No tocar

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—...así los nanobióticos se encargan de la regeneración celular mediante la estimulación de su ciclo celular para poder sanarse, más o menos naturalmente, el individuo.

Angela me explicaba con calma todo lo que sabía, de hecho la había informado de que iba a utilizar parte de su tecnología en mi traje y armas. Se ofreció a ayudarme, lo que la hacía más tierna ante su inocencia. Aún así acepté, tenía ganas de estar a su lado y descubrir más sobre su forma de ser.

Llevaba un jersey negro cuello cisne y unos vaqueros ceñidos al cuerpo. Su bata de laboratorio estaba abierta y le llegaba hasta la rodilla. Su pelo estaba atado en una cola de caballo alta, dejando mostrar su cuello. Mientras me distraía observándola ella seguía hablando. Me sentí algo culpable por actuar así, sobretodo en el trabajo.

—Bueno, ahora te toca a ti. Cuéntame sobre tu brazo. -dijo sentándose en una de las sillas del escritorio.

Imité el gesto y crucé las piernas. No sabía por donde empezar. Dudé en si contárselo o no, pero, recordando lo que me había dicho Reyes, me daba la sensación de que no debería tener a Mercy como mi enemiga. Cuando por fin sabía que decir yo misma cambié de tema.

—Antes de empezar... ¿Te tienen mucho cariño en el trabajo? -pregunté notando el asombro de la rubia por la pregunta.
—A-am... simplemente hago mi trabajo normal como en cualquier lado.
—Ah, ya... por eso Gabriel me dijo que no te hiriese... -dejé caer.
—¿Te dijo eso? -preguntó incrédula y riéndose-. Ay, perdona de verdad. Tan solo se preocupa por mí por... un incidente del pasado.

Sin duda eso llamó mi atención aún más. Intenté preguntarle, pero la negativa junto la seriedad de su rostro me dieron a entender que no era el momento. Suspiré mientras noté que Angela miraba por la ventana con ojos vidriosos. Cambié de tema para no entristecerla más.

—Estuve trabajando para una de las empresas más importantes de Irlanda durante unos 10 años. Al principio digamos que me comportaba como una niña buena. Investigaba solo para ellos, pero mi afán por descubrir más me hizo encontrar algo interesante. Empecé a experimentar fármacos con animales, normalmente conejos, con el objetivo de volverlos más fuertes. Una vez me trajeron una substancia bastante peligrosa, que fue con la que experimenté en mi brazo. Recuerdo que me quedé en coma durante un día en mi propio laboratorio. Supongo que un milagro de esos me mantuvo con vida...

Continué hablando explicando la composición del fármaco y como lo había modificado para que mis células lo aceptasen sin causar la muerte de las mismas. Mientras hablaba Angela tomaba mi brazo sacando el guante, que ya estaba algo desgastado, que tapaba mi venas violetas. Lo acarició sin miedo incluso siendo advertida de lo que podría llegar a hacer. Llegaba a estar más asustada yo que ella. Con una sonrisa en sus labios entrelazó sus dedos con los mios y luego dirigió la mirada a mis ojos. Estaba sonrojada. Hacía tiempo que no notaba calidez en esa mano. No sé si por miedo o por timidez acabé agarrándole la mano con la izquierda para separarlas, además de que la regañé por tal locura que estaba haciendo.

 No sé si por miedo o por timidez acabé agarrándole la mano con la izquierda para separarlas, además de que la regañé por tal locura que estaba haciendo

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—Disculpa... la curiosidad me pudo...
—Ni que mi mano llevase un cartelito de "no tocar"... Seguro que también lo ignorarías. -respondí burlona.

Angela infló sus mejillas y frunció el ceño, poniendo morritos como una linda niña pequeña. Sonreí y cambié de tema como si nada hubiese pasado, pero lo cierto es que mis ojos se centraban más en investigar sus rasgos físicos y movimientos faciales. Sus ojos azules bonitos como el cielo, sus cabellos relucientes como el oro sobre los hombros, aquellos labios que me invitaban a probar más... Solo sentí más y más interés por ella. Físico perfecto, inteligencia excelente... ¿Estaré a la altura? La conversación se acababa, debía encontrar alguna manera de que ambas siguiesemos en contacto de alguna forma y ya puestas, seguir con la charla.

—Oye, respecto el traje de Valkyria que diseñaste... ¿Dónde lo tienes? Me gustaría echarle un vistazo.
—Respecto a eso... solo tengo un traje provisional, Overwatch no me ha dado aún el presupuesto suficiente para empezar con ello. Con suerte unas cuantas misiones más y me podré manos a la obra. -contestó sonriendo-. Admito que estoy emocionada en ayudarte con el tuyo.
—Sabes, Ziegler... es agradable verte tan positiva y risueña... espero que no pierdas tu sonrisa.

La acaricié en la mejilla apartando sus pelos de su cara. Abrió ligeramente sus ojos sorprendida por el comentario y la caricia. Sus mejillas se tiñeron de un rosado suave pero apreciable. Tanto el labio superior en inferior se separaron como signo de asombro.

—En fin -continué-, debo seguir con unos experimentos que tenía planeados. Seguiremos con el traje otro día. Además, no me importaría colaborar con el tuyo una vez que dispongas del presupuesto. -le guiñé un ojo y me dispuse a marchar.

Me dirigí a mi laboratorio y seguí con mis investigaciones sobre modificaciones de ADN para obtener mejoras en mis conejillos de indias... quién sabe, si la próxima vez no uso precisamente un conejo en mi próximo experimento...

Uy, ya maquino en voz alta... como posiblemente no tenéis noción alguna de bioquímica, nos vemos en el próximo capítulo. ¿Una pena, verdad?

Mis orígenesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora