Tres

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Las fiestas del pueblo estaban cada vez más próximas y mi mamá no podía estar más emocionada por la llegada de papá. Habíamos hecho viaje al pueblo esta mañana con la excusa de comprar fruta para las mermeladas de Patty, pero lo cierto era que mamá quería pasarse por el salón de belleza.

"Entonces, ¿cambiarás de tinte, querida?"

Mi mamá sonrió nerviosa después de soltar un largo suspiro.

"La verdad es que si lo pensé, pero a Henry le encanta mi cabello", sonreí y me senté en un mueble cercano a la puerta.

"¡Lorraine!", me giré hacia la mujer que gritó con alegría el nombre de mi mamá. Tenía una de esas capas negras que te ponen cuando cortan tu cabello y su cabeza estaba envuelta en una toalla blanca.

Mi madre se levantó de un saltó de la silla giratoria y miró con asombro a la mujer. "¡Anne Twist! ¡No lo puedo creer!". Ambas mujeres acortaron la distancia que las separaba y se abrazaron efusivamente.

"Creí que ya no volverías jamás a este pequeño pueblo después de probar la vida de la ciudad", dijo mi madre con una sonrisa una vez que se separaron.

Anne Twist dio un leve manotazo en el hombro de mi mamá y sonrió negando con la cabeza. "No digas tonterías. ¡Claro que deseaba venir! Todo el tiempo recordaba lo bien que la paso aquí, ¡sobre todo en las fiestas!", soltó una carcajada y continuó: "Pero la verdad es que he estado rogando a Harry para que me traiga, nunca puede hacerse espacio entre tanto trabajo, pero al fin lo ha conseguido y ¡mírame! ¡Estoy aquí!"

Dejé de prestar atención a su conversación cuando escuché el nombre del sobrino de los Lexington. Harry y Anne Twist tienen parentesco y por lo que había dicho el señor Lexington, Anne tenía que ser hermana de su esposa.

"¿Ella es la mayor?", preguntó Anne señalándome. Dejé de lado los pensamientos sobre Harry Twist y centré mi atención en ella.

Negué con la cabeza y le corregí: "Esa es Noreen, yo soy Adelaide, la menor".

Sonrió y me abrazó. ¨¡Eras un bebé cuando te conocí! Siempre estabas gateando por mi jardín. Pero mírate ahora, ¡eres igualita a tu madre!"

Iba a decir algo cuando la campanita que colgaba sobre la puerta anunció la llegada de un cliente. Harry Twist entró vistiendo unos pantalones negros y una camisa de botones blanca. Llevaba las mangas enrolladas sobre los codos y sus botines cafés se veían algo gastados. Miró alrededor buscando a alguien con la mirada, como suponía, buscaba a Anne.

"Mamá, ¿ya has terminado?", su mirada se cruzó con la mía y me regaló una cálida sonrisa que mi hizo temblar. "Hola, Adelaide".

Sentí mis mejillas calientes y traté de hablar sin tartamudear: "Hola, Harry Twist". Pude ver como sus ojos se achicaban y como echaba su cabeza hacia atrás al mismo tiempo que soltaba fuertes carcajadas. Negó con la cabeza y sujetó su estómago con la mano izquierda mientras avanzaba hasta sentarse a mi lado.

"Veo que aún no acaba tu ritual, mamá", Anne rió y sacudió la cabeza.

"Espero te hayas comprado una revista o dos de camino aquí", se dio la vuelta y se sentó en una de las muchas sillas giratorias.

Harry centró su atención en mí después de dedicarle una sonrisa a su mamá.

"¿Ella es tu mamá?", pregunté mientras mordisqueaba el pulgar de mi mano derecha. Contuve la respiración cuando vi que una de sus manos se aproximaba hasta mi boca, sacando mi dedo de entre mis dientes.

"No muerdas tus uñas. Y sí, es mi madre". Sonrió burlón mientras se recostaba en el asiento, abandonando su postura perfecta y encontrando una más cómoda. "Debes saber que no es la de Harry Twist".

"¿Tu apellido no es Twist?"

"No, Addie. Mi apellido es Styles. Mis padres se divorciaron hace ya un par de años y mi madre se volvió a casar, por eso los apellidos diferentes. Pero descuida, me pasa a menudo".

No puse mucha atención a su explicación. Mi mente estaba flotando por el espacio después de haberlo escuchado llamarme Addie. No es que fuera un apodo nuevo, todo el mundo suele llamarme así desde siempre. La diferencia aquí es que esta vez había sido Harry, el apuesto y encantador sujeto que acababa de conocer hace unos días.

"No te molesta el apodo, ¿o sí?", cuestionó Harry, haciéndome salir de mis pensamientos.

Rogaba a Dios que la pregunta no se debiera a la cara de boba que seguramente tenía desde que escuché que usaba ese sobrenombre.

"No, todo el mundo me llama así", dije mostrándole una sonrisa.

Adelaide |HS|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora