Quince

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Fingí estar enferma porque no me quería levantar. Temprano en la mañana, cuando recién comenzaba a amanecer, mamá vino a despertarme y le dije que mi estómago dolía. Necesitaba arreglarme para ir a la feria con ella, pero mi cuerpo estaba tan cansado que se negaba a salir de la cama. Harry me había traído a casa pasada la una de la madrugada después de dar un paseo. Charlamos y reímos sin parar durante todo el trayecto y, cuando aparcó frente a mi oscuro porche y notó mi rostro decaído, prometió llevarme otro día a dar una vuelta. Entonces pasé el resto de la noche despierta, dándole vueltas a su promesa y a todo lo vivido junto a él durante el día.

Noreen llegó temprano a casa, justo después de que mamá entrara a mi cuarto. Había recuperado las llaves del auto y mamá parecía no sospechar nada. Una hora mas tarde ambas abandonaron la casa haciéndome prometer que las llamaría si necesitaba algo. Sorprendentemente mamá parecía haber olvidado el pleito de anoche y se mostraba alegre.

Era la una de la tarde cuando desperté de nuevo gracias a unos golpes en la puerta. Al principio habían sido suaves, casi imperceptibles, pero a medida que pasaban los minutos se volvieron más insistentes. Convencida de que no pararían de tocar me levanté de la cama y bajé a abrir.

Era Harry.

"¿Por qué no abrías?", preguntó cuando me vio. Estaba tan guapo con sus pantalones color café y su camisa blanca que no pude evitar abrazarlo.

"Hola", le dije rodeando su cintura. Estaba calientito y olía muy bien.

"Se me está haciendo costumbre saludarte con una pregunta, ¿verdad, mi niña?". Su pecho tembló cuando rió. "Pero eso no está bien. Solo que me preocupó que tardaras tanto en abrir que cuando por fin lo hiciste quise saber el porqué de tu retraso. Me pasé a buscarte a la feria y tu mamá me dijo que estabas enferma; pensé que te había pasado algo y por eso no atendías". Apreté mi agarre y reprimí un grito de emoción. "Hola", saludó besando mi cabeza. Me separé de el y besé su mejilla antes de entrar corriendo a la casa. "No te ves muy enferma". Sonrió y se sentó en el sillón de papá.

Reí y le respondí: "Una pequeña mentira para evadir mis responsabilidades. Necesitaba dormir más".

"¿No dormiste bien?". Negué y siguió: "Yo tampoco, pero como dije antes, soy muy enérgico". Nos quedamos en silencio un momento y cuando iba a ofrecerle un poco de agua, Harry palmeó una de sus rodillas diciendo: "Ven, Addie, me siento algo solo".

Sentí mi rostro enrojecer y mi pulso acelerarse. El pecho se me oprimía y Harry no apartaba su mirada de mi, esperando. Finalmente reuní el valor suficiente y me acerqué.

Tomé asiento en su rodilla izquierda. Me quedé quieta mientras Harry se inclinaba hacia delante y tomaba mis piernas con ambas manos, dejándolas colgar sobre su pierna derecha. Se sentía extrañamente bien estar en esta posición aunque aún tenía algo de nervios.

"No dormí pensando en ti". Soltó una risa ronca y dejó que las puntas de sus dedos rozaran lentamente mis rodillas. Me estremecí y lo escuché continuar. "Pasé dándole vueltas a tu beso".

"¿En verdad?", pregunté en voz baja, tratando de ocultar la emoción que me embargaba. ¡Harry se durmió pensado en mi!

Asintió y subió sus dedos hasta mis muslos. Sentía tantas cosquillas que tuve ganas de alejarlo. En lugar de eso me recargué en su pecho y mordí su hombro en un intento por contenerme.

Temblé cuando sentí que las puntas de sus dedos entraban por la parte de abajo de mi short. Los dejo inmóviles, a la espera de mi reacción. No dije nada, pero cuando intentó sacarlos puse mi mano sobre la de él.

"Espera", lo detuve. Me miró y recordé la vez que vi por accidente a Noreen y Kyle.

Subí las manos hasta su cuello y lo acaricié como el lo hacía conmigo. Cerró los ojos y echó su cabeza hacia atrás. Estaba nerviosa, pero quería probar. Besé su garganta y se quejó en voz baja.

Harry abrió los ojos y me detuvo cuando me inclinaba para darle otro besó. "Ahí no", susurró con la voz enronquecida. Subió sus manos hasta mi nuca y me acercó de golpe a sus labios.

No pude pensar en nada. Toda atención estaba centrada en el calor que sentía y en lo increíblemente agitada que tenía la respiración. Mi corazón había dejado de latir desde hace rato.

Empujó mi cabeza hacia atrás y antes de que pudiera hacer algo me puse de pie. Harry lucía confundido y avergonzado.

"Lo siento, Addie. No...". Se aclaró la garganta y antes de que pudiera continuar hablando me senté a horcajadas sobre él. Estaba sorprendido, pero se recuperó rápido. "¿Qué estas haciendo, niña?".

"Besarte", le respondí. Entonces repetí lo que hice la noche anterior: me incliné hacia su rostro y besé su labio inferior. Cerré los ojos inmediatamente y escuché a Harry suspirar. Inclinó un poco la cabeza y por primera vez desde que nos besamos (que en realidad no han sido tantas veces) abrió la boca.

Esta vez fue el quien tomó mi labio inferior entre los suyos, pero no los dejó inmóviles, abrió un poco la boca e inclinó más la cabeza. Me sentí desfallecer cuando la humedad de su boca tocó la mía. A pesar de que me gustaba la sensación yo no estaba haciendo mucho puesto que no tenía idea de nada. Yo no sabía besar, pero a Harry pareció no importarle.

Me separé cuando sentí que no me llegaba suficiente aire. Escondí la cabeza en el hueco de su cuello y sentí sus manos recorrerme toda la espalda. Se detuvo en la cintura de mis shorts y momentos después las metió. Temblé y apreté sus hombros cuando comenzó a acariciarme por encima de la ropa interior.

"Aquí, Adelaide", susurró. Sacó sus manos de mi ropa y sujetó las mías, guiándolas hasta su pecho. Desabotonó un poco su camisa y metió rápidamente mis manos. Suspiró cuando comencé a sobarlo. "Así, mi niña". Me dio un último apretón en las manos y bajó de nuevo hasta mi short.

La sensación era abrumadora. Sentía su piel caliente bajo mis dedos, su suave vello haciéndome cosquillas, mientras que me empujaba rítmicamente hacia su regazo.

Respirábamos cada vez más rápido. Los empujes de Harry se habían hecho más insistentes y su aliento caliente en mi cuello estaba volviéndome loca.

"Ha-rry", dije temblorosa. Respondió con un apretón en mi trasero y un beso en mi hombro. Deslicé mis manos hasta sus pectorales y apreté en un intento por sostenerme. Pareció gustarle porque jadeó, así que repetí los movimientos hasta que Harry se desplomó en el sillón.

Sacó sus manos de mi ropa y las cruzó en mi espalda. Me abrazaba fuertemente contra el, pegando nuestros pechos agitados. Tenía los ojos cerrados pero podía sentir su sonrisa perezosa.

Después de unos minutos suspiró y pareció calmarse. Yo aún me agitaba entre sus brazos cuando me cargó hasta tenerme en la posición inicial: sentada sobre su rodilla izquierda con mis piernas colgando sobre la suya.

Me acunó suavemente con los ojos cerrados. Lo miré con atención y la sonrisita en sus labios me dijo que Harry también me quería.

Adelaide |HS|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora