6.

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Cuando Wanda despertó se asombro de que su hermano no estuviera en casa.

Suspiró al leer la nota y se preparó para el instituto. Cogiendo el dinero, salió del departamento, cerrando con dificultad la vieja puerta y dirigiéndose a las escaleras. Pues nadie, en su sano juicio, tomaría el ascensor del edificio.

No si quería vivir.

Se acomodaba la mochila cuando el dueño del lugar la miró, haciendo a Wanda sentirse incómoda. Le sonrió levemente por educación y se apresuró a salir afuera.

Tomando caminó hasta llegar a donde Barry usualmente se encontraba.

Cuando esté la vio acercarse rodó los ojos, desapareciendo su sonrisa.

- Barry...

- lo siento Wanda, prometí a Peter no volver a venderte.- interrumpió.

La Omega hizo una mueca, antes de entregarle el dinero a Barry.

- es por lo que debo - susurro. - bueno, una parte.

Barry suspiró, tomando el dinero.

- escucha, no soy un chivato pero... - susurro, buscando posibles oídos indeseados - escuché por casualidad, que tú hermano llegó a una especie de trato con el jefe y hoy... - susurro bajito.

- ¿Hoy que? - cuestióno la pelirroja, en un susurro.

Barry volvió a observar a su alrededor.

- tu deuda a bajado 5. 100 dólares - respondió - y he visto hoy a Peter, abordar uno de los autos de mi jefe. - confesó.

Wanda frunció las cejas.

-¿ Que estás queriéndome decir? - preguntó alarmada, Barry se encogió de hombros, regalándole una mirada que a Wanda no le hizo gracias - ¿Acaso eres idiota?, ¡Mi hermano no es de esa clase de persona!.

- tranquila, tranquila - respondió Barry - solo estoy diciendo que es sospechoso.

Wanda le dirigió una mala mirada. Antes de darle la espalda, para ir al colegio.

El otro hizo una mueca, preocupado por su amigo.

Los pasos de Wanda perdieron intensidad a la sexta cuadra y se detuvo un momento, preguntandose si de verdad su hermano había caído tan bajo por culpa de ella.

Cuando se dio cuenta que era una verdadera posibilidad conociendo a su hermano, tembló de culpa y se planteó el llamar a su padre.

Aún que pedirle ayuda a su padre era tener que contar la verdad, por lo que sabía que se metería en problemas.

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Peter estaba sentado en la acera de alguna calle, mientras revisaba el periódico en busca de trabajo.

Había discutido con su jefe, luego de que este lo había llamado a su oficina y lo había visto lo suficientemente desesperado por mantener el empleo.

Cómo Peter previó, este intento propazarse, pues en diversas ocasiones se le había insinuado.

Una cosa llevo a la otra y le estrelló una taza en la cara, provocando que sangrara.

Por unos breves segundos estuvo seguro de que llamaría a la policía, pero luego recordó que el que estaba siendo acosado sexualmente fue el.

Por lo tanto tomó sus cosas y el dinero que le correspondía de la caja, antes de marcharse.

Tomó aire, diciéndose que el lado bueno del asunto es que tenía el día libre.

Pues Charles le había dado la tarde libre, alegando a que hoy no abriría, pues había tomado demasiado anoche.

Con estas cosas en la cabeza se puso de pie, dirigiéndose a su casa.

Una vez en el departamento dejo sus cosas en el viejo sofá, derrotado y cansado.

Cuando notó que no estaba el dinero que le había dejado a su hermana, junto sus manos, rezando mentalmente en qué lo gaste en comida y no en metanfetamina o cocaína.

Luego se rindió, pues hasta ahora, ninguna deidad había socorrido a sus súplicas.

Sacándose los zapatos se tiró al sofá, con el periódico en mano, revisando atentamente los anuncios.

De pronto, uno en particular había llamado su atención. Mozo de un hotel en San Francisco.

Peter lo pensó, realmente lo hizo. San Francisco era un gran lugar, un lugar tranquilo y lindo, además los hoteles de renombre, como el del anuncio, pagaba una suma bastante buena.

Y el tenía experiencia, de igual forma, ¿Que importaba si mandaba su currículum?, ¿Que tenía que perder?.

Tras unos momentos de meditación en sí mismo, Peter decidió que lo haría. Pero para eso debía ir a un locutorio.

Se puso de pie, tomando su billetera y contando el dinero que tenía en ella.

No era mucho, lo suficiente como para un almuerzo, unos viajes en bus y el locutorio.

Se retiró a su cuarto, dispuesto a cambiarse de ropa, cuando su teléfono sonó.

Al mirar el número desconocido Peter maldijo, ¿Tan pronto?. Tomó una respiración antes de contestar.

-¿Si?.

- Quiero verte, ¿Dónde estás?, Mandaré un auto por ti.

-¿Y si estoy en el trabajo?.

- ¿Contestas el teléfono cuando trabajas? - buen punto, pensó el platinado - de igual manera dime dónde está. Tenemos un trato, ¿Lo olvidas?.

Peter rodó los ojos.

- no, no lo olvidó - susurro.

- ¿Dónde estás? - preguntó con severidad.

Peter suspiró, logrando qué Logan apretara el celular en su mano, solo por reflejo.

- estoy en mi casa - admitió, entonces la llama acabo.

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Charles caminaba cansado, mientras sostenía una bandeja con té recién echo.

- me alegro que vinieras, estoy preocupando, ¿Has hablado con Pietro? - preguntó el Omega, sirviendo el té.

- ayer por la noche - contesto Erik, tomando una taza. - no parecía estar mal, tal vez cansado.

Sus matones se mantenía firmes en las puertas del bar cerrado.

Charles hizo una mueca.

- pues al parecer tu princesa se metió en un problema - susurro.

-¿Cual problema?.

- Peter no fue muy abierto respecto al tema, algo sobre una deuda.

-¿Cuánto?, ¿Y a quién?.

- no me dijo - respondió el británico, dejando la taza - pero me dijo que lo había resuelto.

Erik rodó los ojos, imitando la acción del otro.

-¿Entonces cuál es el problema?.

- el problema es que no le creo - admitió Charles, viendo a los ojos de Erik.

-¿Te pareció que mi hijo mentía Charles?.

El castaño lo pensó.

- estoy seguro de que lo hacía.

Merced.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora