[Narra JungKook]
En el camino al motel JiMin no me había hecho caso. Había violado la línea invisible de mi espacio personal, había hundido sus manos debajo de mi playera, sus dientes habían mordisqueado mi oreja y mi cuello sin ninguna compasión, y casi me paso un alto cuando sus manos desabrocharon nuevamente mi pantalón.
Pero el casi haber chocado contra ese Pointer lo hizo dejar sus agresiones sexuales contra mi persona, y jadeando ligeramente, llevé su auto hacia el motel.
Lo fui a estacionar mientras él hacía la reservación.
No era un lugar caro, ni siquiera lujoso o cautivador. Ni que decir de su escasez de intimidad o romanticismo. Pero mi cuerpo estaba tan agitado y mis nervios destrozados, ansiando siquiera hallarme a solas con ese maldito pelinegro seductor, y en esas circunstancias a cualquiera le hubiera dado igual estar en un hotel cinco estrellas o un estúpido baño público.
El motel consistía en un pequeño terreno con una administración del tamaño de una diminuta casa, y otras ligeramente más grandes —que eran las habitaciones— esparcidas por el campo detrás. Había un par de autos estacionados afuera de los moteles y el sol comenzaba a meterse cuando estacioné el de Gerard a un lado de una de las pequeñas casas.
Bajé del auto y respiré hondo, sacudiendo las manos que temblaban ligeramente, amenazando con convertirse en una especie de Parkinson agudo.
Miré alrededor mientras me acomodaba la camisa. Todo era muy pacífico, nadie tendría porqué reconocernos o decirnos algo. Sólo éramos dos personas buscando "descanso" en un motel casi en la salida de Seúl hacia la carretera.
"Sí, claro. Hasta un imbécil puede deducir porque dos hombres quieren un motel casi a las afueras de la ciudad..."
Una mujer regordeta salió de su pequeña casa, que venía siendo su habitación, y caminó hacia una camioneta de dónde sacó una chamarra. Ya regresaba hacia la puerta abierta cuando me divisó y sonrió, alzando la mano en forma de saludo.
—¡Buenas noches! —dijo antes de entrar y cerrar.
—Bue-buenas noches —le contesté con un intento de sonrisa.
Estaba demasiado ansioso y la tardanza de JiMin me comenzaba a estresar. Pero entonces lo vi venir desde la recepción con unas llaves en su mano y una sonrisa en su rostro. Contesté a la sonrisa igualmente.
—Te tardaste —me quejé cuando sin detener su avance a una de las pequeñas casas cuyo número era 5, JiMin me tomó del cuello de la camisa y me jaló con él.
—Sí, quería crearte algo de expectación —admitió divertido.
—Más bien una úlcera —mascullé.
Se rio cuando llegamos ante la puerta y abrió.
Adentro lo primero que había era una sala diminuta, con una mesa, cuatro sillas, un sillón y un televisor. A la derecha había dos puertas.
—Adivina adivinador —dijo JiMin cuando entramos y cerró la puerta con una divertida sonrisa que me pareció la más sensual del universo. —¿Cuál es la puerta del dormitorio?
—Es la primera —dije sin ganas de sus juegos, mientras tiraba de su brazo hacia la primera puerta.
—Cuidado Jeon, si te equivocas pierdes tu oportunidad.
—Entonces no debo equivocarme.
Abrí la puerta con brusquedad, descubriendo para mi alivio que era el dormitorio. Tenía una cama matrimonial muy sencilla con sábanas cafés, un mueble de madera con cajones bajo la ventana con cortinas color crema, y dos mesitas de noche a cada lado de la cama, ambas con lámparas de mesa, color vino.
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¿Acaso tu corazón palpita? || Jikook
RomanceLo único que Jungkook quiere es ser una estrella de rock, pero sus padres quieren que sea escritor. Condenado por ello, entra con una muy mala actitud al colegio, donde le tocará compartir dormitorio con el problemático Min YoonGi y sus amigos...