21. Fin del recreo.

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-Tío, no sé qué te pasa, te noto raro. -Comentó Marcos.

-No me encuentro bien. No me entra ni la mierda esta. -Dijo David tirando el bocadillo a su mochila.

-Toma esta bolsa, anda, no lo tires.

Marcos sacó una bolsa transparente del bolsillo pequeño de su mochila y se la entregó a David para que este depositara su comida en ella. Acto seguido el chico bajito guardó el bocadillo en su mochila.

-¿Cómo vas con Laura? -Preguntó Marcos. -Ahora ni le hablas.

-No me apetece habar de esto.

-Eso es que va mal.

-No lo sé, déjalo.

Las chicas se iban aproximando, pero aún no podían escuchar la conversación, ya que estaban lo bastante alejadas como para no entender qué decían.

-Es que deberías hablarle.

-¡Que lo dejes, joder! -Gritó David.

Cogió sus cosas y se fue de la zona.

Las chicas, al escuchar esta vez el grito, observaron a David. Este se dirigía al gimnasio del instituto.

Laura y Yaiza se incorporaron.

-¿Qué ha pasado? -Preguntó la morena.

-Nada, le he preguntado por una cosa nuestra y se ha puesto como loco. Lleva raro desde ayer.

La alarma de clase sonó indicando el fin del recreo.

Los tres pusieron camino a sus respectivas clases.

Marcos se bifurcó enseguida, ya que su clase se encontraba justo al otro lado de la de las chicas.

Una chica de baja estatura, pelirroja de un tono mas anaranjado que el de Laura, iba encarada a Marcos.

-¡Perdona! -Dijo esta con bastante energía. -¿Sabes dónde está la clase de biología?

-Voy hacia allí ahora mismo. ¿Eres de bachiller?

-Sí, debería haber venido ayer, pero no pude.

-No has venido antes del patio, ¿verdad?

-Qué va, no he podido, voy muy ajetreada con todo.

-Bueno pues es por aquí.

-¡Menos mal que te he encontrado! ¡Gracias!

-De nada, mujer.

La chica respiró al saber que no estaba perdida.

-Entonces... ¿vamos a la misma clase?

-Parece que sí. -Sonrió Marcos amistoso.

-Es que he tenido que ir a casa de mi padre a coger varias cosas y he tenido que ir corriendo a varios sitios y de un lado a otro, ayudar a mi madre y muchísimas cosas y... -Pausó la chica después de decir todo eso sin respirar.

-Eres puro nervio, ¿eh? ¿Cuál es tu nombre? Aún no me lo has dicho.

-Natalia.

-Yo soy Marcos. Es aquí. -Dijo abriendo la puerta.

Los alumnos ya estaban sentados en sus sitios, pero la profesora aún no se encontraba allí.

Se podía escuchar el runrún continuo de estos.

-Marcos... -Apeló Natalia tocando el brazo de Marcos.

-Dime. -Dijo este girándose, con su perfecta sonrisa.

-¿Puedo sentarme contigo?

-Claro.

Felicidad Inesperada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora