Mi vida volvía a ser feliz. Llevaba tanto tiempo sin estar en esa zona de comfort donde estás con quien quieres y quien te hace feliz...
Pasó el tiempo, y sabía que por mucho que trabajase en Overwatch la gente de allí seguía sin fiarse de mí. Tanto compañeros de laboratorio como mis propios compañeros de equipo, McCree y Genji. Desconfiaban de mí de tal manera como si ocultase algo, como si hubiese alguna razón por la que Reyes se llevase tan bien conmigo. Con el tiempo llegué a apreciarlo como un auténtico amigo, no como esos falsos que hay a patadas que cuando estas fatal ni te huelen. Angela tenía razón, él era un buen tipo.
Mientras la vida me sonreía notaba que a Overwatch le mostraba una cara triste. Se notaba mucha tensión dentro del lugar, incluso a veces Reyes me comentaba de disputas internas entre él y Morrison. Él insistía en atacar antes de ser atacado, pero el comandante de Overwatch no lo veía así, todo era necesario hacerlo por lo legal, parándole los pies a Blackwatch.
Vista la decisión le comenté a Reyes que mis experimentos iban por buen camino y que en breves podríamos empezar un pretratamiento, pero no solo eso. Morrison no debería saber nada de ello, y jamás lo descubrió, pues yo hubiese sido echada de patitas a la calle mucho antes que el incidente de Venecia, Blackwatch ya estaría en apuros mucho antes y Antonio, vivo.
El pretratamiento evolucionaba favorablemente, me llevó un año para preparar su cuerpo, pero mis investigaciones avanzaron con una velocidad increíble. Además volví a autoexperimentar con mi cuerpo. Noté que me faltaba agilidad en mis misiones, entonces busqué una forma de transferir mis células de manera más rápida hasta un lugar lejano, como si me teletransportarse. A este poder le concedí el nombre de evanescencia. Fue un éxito desde el principio, de hecho a Reyes le gustó tanto que le concedí algo parecido, pero mucho mejor y potente, algo que él se merecía más que nadie por los buenos tratos que me estaba dando.
Recuerdo cuando Angela se enteró de todos estos experimentos ilegales. No se lo llegó a tomar muy bien, de hecho fue determinante en nuestra relación. ¿Sabes eso de que cuando eres feliz el tiempo pasa volando? Así hicieron mis 3 años en Overwatch, y de repente cuando Angela se enfadó conmigo es como si alguien hubiese frenado la Tierra y la aceleración nos obligase a chocar contra cualquier cosa por la frenada.
Aún así, eso no fue suficiente para detener mi avance. Ya me lo decía mi padre, no confundir amor con trabajo, y así hice. Desarrollé mi última habilidad hasta el momento y la más poderosa, Coalescencia, gracias a una mejora de mis brazales bióticos. Tal poder era difícil de controlar, pero satisfactorio.
Finalmente, una semana antes de nuestra venganza en Italia decidí aplicar el detonante definitivo que volvería a Gabriel Reyes en la mejor arma humana antes vista. Ambos compartíamos un mismo odio, unas ansias de justicia que, como diría McCree, no se van a impartir solas.
—¿Cómo te sientes, comandante? -le pregunté mientras escapabamos del despacho de Antonio.
—Ningún síntoma de enfermedad hasta ahora.-comentó mientras un poco de humo negro se desvanecía de su cuerpo debido a las rápidas reacciones químicas que se estaban llevando en él.
—Avísame si eso cambia. -contesté con seriedad mientras por dentro sonreía con esa satisfacción que conlleva el jugar a ser Dios y triunfar en ello.
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Mis orígenes
FanficUna vez finalizados mis estudios es hora de comenzar a investigar lo que aún no ha sido revelado. Desafortunadamente, nosotros los científicos siempre necesitamos a alguien que nos financie para seguir nuestro trabajo, y a veces no acabamos en buena...