Dieciséis

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Aún seguíamos en el sillón: yo sobre sus rodillas y el con la cabeza echada hacia atrás. Mi mejilla estaba recargada en su pecho desnudo. Sentía su piel caliente bajo la mía y mi cabeza subía y bajaba al ritmo de su suave respiración.

“¿Estás dormido?”, le pregunté en un susurro cuando lo escuché roncar. “¿Te quedaste dormido, Harry?”. Esta vez mi voz fue mas fuerte.

Abrió los ojos un poco y me sonrió.

“Solo estoy descansado los ojos, niña”. Volvió a cerrarlos y bajó una de sus manos hasta mis rodillas, pegándome mas a su pecho. “No estoy dormido”.

“¿Y por qué roncabas?”. Me reí y sonrió de nuevo.

“Probablemente eso te hace pensar que un viejo como yo no puede aguantar el ritmo, pero te equivocas”. Abrió los ojos por completo y soltó un bostezo. “Solo estoy algo cansado. Por tu culpa no dormí bien”. No contesté y ninguno volvió a hablar hasta que, después de un rato, Harry abrió la boca para decir: “¿Cómo la pasaste?”. Me sorprendió que preguntara eso y sin poder evitarlo recordé la escena de hace un rato. Enrojecí al instante y traté de no mirarlo mientras pensaba que Harry nunca me había hecho esa pregunta después de besarme. Ni si quiera lo hizo aquella vez en el porche.

“¿Tu como la pasaste?”, me atreví a preguntarle antes de responder. Agachó la cabeza y me miró por un rato antes de suspirar.

“No creo poder encontrar una palabra”. Levantó una de sus manos y dejó que sus dedos recorrieran mi rostro, haciéndome cosquillas. Subí la mirada y lo observé. Estaba tan guapo. “Me gusta lo que siento cuando te toco, Addie”. Mi corazón se detuvo un momento después de escucharlo decir eso.

Su rostro estaba serio cuando comenzó a inclinarse sobre mí. La mano que acariciaba con tanta ternura mi rostro ahora se deslizaba hasta mi nuca, acercándome hacia sus dulces labios. Abrí la boca para decir algo pero lo único que salió fue un suspiro tembloroso que lo hizo quejarse en voz baja. Cerró los ojos y pegó sus labios a los míos. Permanecimos quietos en la misma posición hasta que levanté una de mis manos y la deslicé dentro de su camisa desabotonada. Tembló y se alejó.

Me estiré un poco más y me sujeté de uno de sus hombros en un intento desesperado de que permaneciera cerca.

“No te pares”, murmuró cuando respiré sobre su cuello sin hacer ningún otro movimiento. Su voz sonaba ronca y muy baja, incluso estaba más lenta de lo normal. Sentí una de sus manos subiendo por mi espalda hasta dejarla quieta sobre mi nuca. “Muérdeme”, susurró mientras empujaba mi cabeza más cerca de su cuello. Solté un suspiro tembloroso como respuesta y traté de ignorar la sorpresa que me causó su petición.

Abrí la boca lentamente, cerré los ojos y después de darme ánimos hinqué los dientes en su caliente piel.  Inclinó un poco más su cuello y apretó la mandíbula. “A-ddi-e”. Parecía que estaba deletreando mi nombre cuando lo dijo entre jadeos. “Hazlo otra vez, mi niña. Por favor”, se quejó. Estaba impaciente y su pecho subía y bajaba rápidamente al compás de su respiración.

Estiré mi otro brazo y lo acomodé sobre su hombro libre en busca de mayor apoyo. Harry suspiró aliviado y recargó la cabeza hacia atrás cuando sintió que sobaba sobre la tela de su camisa.

“Eso se siente muy bien”, habló entre suspiros. Bajó la mano que tenía en mi cuello y la dirigió hasta su pecho. Comenzó a desabotonar el resto de su camisa con dedos temblorosos y me sonrió. Una sonrisa perezosa con los ojos entrecerrados.

Después tiró de su camisa abierta para sacarla del pantalón. Todo su ancho pecho quedó descubierto, mostrando su bronceada piel perlada de sudor. Bajé mi mano y dejé que mis dedos recorrieran el caminito de vello entre sus pectorales.

“Bésame aquí”, ordenó en voz baja mientras tomaba una de mis manos entre las suyas. Dirigió mi mano un poco más arriba y la dejó descansar sobre uno de sus pezones. La piel de alrededor estaba erizada y sumamente caliente.

Tomé una larga respiración y finalmente presioné mis labios sobre uno de sus oscuros pezones. Dejé mi boca inmóvil durante un momento y sentí como la piel sensible se endurecía.

“Oh, mi dulce niña, ¿qué me haces?”. Sentí que un calambre me recorría todo el cuerpo cuando lo escuché hablar. Acercó sus manos a mis mejillas y me besó de nuevo. Succionó mi labio inferior y soltó respiraciones calientes y aceleradas al lado de mi nariz.

Me quejé cuando se separó y me sonrió en respuesta.

“Tranquila, solo quiero hacer sentir bien a mi niña. ¿O no quieres?”. Asentí frenéticamente y se burló de mi entusiasmo mientras sus manos recorrían mis piernas. “Eso pensé”, murmuró.

Me quedé mirando su expresión de concentración mientras con destreza separaba mis piernas, dejándolas separadas a cada lado de su rodilla izquierda. Recargué mi espalda en su pecho y Harry acercó su cara al espacio entre mi cuello y hombro. Lamió con lentitud y después mordió con fuerza haciéndome gritar.

Tener el corazón latiendo a mil por hora y la respiración agitada me hacía avergonzarme. No quería lucir desesperada, pero no pude evitar agitarme más (si es que era humanamente posible) cuando Harry coló una de sus manos dentro de mis shorts. Inhalé y cerré los ojos en busca de autocontrol.

Su mano comenzó a moverse lentamente, esperando mi reacción. Uno de sus dedos comenzó a presionar en medio de mi ropa interior y me sentí desfallecer.

Me moví y traté de detenerlo, porque aunque se sentía malditamente bien, me daba vergüenza que estuviera tocándome ahí. Pero lo único que logré fue hacer que su dedo presionara mas profundo.

“¡Harry!”, exclamé ahogada.

“No brinques tanto o te caerás”. Ronca, profunda y áspera, así sonó su voz en mi oído.

Apreté los ojos con fuerza y me aferré a los costados del sillón mientras Harry comenzaba a mover todos sus dedos sobre mi ropa interior. Frotó suavemente y me sorprendí cuando lo animé a seguir.

Cada vez sus movimientos eran más seguros y constantes. Estaba volviéndome loca y no sabía cómo controlarme.

Apreté con más fuerza la tela del sillón e inconscientemente me moví hacia adelante, logrando que la mano de Harry se apretara aún más contra mí. Solté un quejido y repetí la acción, esta vez apretando los muslos en torno a la rodilla de él.

Sentía su respiración pesada en mi cuello sudoroso y lo escuchaba susurrar palabras que no entendía.

“¿Se siente bien?”, murmuró cerca de mi oído. Sus dientes atraparon el lóbulo de mi oreja y comencé a temblar. Los dedos de mis pies se encogieron y mi cuerpo entero palpitó desesperado.

Harry puso una de sus fuertes manos debajo de mi pecho y me empujó hacia atrás cuando comencé a arquearme.

“Te vas a caer”, dijo risueño. No le respondí, estaba demasiado concentrada en tranquilizarme. Sentía las orejas y la cara muy calientes, el corazón me latía a un ritmo irreal y el sudor se deslizaba por mi frente. Mis oídos estaban tapados como cuando te entra agua al bañarte, y la sangre me martilleaba las sienes.

Sacó su mano de mi short y me empujó contra su pecho. Me recargué ahí y respiré por la boca, desesperada por relajarme.

“¿Tienes sueño?”, lo escuché preguntar.

Negué con la cabeza. “Solo estoy descansando los ojos”. Su risa se escuchó lejana y aún estando adormilada no pude dejar de preguntarme: ¿en qué nos convertimos Harry y yo?

Adelaide |HS|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora