Dos

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"Harry es sobrino de mi esposa", habló el señor Lexington. "Ha venido de visita. Cruzó el Atlántico". Un brillo de admiración se instaló en sus ojos y una risa profunda se escuchó de fondo.

"Hace tiempo que Harry se mudó a Estados Unidos. Ha venido por las fiestas del pueblo", añadió la señora Lexington.

Asentí al mismo tiempo que seguía con la mirada a aquel hombre. Se sentó en el otro extremo del sillón en el que yo me encontraba y me permití analizar cada detalle de su rostro. Sus rasgos eran suaves y masculinos, tenía la nariz recta y las cejas bien definidas.

"Adelaide y su madre preparan unas mermeladas deliciosas". Escuché decir a la señora Lexington y sonreí, apartando mi vista de Harry. "¿Ya han decidido si venderán en la feria?"

"Aún no lo sabemos. Mi mamá se lo está pensando porque tal vez no estaremos durante las fiestas"

"¿A dónde irán?". Miré en su dirección y no pude evitar que mi corazón se acelerara. Su rostro estaba serio, esperando una respuesta.

Clavé mí vista en sus ojos y hablé después de lo que pareció una eternidad: "No estoy muy segura, pero mi mamá está planeando hacer algo especial", me puse de pie y acomodé mi pantalón. "Dejaré sus mermeladas por allá", señalé hacia la cocina y la señora Lexington se apresuró a ponerse de pie.

"Toma tu dinero, querida", le sonreí y lo guardé al mismo tiempo que le agradecía.

Nos acercamos de nuevo al salón y me despedí del señor Lexington con un abrazo. Miré hacia atrás y supe que debía de hacerlo con Harry también. Esperaba cruzármelo en el pueblo mientras estaba aquí. Era un hombre muy guapo y olía tan bien.

"Adiós, Harry"

"Hasta luego, Adelaide"

"Me sobraron algunas mermeladas porque varias familias han salido del pueblo", le expliqué a mi mamá una vez que llegué a su lado. Después de salir de la casa de los Lexington volví de nuevo al carro y espere a que mamá se reuniera junto a mí.

"Eso escuché, muchos aprovecharon que las fiestas aún no inician para pasar unos días fuera".

"He conocido al sobrino de los Lexington", dije, haciendo que mamá se girara a verme.

"¿Ah, sí?". Asentí mientras entraba al carro, me puse el cinturón de seguridad y acomodé la caja de mermeladas en mis piernas. "Agradezco a Dios que pude venderlas todas", dijo mi mamá con una sonrisa aliviada. Le devolví el gesto y eché una miradilla a la caja vacía en el asiento trasero. "Platiqué con Patty, tendrá un puesto de dulces en la feria y quiere que le venda mermeladas para sus pasteles. Eso es asombroso, ¿no lo crees?"

"Claro que sí". Le sonreí y puso en marcha el auto.

Mientras llegábamos a casa, dejé que mi mente volara hacia el momento en el que vi a Harry. Era un hombre verdaderamente apuesto, justo como los de la televisión. Tenía una voz ronca y profunda que lo volvía aun más atractivo.

"Su nombre es Harry y vive en Estados Unidos", rompí el silencio que invadía el auto y mi mamá sonrió.

"Se mudó allí para estudiar la universidad, logró conseguir una beca y no dudó en irse". Abrí los ojos sorprendida de que mi mamá supiera esa información y no dudé en preguntarle, estaba tan intrigada por su vida.

"¿Lo conoces?"

"Por supuesto que sí. Harry creció aquí. Su madre se mudó también cuando él se graduó y consiguió un trabajo. Por lo que he escuchado, le va muy bien"

Mis ojos se iluminaron al escuchar su breve historia. Harry había logrado conseguir un apoyo para la universidad y le había ido excelente. Esto me daba ánimos. "Nunca se me pasó por la cabeza Estados Unidos para la universidad", miré de reojo a mi mamá y su semblante se había transformado en una mueca de disgusto.

"No empieces, Adelaide". Su voz era dura y estaba teñida de enfado. Suspiré y desabroché el cinturón de seguridad mientras ella apagaba el auto.

Bajamos en silencio y me golpeé mentalmente por haber arruinado por segunda vez el día. Pero no era del todo mi culpa, ¿por qué mamá tenía que ponerse tan cascarrabias cada que sacaba el tema? Una vez mi hermana mencionó que todos los papás pasan por una crisis de estrés y depresión al darse cuenta que sus hijos irán a la universidad. Tal vez eso le pasaba a mamá y sólo tenía miedo de que la dejara sola, ¿quién le ayudaría a vender las mermeladas? 

Adelaide |HS|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora