Algodón de azúcar

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Puso ambos vasos sobre la mesa de madera pequeña que acababa de acomodar, vio a su acompañante que se limpiaba el sudor de su frente con la lengua un poco de fuera. Ya habían pasado casi la mitad de la mañana acomodando lo que quedaba en su casa y es que en cuanto le menciono a Seung Ri que no tendría un día libre, y explicarle la razón; este se ofreció a ayudarle. Al principio fue un tanto incómodo, él era una persona que dejaba muy en claro que su hogar era SU espacio personal y contadas veces invitaba a alguien, pero conforme Seung Ri empezó a moverse en entre los rincones, era como si siempre hubiera estado ahí. Era algo raro.

-Tu casa está muy bonita, Bae.

-Gracias. Aún falta mucho por ordenar.

-Pero hemos avanzado. -cogió el vaso para tomar el té frío de manzana.

-Lamento que tuvieras que tenido que ayudarme.

-Yo me ofrecí ¿recuerdas? Además, así disfrutas un poco de tu día libre y yo me libro del aseo de mi cuarto. -rio.

Young Bae observaba cada uno de sus movimientos, el cómo sus labios se ensanchaban con su permanente sonrisa, sus manos pequeñas rodeando el vaso y esos ojos brillantes cual estrellas en una noche muy oscura...era como un niño en una juguetería, era extraño considerando que una mudanza era lo último que haría feliz a una persona.

- ¿Por qué te mudaste a Seúl, Bae? -la pregunta lo saco de sus pensamientos. -Seung Hyun me contó que eras reconocido donde vivías ¿Por qué dejar todo eso de repente?

-Porque cometí errores.

-Los errores siempre se están cometiendo ¿no? Es algo que no podemos evitar.

-Las consecuencias son por las que tuve que irme.

- ¿Qué fue lo que pasó?

Young Bae le observó por un largo rato, debatiéndose entre contarle alto tan personal al joven. No era que no confiara en él, sino que ya tenía suficiente con todo lo vivido como para provocar que alguien como Seung Ri fuera a reaccionar mal.

-Tal vez un día te cuente. -Ri asintió con una pequeña sonrisa en los labios. Desvió su mirada tan solo un poco, enfocándose en un punto donde había una bicicleta de color azul cielo y blanco, abandonada en una esquina, pero muy bien cuidada.

- ¿Sabes usar la bicicleta?

- ¿Tu no?

- Nunca hubo tiempo para hacerlo.

- ¿Quieres intentarlo?

- ¿De verdad me enseñarías?

- Claro que si, Ri.

Se levantó para ir por la bicicleta, regresando hacia Ri con una sonrisa en los ojos.

- ¿Nos vamos?

- ¡Voy a aprender a conducir una bicicleta! -se levantó de un brinco.

Salieron de la casa rumbo hacia un terreno donde los niños solían jugar soccer, afortunadamente por esa tarde se encontraba solo así que era perfecto para poder enseñarle a Seung Ri. Le explico cómo sostenerse y mantener el equilibrio.

- Me vas a sostener, ¿verdad? -pregunto el chico subiéndose a la bicicleta con un poco de temor.

- Claro que sí. No quiero que te vayas a lastimar.

- De acuerdo. Confiaré en ti.

Young Bae se quedó procesando esas palabras mientras sostenía por la parte de atrás de la bicicleta. Ese niño...no estaba realmente seguro que Seung Ri conocerá realmente el significado de sus palabras y lo que podría causar en su persona. Sonrió un poco cuando empezó a moverse un poco, tambaleante y tal vez con un poco de duda.

THE FEELINGS PAINTED IN THE SKYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora