Dicen que a las buenas personas les suceden cosas buenas, pero parece ser que yo soy la excepción. Sentía que toda mi vida se había arruinado después del día en que fingí estar enferma: mamá estaba cada vez más irritable y papá no quería hablar con nosotras.
“Escucha, Addie”, dijo Noreen después de apagar el auto. “Se cómo te sientes, pero llorando no solucionarás nada. Esto… El divorcio y todo eso… Son cosas que no entiendes porque aún no eres mayor, pero en realidad no es algo fuera de lo común”. Asentí tratando de no prestarle mucha atención a su discurso. Noreen se veía tranquila y parecía no importarle el hecho de que papá pidiera que saliéramos de casa para evitar vernos. “Bueno, ¿tienes hambre o algo?”, preguntó señalando el restaurante frente a nosotras.
“Solo quiero ir a casa. No me siento bien”. Escuché que bufaba con molestia y a pesar de tener la mirada fija en la ventana, supe que había puesto los ojos en blanco.
“Para el drama, Adelaide. Y deja el protagonismo, ¿quieres? Esto no se trata de ti. No sé que pretendes con toda esta actitud de mártir, pero no eres la única sufriendo por esto. A mí también me duele”. No me miró al hablar, estaba concentrada tecleando en su teléfono. “Entonces, ¿vas a querer comer o no?”, preguntó después de un rato de silencio.
“No tengo hambre”.
“Como sea. Yo no pretendo morir solo porque nuestros padres se divorcien. Pero si tu estas dispuesta a suicidarte por ello… Adelante”. Me sonrió y levantó sus pulgares para después abrir la puerta y bajar.
“¡Date prisa!”, gritó al ver que no me movía. “Tengo que ir con Kim y me estás retrasando”. Tomé mi celular y bajé después de apretar los ojos con fuerza. Escuché que Noreen aseguraba el auto y reía mientras hablaba por teléfono. “Te llamaré en cuanto podamos volver”. Me dijo y volvió a reír, sujetando con más fuerza su bolso mientras entraba al restaurante.
Me alejé del local a pasos lentos y tomé la calle que conducía a la casa de la familia Lexington con la esperanza de que Harry estuviera ahí. Tenía días sin saber nada suyo y lo extrañaba mucho.
Lo vi en cuanto doblé la esquina. Estaba hincado en el jardín delantero con un montón de tierra alrededor. Su piel sudorosa brillaba bajo el sol y el cabello húmedo se le pegaba al cuello.
“¡Harry!”, grité para llamar su atención. Giró la cabeza en mi dirección y no dudé en echarme a correr hacia el. “Hola”. Mi respiración agitada cuando lo saludé.
Se puso de pie soltando las herramientas que estaba usando y sacudió las palmas de sus manos en los costados de su pantalón.
“Si hubiera sabido que venías me habría duchado”. Sonrió apenado y se rascó la nuca. Me fijé en su camisa blanca manchada de lodo y en sus pantalones de deportes cubiertos de pasto. “Y hola, Adelaide”. Dio un paso atrás tratando de alejarse, pero fui más rápida y rodeé su cintura con mis brazos sin importarme que estuviera sucio.
“Huelo mal, niña”, se quejó riendo mientras pasaba sus manos de arriba hacia abajo por mi espalda. Me estremecí antes su toque y sonreí con la cara aún enterrada en su pecho húmedo y caliente.
“Tampoco me he duchado, así que todo está bien”.
“Yo porque estoy trabajando en el jardín. ¿Qué pretexto tienes tú, mugrosa?”. Subió las manos hasta mis hombros y me separó. “¿Por qué no se ha bañado esta niña bonita?”. Su tono era cariñoso y suave cuando preguntó mirándome a los ojos.
Me encogí de hombros y solté una carcajada nerviosa antes de responder: “Mamá nos obligó a salir de casa y no me dio tiempo”.
“¿Noreen está contigo?”. Su ceño se frunció cuando miró detrás de mi y no encontró a nadie. Negué con la cabeza y me alejé unos pasos. “¿Qué pasa, Addie?”. Su tono preocupado me hacía tener ganas de llorar de nuevo, y le hubiera confesado todo en ese momento de no ser por unos gritos que se escuchaban a lo lejos.
“¡Harry, no lo vas a creer!”. Una mujer apareció por la puerta principal y bajó los escalones corriendo. “Encontré semillas para plantar girasoles. ¡Dios! ¡Esto quedará precioso!”. Su blusa rosa también tenía unas cuantas manchas de tierra y sus pantalones ajustados estaban algo mojados.
Sentí la mirada de Harry quemando sobre mi rostro, pero no me giré. Mi atención seguía fija en la mujer desconocida que no paraba de chillar emocionada.
“Eso es genial. No dudo que se verán bonitos cuando crezcan”. La voz de Harry sonaba ronca y baja, como casi siempre que hablaba.
“Ya lo creo que si”, respondió la mujer cuando llegó a su lado. Estaba parada tan cerca de el que sus caderas chocaban. “Hola”, me sonrió cuando me prestó atención. Su mano izquierda se deslizó hacia arriba hasta que quedó sobre el hombro derecho de Harry. Dio un ligero apretón y recargó su cabeza ahí.
Le devolví el saludo en voz baja y caminé hacia atrás un poco más, tratando de alejarme de ellos.
“Ella es Adelaide”. Informó Harry. Escuché que la mujer comenzaba a hablar emocionada de nuevo y cuando estaba a punto de estrechar su mano Harry continuó: “Es la niña que vende las mermeladas de las que te hablé”. Mi mano cayó antes de tocar la de la mujer y di otro paso hacia atrás.
“¿Y de qué sabores son? ¿En verdad son de frutas naturales?”. La mujer me miraba con una sonrisa mientras yo intentaba salir de mi aturdimiento.
“Si. Las estamos vendiendo en la feria”, me aclaré la garganta nerviosa y otra sonrisa adornó su rostro. Harry permanecía en silencio. “Creo que ya me voy. Yo… Eh…”. Me llevé las manos a la boca y fingí toser mientras respiraba con fuerza. “Venía a ver al señor Lexington. Será mejor que vuelva cuando el este aquí”. Di media vuelta y comencé a caminar con las piernas temblorosas.
“¡Un gusto conocerte!”, la escuché gritar. Agité mi mano sin girarme y continué caminando.
Solté una respiración entrecortada y cuando estaba lo suficientemente lejos de allí, dejé que una lagrima se deslizara por mi mejilla. Me dolía el pecho y mi garganta estaba apretada.
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Si leíste hasta aquí, te pido perdón por si no te gustó esta kk :(
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Adelaide |HS|
Fanfiction"Deja que te contemple y que te adore, Y que escuche tu voz y que te admire, Aunque al decirte adiós, con risas llore, Y al volvernos a ver llore y suspire". ▪▪▪ Portada por la increíble y talentosísima Sandra! Gracias @hrrysvoice SIN EDITAR