Escape Fallido

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Aquel 12 de septiembre iba pésimo. Magnus había intentado toda la mañana contactarse con Alec, más este no le contestaba sus llamadas ni sus mensajes. Tampoco podía escaparse del trabajo para ir a verlo a su departamento, porque estaba lleno de informes que su jefa había solicitado.

–Puedo hablar con Aline para que te deje salir temprano hoy –le había dicho Raphael, viendo que su amigo estaba prácticamente jalándose de los cabellos.

Pero, como ya habíamos dicho, aquel 12 de septiembre iba pésimo, sobre todo para Magnus.

–Aline, hola –saludó Raphael por teléfono, tratando de sonar lo más agradable que podía–. ¿Cómo est–

Magnus y Simon lo miraban atentos.

–Espera, ¿qué? –soltó Raphael.

–¿Qué pasa? –preguntó Simon, en susurros.

–¿Hoy? ¿Ahora? –exclamó Raphael, haciéndoles una seña para que esperaran–. ¿Estás en el hospital ahora?

–Oh, Dios –susurró Magnus, perdiendo la paciencia.

–Entiendo, entiendo. Aline, pues, verás–

Si bien Magnus y Simon no podían entender qué decía la mujer al otro lado de la línea, podían escuchar el murmullo de su voz. Y estaba hablando realmente rápido.

–¿Que dejas a Magnus a cargo de la reunión? –preguntó Raphael, mirando con ojos muy abiertos a su amigo–. Sí... yo le digo. Adiós.

–¿Qué pasó? –preguntó Simon, una vez su primo colgó.

–La esposa de Aline entró en labor de parto hace una hora –contestó Raphael–. Aline estará en el hospital todo el día y, como se supone que tú eres su mano derecha, te dejó a cargo de la reunión que hay a las tres.

–¡Por la cresta! –gritó Magnus, enojado con el destino. Simon agradeció que la puerta de la oficina estuviese cerrada, pues así nadie veía a Magnus perder la cabeza–. Ahora sólo tendré la hora de almuerzo...

–¿No es mejor que a esa hora busques qué regalarle a Alec? –preguntó Simon–. Ya bastante la cagaste al olvidar su cumpleaños.

Magnus asintió. Ya después de la reunión buscaría la forma de irse temprano para ir al departamento de Alec.

Ahora tenía dos cosas más importantes en las que pensar. La primera era la planificación de lo que se hablaría en la reunión de las tres. Y la segunda era ver qué rayos podía regalarle a Alec.

~

A quince minutos de aquí, Alec estaba aún acostado en su cama, viendo su portátil. Tenía muchos mensajes de feliz cumpleaños, tanto en su celular como en sus redes sociales. Quizás no lo aparentaba, pero era muy sociable.

Había recibido también llamadas de su madre, su hermana y de Jace. De sus más cercanos, Jonathan era el único que aún no hacía acto de presencia, pero lo asociaba a que aún estaba durmiendo para ir a trabajar a Pandemónium más tarde.

Ah, y estaba Magnus. Magnus, quien había olvidado su cumpleaños.

Y sí, lo había olvidado, porque aquella mañana ni siquiera se había despedido de él; no le había dejado ninguna nota tampoco. Lo había llamado unas cuantas veces, pero Alec simplemente lo había enviado a buzón de voz.

¡Hasta Max se había acordado! Y, bien, un "feliz nuevo año de fracasos" tal vez no sea el mensaje más cariñoso que el adolescente le podría haber dado, pero algo era algo.

En picada | malec auDonde viven las historias. Descúbrelo ahora