Lo admito, odio los aviones, no he visto cosa más insegura en la vida. ¿Bueno, está bien, solo exagero, pero a quién no le gusta quejarse? Por no decir que las azafatas tenían un inglés algo deprimente... pero en fin no las culpo a ellas, sino a la compañía aérea.
No había pisado antes un aeropuerto, de hecho nunca había salido de Irlanda. Fue un detalle que Overwatch pagase los costes e incluso el alojamiento los primeros días. Entré en la instalación y pregunté en recepción por el nombre de Reyes, Gabriel Reyes. La tipa me miró de forma rara, como si fuese culpa mía que cierta persona tuviese un extraño apellido bien difícil de pronunciar. Aún así me acompañaron por la nave atravesando diferentes pasillos, casi imposible no perderse. Habían varias personas trabajando allí, la fama de Overwatch no salió de la nada, la tenían bien ganada.
Al final, el pasillo daba a su fin. En los laterales habían varias puertas con una cristalera que dejaba ver a través la habitación, diferentes personas en la mayoria de los casos o simplemente vacías. Al principio me entró un sudor frío, como si me hallase en los momentos previos a un interrogatorio. Mi acompañante abrió una de las puertas y me cedió el paso.
—Puede pasar Sra. O'Deorain. El comandante Reyes vendrá en breves instantes. Tome asiento por favor mientras espera.
Y tal como lo dijo se fue. Ya que estaba allí tomé la única silla que había y me senté apoyando mis antebrazos en la mesa central. La espera fue breve, menos mal pues como los ingleses no soporto que alguien llegue tarde. Reyes me recibió con una sonrisa amigable y me dió un apretón de manos. Me explicó porque estaba ahí, y me preguntó si estaría interesada en trabajar para ellos pues mis descubrimientos les irían bien y blah blah. Lo importante fue que me dijeron que me pagarían bien, además de que me proporcionaría el buen financiamiento que necesita mi trabajo y materiales en buen estado.
—No se preocupe, en Blackwatch estará a salvo de cualquier tipo de intromisión en su trabajo. Además, querría pedirle algo más aparte de centrarse en la investigación y mejora de material. Verás, necesitamos miembros en nuestras fil...
Lo interrumpí. Soy una simple científica de laboratorio, ¿qué diantres iba a hacer una de las mentes más importantes y privilegiadas del planeta en un campo de batalla? ¡En una guerra!
Pensé que mis argumentos eran válidos, pero en ese momento Reyes rodeó la mesa y se colocó a mi derecha agarrándome el brazo y sacando el guante sin miedo.
—El caso es... Moira, que tienes un don que ninguna otra persona tiene, puedes autorregerarte a costa de otros, arrebatar eso que llaman vida. Eres perfecta para el puesto.
—No soy capaz de controlarla todavía.... igual me desmayo o absorbo vida de un compañero.... no quiero correr riesgos de forma tan precipitada. -contesté viendo a Reyes con cara de desaprobación-. Haremos un pacto, quiero unos primeros meses en mi laboratorio intentando controlar mi mano ya sea a base de químicos o tecnología y cuando llegue a una evolución considerable ejerceré el puesto como soldado.
—Vale, pero tendrás una sesión de entrenamiento a la semana.Suspiré y acepté. No me había visto nunca en tal aprieto, pero sin duda necesitaba el trabajo.
Pues empecé en uno de los laboratorios secretos de Blackwatch. Ya me habían dicho que cualquier tipo de filtración sería duramente reprimida, por lo que no me convendría decir nada sobre ello, aunque ahora que ya ha sido disuelta, supongo que no importa.
Reyes me explicó que buscaba una médica de combate para su equipo de asalto. También me contó que Blackwatch ataca de forma de incógnito, sin llamar la atención, como una sombra, así que no tendría por qué tener miedo de perder la vida si soy yo quien la quita antes. Siendo honesta, su pretexto no me convenció demasiado, pero como ya dije era lo único que tenía.
El comandante se ocupó de la disposición del material necesario e incluso de las investigaciones de otros científicos del lugar. El primer día me centré en hojearlas en busca de algo interesante. Si iba a ser médica de combate necesitaba una armadura en condiciones y un traje que aumente mis capacidades de sanación, además de algo para sanar y algo para dañar... Miré mis manos y entonces una idea brillante pasó por mi cabeza, tan brillante que ni yo misma sabía si era capaz de lograrlo. Ideé varios bocetos basándome en los documentos que vi de uno de los doctores del lugar. Quien más me llamó la atención fue un tal Dr. Ziegler. Tenía una forma de expresarse... un poco menos científica, pero con buenas conclusiones y resultados.
—"La nanobiología aplicada" -recité en voz alta mientras leía caminando en círculos por el laboratorio.
Tardé unas cuantas semanas en acabar de diseñar mi propia arma biótica. Le mostré a Reyes como funcionaba y pareció convencerle, permitiéndome comenzar a construírla, pero él realmente esperaba verla en acción. No le culpo, pues yo también ansiaba hacerlo. Mientras, diseñé un traje a partir de uno de los bocetos del tal Dr. Ziegler. Admito que me entró la curiosidad y me gustó la idea de conocerlo en persona. Mi traje de Valkyria se fusionaba con mi arma biótica, que esta a su vez se fusionaba con mis brazos. Era como un todo en uno, de hecho ha sido de las mejores creaciones que había ideado nunca. El traje me permitía controlar de forma más sencilla mi extraño poder, incluso permitía canalizarlo en una esfera que causase daño. Por otra parte añadí nanobióticos que convertían esa energía arrebatada en sanación directa a cualquier aliado.
Tras un largo y duro mes maquinando mi propia armadura era hora de acabar de efectuar el pacto que hice con Reyes, hora de pasar a la acción y testear mi propia energía biótica.
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Mis orígenes
FanfictionUna vez finalizados mis estudios es hora de comenzar a investigar lo que aún no ha sido revelado. Desafortunadamente, nosotros los científicos siempre necesitamos a alguien que nos financie para seguir nuestro trabajo, y a veces no acabamos en buena...