Trece

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Después del incidente salí corriendo en busca de Noreen. Necesitaba recuperar mi celular, se había quedado en el auto de mamá y la única forma de tenerlo de vuelta era encontrando a mi hermana.

Estaba hecha un desastre cuando por fin encontré el carro aparcado en el frente de un bar. Las lágrimas se me habían secado desde hace un rato pero los mocos no dejaban de escurrirme por la nariz.

“¿Addie? ¿Qué haces aquí?”. Miré en dirección a la puerta y me encontré a Noreen abrazada del chico con el que la vi besarse. “Espera un momento, Kyle”. Se alejó de él y se puso frente a mí. “¿Y mamá?”.

“En casa”, respondí después de sorber los mocos. “Vine por mi celular. Lo dejé en su carro”. Me miró un momento y asintió dudosa.

“Bueno. Pero tendrás que esperar hasta mañana porque perdí las llaves. Kyle me llevará a casa de Kim, dormiré ahí para que mamá no se entere de nada. Ya le pedí permiso. ¿Cuento contigo para guardar el secreto?”, asentí y entrelazamos nuestros meñiques. “Escucha”, me dijo después de echar un vistazo a Kyle. “Ya tengo que irme. No puedo llevarte a casa, mamá me obligaría a quedarme. Además, Kyle está algo pasado de copas, no quiero exponerte. ¿Qué hacemos? ¿Necesitas dinero o algo?”.

“Estoy bien. Tengan cuidado”. Asintió y corrió hasta su acompañante. Se despidió con la mano desde el auto y desaparecieron a toda velocidad.

¿Qué haría ahora? El plan inicial de recuperar mi celular y llamar a papá se había ido a la basura. Aunque ahora que lo pienso, llevábamos tiempo sin hablar y me había abandonado. ¿Quién demonios me dijo que el querría hablar conmigo?

Decidí dejar de pensar porque dolía mucho. Me limpié la cara con el cuello de la camiseta y empecé a caminar. Casi había dejado atrás el bar cuando vi a Harry salir de ahí. Estaba riéndose fuertemente mientras abrazaba por los hombros al señor Lexington.

Su ronca y profunda risa me mantuvo firme en el suelo. Me quedé contemplándolo hasta que su mirada se cruzó con la mía. Dejó de reír y aflojó el agarre que tenía sobre su tío. Lo vi mover los labios y asentir al señor Lexington. Minutos después se alejó de él y de los dos hombres que lo acompañaban y se acercó a mi.

“¿Dónde está tu mamá?”, preguntó en cuanto llegó a mi lado.

“En casa”, respondí. “Hola, Harry”, lo saludé en voz baja. Apretó los labios al mismo tiempo que cerraba los ojos y suspiró.

“Hola, niña”. Acortó la distancia que había entre nosotros y, tras titubear un segundo, me estrechó entre sus brazos. “¿Qué haces aquí sola, Addie?”, murmuró. Su cabeza descansaba sobre la mía.

“Dejé mi celular en el carro de mamá y vine hasta aquí buscando a Noreen para recuperarlo.  Se fue hace un rato”. Respiré profundamente y cerré los ojos. Estar arropada por Harry era muy reconfortante.

“¿Te dejó aquí?”.

“No podía llevarme a casa. Perdió las llaves del carro y mamá la iba a regañar”.

“¿Y por qué viniste hasta aquí? ¿Qué era tan urgente que no podía esperar hasta mañana?”. Incluso sin ver supe que fruncía el ceño.

“Ya no importa”, dije en voz baja. No quería arruinar el momento hablando de tonterías.

Dejó caer los brazos a sus costados y dio un paso atrás diciendo: “¿No me vas a contar?”.
Tomó mi barbilla entre sus dedos y escrutó mi rostro. Me alejé avergonzada y le di la espalda tratando de limpiar los mocos que salían sin parar. Los ojos se me habían llenado de lágrimas de nuevo al escuchar la preocupación en su voz.

“Discutí con mi mamá”, contesté temblorosa. Me tomó de la mano y me giró.

“¿Quieres hablar sobre eso, mi niña?”. Traté de ocultar el temblor que me asaltó cuando lo escuché llamarme de ese modo.

“Deberías volver allá adentro. Te deben estar esperando”. Negó sonriendo y me abrazó.

“Les dije que se fueran”. Me dio un beso en la cabeza y continuó: “Lo que si debo hacer es llevar a una hermosa señorita a su casa”. Solté una risita y me sonrojé como loca.

Harry me devolvió una de sus sonrisas y se inclinó, presionando sus labios contra los míos.

Adelaide |HS|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora