Capítulo 11: Hermanos Beili

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Con mi tenedor miro la comida de mi plato y juego con ella intentando comerla, un poco de zanahoria rallada entra en mi boca pero el sabor me hace sentir pésimo, me trago la comida con los ojos cerrados y decido que hoy no tengo apetito alguno.

-¿Alexandre quieres mi almuerzo? Apenas lo he tocado -le acerco mi bandeja de comida a Alex y él me mira confundido.

-¿Seguro? -Dice, dejando de masticar y permaneciendo inmovible -Para el desayuno tampoco comiste nada.

-Supongo que no tengo hambre -digo con desinterés, Alex termina aceptando mi solicitud y empieza a comerse mi almuerzo.

Él me habla de cómo los exámenes de matemáticas se le están haciendo un poco difíciles y mucho más ahora que estamos a un mes de terminar el primer ciclo de clases para salir de vacaciones por dos semanas.

Al escucharlo a él, me doy cuenta de que aún no recupero por completo mis calificaciones en Inglés, debo estudiar mucho para los últimos dos exámenes o no podré recuperarme en el segundo ciclo de estudio.

Una vez que Alex termina de comer, el timbre para regresar a nuestros salones de clases suena y los dos nos ponemos de pie y caminamos por los pasillos.

-¿Vas a hacer algo hoy en la tarde?

-Debo trabajar -digo mientras presiono mis labios -¿Y tú?

-Pues quería saber si me acompañabas al centro comercial, pero no te preocupes. ¿Podemos ir otro día?

-Claro, tengo libre los miércoles.

-Genial -dice, Alexandre sonríe de forma muy grande y luego se gira para caminar hacia su salón.

Tomo mi teléfono desde mi bolsillo mientras un extraño dolor de estomago se instala en mí en el momento que Jyaden aparece.

-¿Quieres que te lleve a casa? Trabajas hoy, ¿No?

-Si, pero no gracias. Me iré caminando.

-¿De verdad? -Pregunta él con un tono de voz casual e inseguro -No hay doble trato en este favor Hunter, solo estaba siendo amable.

-Discúlpame si dudo de tu amabilidad -agrego con un sarcasmo pequeño del cual Jyaden se ofende bastante.

-¿Y soy yo el desagradable? -Jyaden acelera sus pasos y se aleja de mí. Me empiezo a sentir un poco mal por haberle respondido de mala forma, pero ¡Estamos hablando de Jyaden! Ese chico no tiene sentimientos; él mismo me dijo hace semanas que no me odiaba a mí en particular, si no que odiaba a todo el mundo... ¿Por qué yo debería ser amable entonces?

Rodeo la mirada agotado por mis pensamientos y una vez que llego al salón de clases, dejo caer mi mente en las letras de los libros de estudio. Me desconecto de todo lo que me rodea hasta el momento que el timbre para salir de clases me despierta y todos celebran que ha comenzado el fin de semana.

Camino a solas hasta salir del Colegio, no me encuentro a Jyaden en ningún momento y eso me quito algo de lo tenso que me siento.

Una vez que llego un poco cansado hacia la casa de los Beili, comienzo a ayudar a la cocinera a preparar la cena pero algo extraño sucede. Me acerco hacia la olla que tiene cociendo un par de patatas y el olor me hace vomitar. Corro hacia el baño de la forma más normal que puedo y vomito en el retrete sin que nadie me escuche. Me limpio mi boca con agua helada y me empiezo a sentir un poco mareado al salir.

-¿Qué me pasa? -me susurro a mí mismo.

-¿Hunter?-Vee aparece a un lado de mí y se me queda viendo preocupada -Hunter estás tan pálido como un helado de piña, ¿Te sientes mal?

Debo SalvarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora