Dieciocho

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Después de abandonar la casa de los Lexington volví al coche solo para darme cuenta que Noreen ya no estaba en el restaurante y que tendría que sentarme en la banqueta hasta que recibiera su llamada.

Mientras esperaba contemplé la idea de que tal vez mi hermana tenía razón y yo estaba siendo muy dramática. No era correcto molestarme con Harry porque una mujer lo abrazara o porque el se refiriera a mi como la niña que vende mermelada, ya que, después de todo, solo éramos amigos.

Me puse de pie cuando comenzó a dolerme el trasero y pensé que tal vez lo mejor sería hablar con el.

Apenas había dejado atrás el restaurante cuando escuché a alguien hablar a mis espaldas. "¿Sigues aquí, Addie?", preguntó una ronca voz que reconocí como la de Harry. Me giré y lo encontré vistiendo ropa limpia, sin rastros de sudor o suciedad en su cuerpo.

"Estoy esperando a Noreen", contesté. "Creí que estabas arreglando el jardín".

"Estaba. Vine a comer algo". Señaló hacia el restaurante y asentí cruzando las manos en mi espalda, pensando cómo empezar a disculparme. "¿Todavía piensas esperar a mi tío? Porque si quieres podemos hacerlo juntos". Movió sus cejas rápidamente de arriba hacia abajo mientras me miraba y atrapó el labio inferior entre sus dientes, tratando de reprimir una risa. Puse los ojos en blanco cuando capté el doble sentido de sus palabras y lo golpeé juguetonamente en el hombro.

"¿Y eso por qué fue? Hablo de esperar juntos. ¿Qué creías, niña?". Se rió con más fuerza cuando volví a golpearlo. Los hoyuelos le enmarcaron el rostro y sus ojos se arrugaron por la gran sonrisa en sus labios. Era una imagen digna de admirar.

"Siento lo de hace rato", hablé, temiendo arruinar el ambiente relajado entre nosotros. Harry controló su risa poco a poco y soltó un suspiro final. Me obligué a continuar: "Normalmente no suelo actuar así, es solo que las emociones me sobrepasaron. Se qué no es excusa, pero he estado pasando por mucho últimamente y, no lo sé, supongo que no lo pude evitar". Froté mi brazo con nerviosismo y esperé que respondiera.

"No hay razón para disculparse. Entiendo que sintieras celos, amor". Deslizó los labios en una sonrisa burlona y soltó una especie de silbido. Me alivió que Harry no se molestara conmigo, me desconcertó que creyera que estaba celosa (lo cual era cierto pero no le iba a dar el gane) y Dios, me llamó amor.

"Ya hablaste suficiente, niña", dijo cuando me vio intención de continuar la conversación. Se acercó más a mi y rodeó mis hombros con uno de sus brazos. Su mano libre me apretó las mejillas, haciéndome fruncir los labios. "¿Qué te parece si te invito a comer?". Me le quedé mirando sin hablar y moví la boca como pez. "Tomaré eso como un sí", dijo risueño. Aplicó más fuerza al agarre en mis mejillas y se acercó con la cabeza inclinada. Tenía los ojos casi cerrados cuando acarició mi nariz con la suya.

"A mi tampoco me gusta el aguacate", informó Harry cuando terminamos de ordenar. "Es todo verde y blando". Se estremeció y arrugó el rostro.

"Y grumoso", añadí fingiendo una cara de horror. "Debería ser un crimen comer esa cosa".

"¿Sabes que otra cosa debería ser un crimen?". Agitó las cejas sonriendo y negué con la cabeza a la vez que resoplaba.

"Los chistes de mamá son un asco, Harry. Además, eres demasiado mayor para hacerlos". Se llevó una mano al pecho y abrió la boca sorprendido.

"No planeaba hacer un chiste de esos, ¿por quién me tomas?". Fingió estar ofendido y tosió para ocultar una carcajada.

"¿Entonces que ibas a decir?".

"Nada, ya lo has arruinado".

"¿Sabes quién más lo arruinó?", le pregunté. Entrecerró los ojos y ladeó la cabeza.

"¿Mi mami?". Cruzó los brazos sobre la mesa y habló en voz baja, como si le avergonzara que alguien lo escuchara.

"¡No!". Comencé a reír a carcajadas, burlándome de la confusión en su rostro. "Tú lo arruinaste". Sonrió y cerró los ojos.

"Niña tonta", murmuró.

Pasamos buen rato charlando mientras esperábamos nuestra comida. Me enteré que Harry trabajaba como abogado en un despacho y que de no ser por su madre se sentiría muy solo. Descubrí que el y mi hermana solían ser amigos. También me contó que el plan original era quedarse dos semanas en el pueblo para celebrar las fiestas, pero que después de unos días se dio cuenta que no serían suficientes, así que programaron volver dentro de un mes. Me dijo que aunque llevaba varios años viviendo en Estados Unidos a veces le resultaba difícil la vida de ciudad. Harry era un buen hombre.

"¿Qué miras?", preguntó después de un rato. Llevaba varios minutos detallando su rostro y me había atrapado. Encogí los hombros y metí comida a mi boca para evitar responder. "¿Quieres ver una película después de comer? O cualquier otra cosa que quieras hacer". Arrastró distraídamente las puntas de los dedos por toda la superficie de la mesa hasta que topó con mi mano. Delineó el borde de una de mis uñas y le dio un suave apretón.

"Esta bien". Le sonreí y saqué el celular. Tenía una llamada perdida de Noreen y dos mensajes de texto diciendo que me diera prisa y nos reuniéramos en el auto.

"Creo que será para otro día, Harry". Traté de ocultar la decepción en mi voz. "Ya tengo que irme, Noreen está esperándome".

Esbozó una sonrisa de labios sellados y apretó mi dedo de nuevo. "Está bien, niña. Otro día será".

"Podemos vernos mañana", me apresuré a decir. "Cuando puedas está bien". Se inclinó hacia adelante mientras subía una mano hasta mi barbilla. Aún seguía jugueteando con mis dedos cuando me picoteó los labios con los suyos.

"Es una cita", murmuró antes de alejarse.

Adelaide |HS|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora