Amantes demolidos

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[Narrador]

Se hallaban ya en el restaurante de comida rápida, afuera de la Universidad, sentados uno a lado del otro.

JiMin tenía su brazo alrededor de los hombros de JungKook, quien respiraba muy hondo, mirando su regazo y retorciendo el cuello de su camisa con los dedos. El pelinegro mantenía una mirada preocupada y JungKook parecía perdido.

Le había costado levantar a JungKook del suelo, y no logró sacarle nada mientras el chico soltaba lágrimas silenciosas. Finalmente se había rendido en saber que pasaba y lo había traído al restaurante.

Se escuchó el sonido de ruedas sobre la superficie lisa del suelo, y un segundo después, EunJae vestida con el uniforme del restaurante, había llegado con dos bandejas de desayuno especial, que como siempre, se veía más apetitoso en los comerciales que en la realidad. Colocó las dos bandejas frente a los muchachos y se colocó las manos en la cadera.

—Bien, ¿qué pasa aquí? —preguntó. —¿Por qué las caras?

JiMin se encogió de hombros mientras con los ojos señalaba a JungKook. EunJae torció el gesto al ver que JungKook tomaba la bandeja sin mirarlos y comenzaba a escrutar con incertidumbre el intento de waffles con miel que tenía enfrente.

—No deberían desayunar en este lugar —comentó EunJae sentándose frente ambos. —Puede que las hamburguesas sepan bien, pero todo lo demás aquí parece casi de plástico.

—¿No rompes algún código diciéndonos eso? —preguntó JiMin.

—Si no se los digo rompo otro código más importante —guiñó un ojo mientras recargaba su barbilla en sus manos. —El de amistad —añadió ante la mirada interrogante del pelinegro, quien sonrió. EunJae miró a JungKook. —Porque saben que siempre cuentan conmigo... así que, puedes decirme lo que quieras, Kookie.

Él alzó la vista lentamente y al hallar los ojos de EunJae sobre él no supo si sonreír o soltarse a llorar. El vacío en su pecho lo obligó a suspirar con aire taciturno y comenzó a comer.

EunJae y JiMin cruzaron miradas.

—¿Qué pasa, Kookie? ¿Estás enfermo? —preguntó EunJae con maternal gesto. JungKook solo negó con la cabeza. —¿Te duele algo? —volvió a negar. —¿Éste torpe te hizo enojar? —señaló a JiMin con el pulgar que la miró indignado. —Porque puedo darle una paliza si quieres.

JiMin se rió con ganas y por la boca de JungKook se asomó una pequeña sonrisa. EunJae se la contestó con mucho más ánimo y palmeó ligeramente su hombro.

—¿Qué tienes, Kookie?

—Es solo que estoy preocupado —dijo al fin encogiéndose un poco de hombros.

—¿Por qué? —preguntaron los otros dos.

—No sé. Tengo un mal presentimiento.

—¿Mal presentimiento?

JungKook estaba a punto de explicarse, pero un sonido de platos rompiéndose en la cocina lo obligó a callar. Tanto ellos como los demás clientes se volvieron hacia la puerta de la cocina desde donde se escuchó un lamento:

—¡Maldita sea...!

—¿Ésa era Jennie? —dijo JiMin sin poder dar crédito a sus oídos.

—Sí —se rio EunJae. —Adentro también está Lisa. Estaban cortas de ingresos y se han metido a trabajar aquí. JiSoo se negó rotundamente y Rosé... bueno, ella es ella —resopló con una sonrisa. —Será mejor que me vaya muchachos. No puedo dejarlas solas un minuto, y creo ya han hecho suficiente desastre para que les quiten el salario de una semana —se levantó. —Trataré de rescatar lo que les queda del mes. Cuídense y ya no te mortifiques, Kookie.

¿Acaso tu corazón palpita? || JikookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora