Desagradables encuentros

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El festival terminaba al fin, la gente se retiraba a sus dormitorios y se despedían entre exclamaciones y risas.

Bueno, no todos.

—¿De verdad tenemos que entrar? —inquirió JungKook rodeándolo por el cuello con sus brazos y mirando enfurruñado la puerta del edificio donde se hallaban los dormitorios de los chicos.

Ya estaba increíblemente oscuro. Las luces del festival se habían apagado y a lo lejos se veían siluetas de personas que aún terminaban de organizar algunas cosas, ya que al día siguiente habría que recoger todo.

JiMin se rió.

—Sí, Kookie, tenemos que entrar —le dijo al chico abrazándolo suavemente. —Mi hermano armará una escena si no llego, creerá que me he ido a Tailandia con EunJae para trabajar como pescador o quizás buscador de tesoros.

—¿Cómo es eso de EunJae? —inquirió el menor alzando las cejas.

—No perdonas una —se burló el otro, pero JungKook parecía muy serio. —¡Vamos! ¿Nunca te diste cuenta de cómo me molestaban mis amigos con EunJae? Juran que me babeo por ella.

—Lo hacías, o lo haces...

—Me babeaba por el enano que se parecía tanto a ella —corrigió el otro haciendo que JungKook lo mirara con una fingida indignación que lo hizo reír.

JiMin se inclinó un poco y besó sus labios. JungKook sonrió discretamente y ambos se besaron de una forma que hasta las puertas hubieran soltado un suspiro de haber sido capaces.

Las cosas eran tan dulces, tan simples, y tan satisfactorias.

—Jiminie, por favor, no entremos —rogó JungKook despegándose apenas un poco con los ojos cerrados y frotando suavemente su rostro contra el de JiMin como si fuera un gato. —Tendré que irme a mi dormitorio y tú al tuyo...

—Pero podemos vernos mañana...

—¿¡Quieres que pase más de dos horas sin verte!? —se escandalizó exagerando apropósito.

—¡Resistirás! —le aseguró el otro siguiéndole la broma y arrastrándolo dentro del edificio. —Lo has hecho durante un buen tiempo.

—Pero ya no podré, no ahora que sé que me amas —rebatió el otro.

JiMin estiró una sonrisa, besó su mejilla y lo rodeó por detrás. Comenzaron a caminar así, por el largo pasillo mientras JungKook tomaba las manos de JiMin y pegaba su mejilla a la de él, cuya barbilla se hallaba en el hombro del menor.

—Todavía es tiempo, podemos regresar —comentó JungKook cuando subían las escaleras del fondo.

—Eres un necio.

—¡Oye!

—¿Qué? Yo no lo dije como una queja —JungKook parecía confundido. —Si no fuera por tu necedad no te hubieras empeñado en decirme que te gustaba y ninguno de los eventos sucesores a ese habrían ocurrido entonces.

—Claro, tú nunca hubieras sido capaz de dar el primer paso. Siempre soy yo.

—¿Siempre?

Una sonrisa divertida surcó la boca de JiMin. Estaban por llegar a las puertas doscientos catorce y doscientos quince cuando lo empujó contra la pared con brusquedad.

—¡Auch! ¡Ey! —se quejó el otro.

Pero JiMin no le dio tiempo de continuar. Con una mano a cada lado de su cabeza, se pegó a él y lo besó de forma juguetona.

¿Acaso tu corazón palpita? || JikookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora