esfuerzos fueron en vano. Se detuvo al notar que no tenía oportunidad alguna.

—Te conozco —soltó de pronto—. Sí, eres tú. Él me enseñó una foto tuya.

Sin pensarlo dos veces, tomé mi arma y le tracé una línea diagonal sobre el pecho. No quería juegos y con eso se lo dejaba bastante claro, de cualquier manera, moriría. Soltó un grito desgarrador, la sangre comenzó a caer con fluidez sobre sus piernas. No tendría compasión.

—¡Habla! —dije con furia.

—Tú y yo somos iguales, no hay necesidad de hacer esto. Somos necesarios en el mundo, damos equilibrio a la sociedad... —habló sin parar, si quería convencerme de no asesinarlo estaba equivocado. Tracé una línea más, esta vez sobre su estómago. Le hice callar ante tal acción. Su rostro se contrajo ante el dolor y su voz se apagó luego de un grito más.

El peso sobre mis hombros bajaba entre cada trazo sobre su piel, aspiraba cada parte. Sacié mi ser hasta la última gota, pero aún seguía vivo. Lo tomé del cuello mirándolo con furia, sin apartarme ni un segundo de él. Estaba debilitado, apenas podía respirar, apenas podía mover un dedo.

Recordé cada una de las fotografías, el asesinato del chico drogadicto, la sorpresa en mi casa, lo cerca que creí haber estado por tener una imagen de su rostro. Todo ello me enfermaba, así que descargaba mi furia en él. No le había dado oportunidad de hablar, aun cuando quisiera, podía haber dicho mentiras, podía decir cualquier cosa que él hubiera querido que me dijera.

Le mostré lo que estaba a punto de hacer tras sentir el filo sobre su yugular. Le estaba haciendo sufrir y no pararía por nada en el mundo. Me miró por última vez intentando salvar su vida, intentando rescatar parte de su alma como si estuviera frente a un cura, como si estuviera frente al mismísimo Dios.

—Ya lo has visto alguna vez.

Dicho esto, acabé con él. La sangre salió disparada provocando el bello sonido de la muerte. Se ahogaba en un intento por decir más pero no me importó. Su vida había llegado a su fin.

Volví a casa. No me había percatado de las palabras que había dicho, pero ahora las mantenía en mi cabeza. ¿Había sido eso una pregunta? ¿Se trataba de una afirmación? De cualquier manera, me daba para pensar. Dejé caer mi cuerpo sobre el sofá, me sentía más ligero, dispuesto a olvidar a mi acechador. A decir verdad, me sentía mejor. Sin más, me levanté, tomé las llaves y me dirigí al auto. Eran las cuatro de la mañana, el sol saldría en un par de horas pero no me importaba.

BUENAS NOCHES QUERIDA #1 (Serie Caden)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora