Nadie podía creer lo que sus ojos veían esa mañana. JiHoon estaba sentado en la cafetería, con una taza de café humeante al lado y con varios papeles sobre su mesa, de todas maneras, su mirada estaba gacha, y Seungkwan pudo distinguir un leve brillo en sus mejillas producto de las lágrimas.
El enfermero se acercó lento y silencioso, no quería interrumpir lo que fuese que JiHoon estaba pensando en ese instante, pues sabía que era importante. Al estar ya frente a él, corrió la silla y se sentó a su lado. JiHoon había notado su presencia, más no dijo nada al respecto. Ni siquiera se movió de su posición, hasta que Seungkwan puso una mano en su hombro.
-JiHoon, yo...
-No es correcto que hablemos de temas personales en el trabajo, Seungkwan. -Dijo JiHoon con el tono serio de siempre, más se notaba su voz temblar un poco al acabar cada frase, estaba luchando por no llorar.
-No es un tema personal, JiHoon. -Murmuró Seungkwan con una voz dulce.- No deberías estar aquí. Lo de ayer...
-Lo de ayer fue un caso como cualquier otro, Seungkwan. -JiHoon apretó sus puños.- ¿Por qué no debería estar aquí? Trabajo aquí, tengo mucho por hacer, muchos casos que ver, urgencias que atender, vidas que salvar, vidas que perder, mentiras que decirle a DoYoon...
El sollozo que salió de sus labios le hizo quedarse en silencio, se cubrió los labios con el dorso de su mano y agacho su cabeza rompiendo en llanto. Seungkwan se acercó un poco más y rodeó sus hombros con uno de sus brazos para abrazarle. JiHoon se jaló los cabellos mientras negaba y se lamentaba.
-Debería haber continuado, quizás con electro...
-Hiciste todo lo que pudiste, JiHoon... Lo hiciste. -Murmuraba Seungkwan intentando calmarlo.
-Debería haber continuado con el masaje, Seungkwan... Le prometí que cenaríamos, que iba a estar bien, le mentí Seungkwan, y dejé que se fuera...
-JiHoon, DoYoon... Bueno, tú sabes, ese empleo es difícil, es peligroso... -Suspiró haciendo una pausa.- Creo que es mejor que vayas a casa hoy, lo necesitas. Le diré a Jeonghan que pase tus pacientes a Vernon, estoy seguro de que no habrá problema con eso, ¿Bien?.
JiHoon se limitó a asentir con la cabeza y se levantó con cuidado. Después de haber perdido a DoYoon tuvo que avisar a sus familiares, también a los propios, además de los servicios funerarios y avisar a la compañía de policías. No había dormido nada, pero la adrenalina y la tristeza le mantenían despierto.
Tras dejar su bata en su despacho, cogió su maletín y caminó por los pasillos lentamente, con la cabeza gacha. JiHoon jamás había perdido un paciente antes, era algo que sus superiores siempre le habían destacado, ahora había fallado, y nada más que con su pareja.
Las lágrimas volvieron a caer por sus mejillas cuando pudo ver a la familia de DoYoon en al final del pasillo. Su madre lloraba desconsolada, su hermano igual pero intentaba contenerla. Sintió como se le revolvía el estómago y miró sus manos que hace un par de horas estaban manchadas de sangre, y hace sólo un día eran estrechadas por DoYoon.
Tuvo que acercarse, según el protocolo y alzó su rostro para mirarlos.
-Hicimos... Hicimos todo lo que pudimos, señora Jang. -Murmuró con la voz entrecortada.
-Mentira, mentira, mentira, mentira -Sollozaba la señora mientras negaba con su cabeza.- Dime que es mentira, JiHoon... que es mentira. -Ante el silencio del doctor y al ver que bajaba su cabeza, ella se abalanzó encima de él con la intención de golpearlo.- ¡Mentiroso! ¡Era tu novio JiHoon! ¡¿Cómo dejaste que se fuera, eh?! ¡Mentiroso, mentiroso!
JiHoon recibió los golpes porque sabía que se los merecía, de hecho fueron los guardias y unas enfermeras quienes apartaron a la señora de él e intentaron calmarla. Su hasta entonces cuñado, SeYong se acercó a JiHoon y lo estrechó entre sus brazos, para después hablar con una voz ahogada por el llanto.
-No dudo que lo intentaste, JiHoon... Entiéndela, era su pequeño, está herida.
-La entiendo SeYong. Es difícil, sólo... intento actuar según el protocolo. -Respondió JiHoon tratando de sonar calmado.
-El funeral será esta tarde, en la catedral...
JiHoon asintió bajando la cabeza y se retiró pasando por su lado en silencio. Manejó con cuidado a casa, pues estaba pensando en demasiadas cosas, distraído del camino. Al llegar, abrió la puerta y la realidad le llegó de golpe.
DoYoon ya no estaba.
Cerró tras él mientras observaba la casa como si no fuese suya, ahora todo le parecía nuevo. Dejó su maletín en la entrada y caminó lentamente. Ni siquiera encendió las luces, pues aunque el día estuviese nublado y frío, él podría recorrer esa casa con los ojos cerrados.
Caminó por el piso de madera de la sala, que crujió bajo sus pies, deslizando su mano por aquel sofá muy vintage que DoYoon había insistido en comprar para ellos. Esbozó una leve sonrisa al recordar las películas que habían visto ahí, las veces que se habían dormido, lo mucho que le decía a DoYoon que detestaba ese sofá.
Continuó caminando, los muebles antiguos eran uno de los placeres culpables de DoYoon. La casa era grande, no porque ellos necesitaran mucho espacio, sino que era porque necesitaban poner todos los muebles de DoYoon. Miró los retratos, las primeras y únicas vacaciones que habían tenido como pareja. Recordó lo emocionados que estaban en ese entonces, lo bien que lo pasaron, las manos de DoYoon acariciándole, sus besos en la playa.
Una lágrima se deslizó silenciosa por su rostro y continuó caminando. Llegó a la cocina, en efecto, las cosas para la cena de ayer estaban sobre el mesón, más nada estaba preparado. Sintió una presión en su pecho y pasó saliva mientras sus ojos se llenaban de lágrimas. Se acercó lentamente al mesón y cogió una rosa blanca, DoYoon solía tener esos detalles.
No pudo evitar el sollozo que escapó de sus labios mientras acariciaba los pétalos de la flor con lentitud, pensando que DoYoon los había tocado también. Quería pensar que esa era una manera de sentir sus manos de nuevo.
Finalmente, llegó a su habitación. Abrió la puerta lentamente, sus piernas temblaron. Uno de los trajes de DoYoon estaba tendido en la cama, debe ser que aquel que lavaría luego. Dejó la rosa sobre su mesita de noche y se sentó en la cama, la acaricio con la punta de sus dedos cuando ya sus lágrimas resbalaban silenciosas por su rostro.
Pensó en cada momento que compartió junto a DoYoon en su cama. Porque era de él, no la habían comprado, pues a JiHoon le gustaban las camas grandes y la que tenía era perfecta para ambos. Recordó que a DoYoon le gustaba el color blanco, porque era luz, y porque la piel de JiHoon era muy blanca.
-Como un Mochi... -Murmuró recordando las palabras de su pareja.
Cogió el uniforme entre sus manos para observarlo y dejó de ser fuerte. Abrazó la prenda escondiendo su rostro mientras lloraba. Intentó sentir la presencia de DoYoon en ella, sentir que sus brazos le rodeaban de nuevo, que su calor le quitaba el frío ese día gris, pero no.
DoYoon se había ido, para siempre.
Supo que había llorado hasta dormirse cuando despertó a las 7pm. Se levantó con pesadez y tras una ducha, se vistió.
Con las manos temblorosas cogió el traje de DoYoon, lo tendió en el armario no sin antes acariciarlo. Bajó la cabeza mordiéndose los labios con fuerza, la señora Jang tenía razón, era su culpa, él debería haber seguido, ahora DoYoon estaría aquí y él no tendría que ir a un funeral.
Cerró las puertas del armario con lentitud y salió de la habitación.
A los pocos segundos se devolvió casi corriendo, cogió la rosa que había dejado en su mesita de noche y salió de casa rumbo a la catedral.
A DoYoon le gustaban las rosas blancas.
YOU ARE READING
LOVE'S EMERGENCY. [JICHEOL]
Hayran KurguLas puertas de su oficina se abrieron, salió seguido de sus enfermeras. -¿Causa de las hemorragias? -Ha recibido tres impactos de bala. Dos en el abdomen. -¿Nombre del paciente?. -Choi SeungCheol. JiHoon apresuró el paso. No se permitiría perder a...