11 - La chica del puente

70 11 3
                                    

Llegué a casa bastante fastidiado y acompañado de un pesado frío recorriendo mis entrañas. Una sensación parecida al miedo o más bien a la extraña idea de saber que me habían descubierto, fue lo que me obligó a mantenerme al margen, a ser precavido y a dejarme de improvisaciones. ¿Quién mierda me había enviado aquellos mensajes? La sola idea me daba vueltas en la cabeza taladrando cada uno de mis pensamientos. El anonimato de aquella persona me mantenía despierto y extrañado, en suma prevención y dispuesto a hacer todo lo posible para saber de quién se trataba.

Salí del auto lanzando una mirada fugaz a mí alrededor. ¿Podía haberme seguido?

No mentiría, entre cada paso que daba tenía una ligera sensación de sospecha y escalofríos. En el fondo sabía que no me había seguido, no ahora, pero si anteriormente y es que había estado perdido en mis asuntos que no había sido lo suficientemente cauteloso como para percatarme de tal imperfecto.

Desenfocado completamente.

Me había mantenido tan concentrado en la prometida de Levesque que había olvidado por completo cualquier tipo de protocolo a seguir.

Ahora, este era el precio a pagar.

Me costó bastante poder conciliar el sueño entre mi rápida escapada de la casa, el casi descubrimiento de ese par de tórtolos y aquel maldito extraño. No dormí luego de repasar cada uno de los sucesos que había tenido desde que Andrew me había confesado lo de su hermano, y es que no encontraba nada que me ayudara a tener por lo menos alguna pista sobre la persona que estaba detrás de todo esto.

La idea me carcomía por dentro hasta lo más profundo de mí ser. Me encontraba exasperado, mis problemas se habían agravado desde el comienzo de mi persecución por Alexander y por tratar de saber qué era lo que buscaba. El caso me estaba costando la vida.

Pasé la noche en vela sin poder conciliar el sueño, iba de un lado a otro sobre la cama y lo mejor que podía hacer era enfocarme, actuar en cuanto antes y dejar de jugar al héroe.

Me espabilé dejando atrás la parsimonia, tomé una ducha rápida consiguiendo aminorar el tiempo para llegar al trabajo y apeé frente a la entrada del lugar, aprovechando la dilación de mis compañeros. Dentro, no había nadie más que el personal de limpieza. Caminé casi arrastrando los pies, llevando mi trasero a la oficina y cerrando la puerta tras de mí, deseando poder enfocarme en algo más que en aquellos mensajes. Tenía una pila de trabajo colocada sobre mi escritorio.

En realidad no tenía ganas de ver a nadie. Aunque mi gusto duró muy poco, al cabo de una hora el lugar comenzó a atestarse de gente, haciendo un gran murmullo al otro lado de las paredes.

—No me digas que hay incentivo para los que llegan temprano —se burló Nolan al entrar a mi oficina.

Tan solo cerré los ojos y suspiré hondo.

—Vaya, ¿mala noche? —cuestionó con algo de gracia en sus palabras.

—Algo así —logré decir.

BUENAS NOCHES QUERIDA #1 (Serie Caden)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora