Yaiza puso rumbo a su casa y mientras, caminaba sumergida en sus pensamientos.
¿Cuántas veces le había pasado eso? Que una chica le gustara mucho a primera vista ya se iba a convertir en rutina para ella. Al menos esta no era hetero.
Sabía que era pronto, no se conocían de nada, pero... ¿a quién no le ha pasado alguna vez que solo con unas horas con esa persona le basta para sentir lo mínimo? O sin ni siquiera conocerla, pero eso es más de atracción física.
Y era ese el punto débil de Yaiza. Caía rendida por cada chica guapa que pasase por delante de ella. Y, eso no es lo peor, lo peor es la mala suerte que ha tenido estos años atrás en el amor. Se enamoraba de quien no debía y cuando conseguía algo era un simple rollo que no la satisfacía.
Ella siempre tenía la sonrisa en la cara, eso no se lo quitaba nadie, pero sentía que le faltaba algo.
Una característica de Yaiza era que no mostraba sus sentimientos cuando estaba mal. Siempre quería hacer reír a la gente y por esa razón se los guardaba cuando tenía un mal día.
En ese momento supo que lo tenía claro y, aunque le costara lo que nunca le había costado nada, iba a intentarlo. No iba a rendirse. Eso sí, iba a ir bastante despacio.
Pero... ¿era necesario? ¿Le gustaba tanto esa chica como para hacer lo imposible para conquistarla?
Entonces se paró. No cree que le gustara tanto, pero se propuso un reto. Como un juego.
¿Era capaz ella de enamorar a alguien? A partir de ese momento lo iba a intentar y hasta no conseguir el reto no pararía.
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Felicidad Inesperada.
Teen FictionA veces te puedes llegar a enamorar de quien menos te lo esperas. No es la cabeza, es el corazón. Laura no quería estar ahí, ella ya tenía su vida hecha en Zaragoza y por culpa de un trabajo de su padre tuvo que viajar a Valencia. Yaiza vivía en su...