Capitulo 7; El inframundo

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«Gritas, lloras, suplicas, ¿y como puede ser que no me apiade de tu alma?»




Me pregunto; ¿Como disfruto del sufrimiento de los demás? ”


¿Seriamos capaz de dar todo?

«No lose»

¿Podríamos olvidar lo que nos hace daño?

«Quizá»

¿Podría alguna vez cambiar y dejar de arrepentirme de mi vida?

«Sí»

¿Entonces porqué no dejó de arrpentirme y seguir siendo el mismo?

Sus pensamientos, palabras, su vida, ya todo esto era inútil, un odio comenzó a invadirlo y en ese momento se dio cuenta de muchas cosas, cosas que para cualquier humano le provocaría miedo, él se dio cuenta y lo supo en ese momento, ¿Porqué no hizo algo? Él era un humano mortal no podía hacer nada más que lamentarse como esos seres débiles e inútiles.

Respiro profundamente, y se puso ante aquel tan temido hombre, ese hombre sonreía como si disfrutará del sufrimiento de su propio hijo.

—Por favor, te lo suplico salva a mi hija.

Suplico y le rogó, más este con una sonrisa le respondió;

—No hay nada que hacer, un ser humano debil y frágil debe estar muerto ya, superalo, los humanos mueren, Tairoku.

(D I A S    A T R A S)

La pequeña niña que él siempre consentía, su adoración seguía molesta con él, no era que lo odiara si no, que le temía, siempre tuvo una idea equivocada de su padre, porque la persona que ella llegó admirar no existía.

En su momento lo superaría o comprendería todo lo que su padre había hecho por ella, pero hoy no era el momento, ¿entonces cuando seria?, nunca.

Por que el momento jamás llegaría.

Escuchó ruidos, pero la pequeña los ignoro, se cubrió su rostro con su almohada, en ese momento algo llamo su atención, un hombre de cabellera larga platinada, ojos color miel la miraba, ese hombre vestía una Yutaka color roja con borde dorado. Sus miradas se encontraron, ella sintió un escalofrío recorrer su cuerpo, aquella mirada le provocaba temor, era como si los ojos de aquel hombre mostraran el verdadero ser de este.

Era como si los ojos mostraran la alma de él, si es que este ser despreciable que estaba ante ella tenia un alma.

Camino ante ella y la tomó del mentón, sonrió de manera ladina, esa sonrisa hizo temblar a la pequeña, aquel hombre se relamio los labios y susurro;

—Afortunada eres, sangre de pecador, sangre de dios de la muerte y sangre del juzgador. Una sangre como la tuya tan difícil es de encontrar, un alma pura que no conoce pecado; la comida perfecta para un demonio.

Entre Lineas (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora