Arrullo de estrellas

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-No puedo creer que mi hyung nos haya dejado. -se quejó Seung Ri, abrazándose a sí mismo. Estaba que moría del frío y es que había olvidado avisar que alguien fuera a recogerlo, pero tampoco contaba con que su chofer fuera a dejarlo en plena fiesta-Gracias por acompañarme a casa, Young Bae.

El pediatra iba a su lado, buscando en el bolso su suéter. Hubieran pedido un taxi, pero por más que lo intentaron, no pudieron lograr encontrar uno. Ni siquiera porque era nuevo año tenía suerte.

-No podía dejarte ahí, Seung Ri.

-Además que, si me iba solo, te ibas a quedar sin pareja para bailar. -se acercó para chocar sus caderas con el contrario, sorprendiendo al mayor-Porque, ah, qué bien te mueves.

- ¿Tú crees?

- ¡Claro! ¿No habrás sido bailarín en tu otra vida?

-No lo creo, pero gracias. -encontró su prenda, era una chamarra térmica que siempre llevaba por si acaso, la abrió para extenderla sobre la estilizada espalda del menor. Seung Ri abrió los ojos con sorpresa, mirándolo.

-Te mueres de frío.

-Tú también, Young Bae.

-No quiero que te vayas a enfermar ¿Después quién baila?

Seung Ri sonrió con ternura, tomando la chamarra. Siguieron con su camino en un silencio cómodo, él no era de los que aguantaban ese tipo de cosas pues le gustaba que las personas hablarán, pero por esa vez no le molestaba, es más, se sentía en armonía de tan sólo percibir el aroma de la fragancia del pediatra. Vaya que era extraño.

Afortunadamente llegaron a su casa antes de morir congelados. Saco las llaves para abrir la puerta.

-Vaya, tu casa es muy bonita.

-Gracias. Es casa de mi madre. Pronto tendré una mejor para ella.

-Claro que sí.

-Gracias por traerme de nuevo.

-Gracias a ti por invitarme a la fiesta.

- ¿Te divertiste? -Bae asintió. -Eso es bueno... ¿quieres pasar?

-Ah...

-Vamos, veniste a traerme con este frío, al menos dejame invitarte algo de tomar.

-Pero...

-Andale ¿si? -hizo un puchero tan adorable que Bae no pudo mas que sonreír y seguirle hasta dentro.

La casa era linda, tenia muebles rústicos y modernos, pero no alcanzó mucho al ver como el pequeño cuerpo del otro casi caia por el abrazo tan efusivo que una mujer, que suponía que era su madre, le dio.

- ¡Hasta que por fin llegas!

-Mamá, me ahogas. -se río, correspondiendo al abrazo.

- ¿Y quien es ese joven tan guapo? -se separó al verlo. -Wow.

-Mamá, él es Young Bae, es pediatra donde trabaja Seung Hyun.

-Mucho gusto, señora. -hizo una leve reverencia.

-Ay, que lindo que traigas a alguien. Digo, a alguien que no venga a gritar como si la estuvieras matando.

- ¡Mamá!

- ¿Que? Estamos en confianza. Ya, vamos que tenemos poco tiempo antes de que mis pastillas para dormir surtan efecto.

-No son pastillas, son dulces, pero ella cree son sus pastillas desde hace años. -le susurró al mayor, siguiendo a la mujer hasta la sala.

THE FEELINGS PAINTED IN THE SKYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora