Nueve

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Caminábamos hacia su auto. Se había ofrecido a llevarme a casa y yo estaba tratando con todas mis fuerzas en concentrarme en lo gracioso que lucía Harry empujando el carrito del mandado y no en lo que acababa de pasar.

"¿Es tuyo?", pregunté cuando nos detuvimos al lado de un auto negro.

"De mis tíos, me dejaron tomarlo prestado para lo que necesitara. El mío está en casa". Asentí y abrí la puerta en cuanto escuché la alarma de desbloqueo.

Harry subió al lado del piloto y estudié sus movimientos: la manera en que jalaba el cinturón de seguridad para que no molestara en su cuello, su mano ajustando el retrovisor y los ojos atentos a los espejos laterales.

Condujo en silencio y aparcó junto a mi casa. Me quité el cinturón de seguridad y me incliné avergonzada hacia él. Harry permaneció mirando al frente y sus manos dejaron de sujetar el volante, cayendo sin fuerzas en su regazo, cuando dejé que mis temblorosos labios rozaran su mejilla a manera de despedida.

El corazón aún me palpitaba a mil por hora cuando entré a la cocina y me encontré con mamá.

"Addie, al fin", dijo sonriendo. "Creía que jamás volverías. ¿Fue muy cansado el viaje?".

"Sólo de ida. Me encontré a Harry al salir de la tienda y se ofreció a traerme", le contesté, tratando de disimular el temblor en mi voz. Tan sólo mencionar su nombre me hacía sentir ansiosa y eufórica. Con ganas de reír a carcajadas.

"Estupendo. Noreen fue a recoger el auto. Ve a ducharte que iremos a cenar".

Mamá eligió un restaurante del pueblo, prometiendo que después de que papá llegara iríamos a cenar los cuatro a la ciudad. Estábamos sentadas en una mesa con sillones casi al fondo del local, Noreen estaba a mi lado y frente a mí se encontraba mi madre estudiando el menú.

Mamá levantó la vista y dejó la carta sobre la mesa. Clavó su mirada en un punto detrás de nosotras y sonrió.

"Las fiestas ya casi comienzan. Será mejor que empecemos a prepararnos, Addie. En unos días instalarán la feria y debemos tener todo listo para nuestro puesto", sonrió en mi dirección y volvió a tomar el menú. "Sé que les dije que haríamos algo especial en lugar de quedarnos aquí, pero su papá nos quiso sorprender, chicas".

Noreen dejó de leer la carta y me miró antes de centrar su atención en mamá.

"¿Eso quiere decir que se retrasará? Es una pena. Pero lo extraño tanto que no me importa esperar un poco más. Además creo que será divertido celebrar las fiestas con él", dijo sonriendo. Imité su acción y me fijé en los ojos de mamá en busca de su aprobación, sin embargo, no conseguí captar su atención. Había vuelto a mirar fijamente detrás de nosotras.

"Me temo que esta vez su padre no vendrá. Me ha pedido el divorcio". La voz le tembló al decirlo, pero la sonrisa nunca abandonó su rostro.

Me quedé quieta en mi lugar, tratando de encontrarle sentido a lo que acababa de escuchar. ¿Es por eso que papá llevaba tiempo sin llamarnos y hablaba directamente con mamá?

Noreen pareció salir más rápido que yo de la conmoción y se apresuró a sentarse al lado de mamá, abrazándola fuertemente.

Me puse de pie con lentitud y me uní al abrazo. Sentí a mamá temblar debajo de mi y supe al instante que se había derrumbado. El rígido autocontrol que siempre mostraba cayó y la tensa sonrisa que adornaba su rostro se había convertido en unos labios fruncidos.

Adelaide |HS|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora