Partida

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[Narra JungKook]

Ni una palabra, ni una mirada, ni siquiera un gesto.

Nada.

Solo esperó en el auto hasta que yo salí, entregó las llaves en la recepción y subió al asiento del conductor. Abrí la puerta, sin volverme a mirar si Min Janet ya había abandonado el motel, aunque lo dudaba, apenas iba a amanecer. Debían ser casi las seis de la mañana.

No había pegado ojo en toda la noche, y lo que restó de la madrugada me resultó una tortuosa oscuridad helada en la que solo me terminé mi cajetilla de cigarrillos, sentado en la cama... solo.

JiMin comenzó a conducir y seguíamos sumidos en silencio mientras su sombría actitud quebrantaba las palabras que deseaban aflorar de mi garganta.

—JiMin...

—Ponte el cinturón.

No me miró cuando lo dijo, y pareció casual al hacerlo, pero no había duda que su intención había sido silenciarme.

Me coloqué el cinturón sin mucha paciencia y lo miré.

Pero su mano se estiró y encendió la radio. Una rápida canción de punk comenzó a sonar mientras yo lo miraba con mis ojos impregnados en indignación. Pero él no reparaba en ése hecho. O al menos, fingía no reparar en ello de forma sorprendente.

Bufé molesto y me giré hacia la ventana, recargando mi sien contra el helado cristal. Ya había dejado de nevar, pero las calles y techos yacían bañados en esa textura helada de color blanco.

Yo me daba cuenta del poco tiempo que quedaba, pero él no cooperaba conmigo, no quería hablar, no sabía qué hacer y todo iba a terminar.

Pronto llegamos a la Universidad. Estacionó el auto, apagó la radio y después el motor. Ambos nos quitamos los cinturones.

Se disponía a abrir la puerta, pero harto de aquello me vi obligado a sujetarlo del brazo con fuerza y él me miró al fin.

—¿Piensas dejar esto así? —pregunté sin lograr disimular el tono herido.

Desvió su mirada y no dijo nada. La rabia latió con mi corazón en el momento en que sus ojos dejaron de mirarme.

—JungKook, no quiero hablar de esto.

Entreabrí la boca, incrédulo.

—¿No quieres hablar de esto? —repetí. —¿Y cómo se supone que nos arreglemos?

—¿Y si no quiero arreglarme?

Mis ojos se abrieron de par en par. Poco a poco la fuerza que ejercía en su brazo disminuyó hasta que mis palmas ya solo se hallaban sobre la tela oscura de su chamarra. Él seguía sin mirarme.

Ése había sido un golpe bajo. Una fisura se había abierto en mi órgano bombeador de sangre y en el interior supuraba dolor como si fuera ácido.

—¿No quieres... arreglarte?

—No le veo el caso si al final acabarás olvidándome.

Cerré los ojos unos segundos. Me alejé de él y recargué mi nuca en el respaldo. Suspiré hondo, tratando de hallar palabras que dijeran lo que quería y sentía, sin provocar confusiones o más discusiones estúpidas.

—Tú lo dijiste hace sólo un rato —dijo él con aparente tranquilidad y la mirada al frente. Yo negué con la cabeza, aún con los ojos cerrados. Pero él siguió. —Fuiste muy claro, y si no querías recordarme debe ser por algo —negué con más ahínco mientras trataba de apaciguar el nudo en mi garganta. —Pero después de todo no te culpo. Todos acaban olvidándome. La primera vez...

¿Acaso tu corazón palpita? || JikookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora