Avellanas

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Lo que menos le gustaba de su trabajo era tener que llenar tanto papeleo a la hora de terminar con uno de sus amigos. Al menos esa pila de documentos le servía como distracción mientras escuchaba por la radio algunos de los tantos comerciales de ventas navideñas que seguro volvían loca a más de una persona. Faltaba un día para la gran cena y estaba seguro que si salía en ese momento las calles iban a estar abarrotadas de gente que hacia las compras de último momento. Tal vez tenía que mudarse a una casa que quedara más cerca para evitarse tanto cansancio de andar en automóvil.

-Hyung, ya es más de la una de la mañana ¿no piensas irte ya? -Eric, un inglés de familia acomodada que había decido ir a vivir a Seúl para vivir un poco apartado de su sobreprotectora familia, entró al cuarto, poniéndose unos guantes, preparándose para salir.

-Aun no termino.

-Hyung, por favor. Eso lo puedes dejar para luego ¿acaso no vas a ir a hacer tus compras para la cena?

-No.

-Bah, entonces acompáñame a mí que mi esposa me va a matar si no lo llevo hoy.

-Si lo hace, se lo agradeceré toda la vida.

-Ah, eres un hombre tan malo. -se acercó a él, quitándole la pluma y papel de las manos-Anda, se un buen compañero y ven conmigo.

-De verdad que no puedo. Ve y haz tus cosas. No me metas en nada de eso ¿quieres? Gracias.

Eric negó con la cabeza antes de salir del cuarto. Seung Hyun no era para nada amargado, al menos él no se consideraba de ese modo, pero algo que odiaba más que a nada en el mundo era dejar botado el trabajo por otras cosas que consideraba banales, como estar comprando comida cuando no veía la necesidad de hacerlo.

Él era un joven neuropatólogo que deseaba convertirse en el director de aquel hospital. Amaba su trabajo más que a nada en el mundo. Su familia estaba muy orgullosa de él, su padre le había apoyado para que siguiera con el legado familiar de médicos en diferentes áreas de la familia así que había hecho todo lo necesario para que los sueños de este se vieran hecho realidad. Ahora podía decir que era uno de los neuropatologos más reconocidos entre los colegas y esperaba que muy pronto fuera de todo el país.

Después de dos horas más pudo terminar el papeleo, ordeno todo y se puso su abrigo para salir. Abrir la puerta principal del edificio le parecía algo tan horrible. Odiaba ir a su casa. Metió las manos a sus bolsillos, caminando más allá del estacionamiento donde tenía su auto aparcado. Iría a un lugar mucho mejor, a ese bar contemporáneo que Eric le había enseñado. Aquel día solo lo había acompañado porque perdió una apuesta de bebidas, pero al menos el lugar resulto ser muy cómodo para pasar unas buenas horas escuchando música con una buena copa de vino.

Camino un par de cuadras hasta llegar al bar, no estaba tan lleno como esperaba, pero eso estaba bien, algún blues estaba sonando de fondo al momento en que se acercaba a la barra para pedir una copa y que se la llevaran a la mesa. Apenas se sentó, pudo ver por la ventana del otro extremo, que empezaba a nevar.

-Genial, ahora será imposible volver a casa en el coche. -se quejó, recordando lo difícil que le resultaba manejar con aquel clima, aunque eso dejo de importarle cuando la copa estuvo entre sus manos.

- ¡Hace un frío horrible allá afuera! -grito un chico, entrando al lugar estrepitosamente junto con algún viento frío y copitos de nieve. Seung Hyun frunció el entrecejo. - ¿Me podrías dar algo que me ayude a dar calorcito, Patrick? -le pidió al hombre, sentándose justo en la mesa frente al médico. Se quitó la bufanda que le cubría exageradamente el cuello y su gorro rosa, sacudiéndose el cabello que para su sorpresa era exactamente del mismo color del vino que estaba tomando.

THE FEELINGS PAINTED IN THE SKYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora