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Logan podía sentirse drogado con el olor que había en su habitación.

Olor que lo enloquecía, fácilmente podía imaginarse el peli-plateado desnudo, abrazando su espalda.

Aún así la realidad era otra y quién abrazaba su espalda no era Pietro, sino Jean. La beta que reemplazaba el cuerpo de Peter en las fantasías de Logan.

- tengo que ir a trabajar - susurro está cansada, levantándose de la cama.

James asintió, intentando ignorarla. Cuando está se le quedó mirando, supo que quería decirle algo.

-¿Que?.

Jean se mordió el labio, dudando.

- Pietro - susurro.

-¿Que hay con el? - preguntó alerta.

Ella retrocedió un paso.

- su padre es el dueño del club, escuchó que estás tras de el y no le gustó.

-¿Y que con eso? - Logan realmente no entendía el punto.

- su papá es tu competidor.

Bueno, aquí había un punto.

-¿Su hijo es mi competencia? - cuestióno, tratando de mantener su mente fría.

Jean se relajó, arrugando su ceño.

- no realmente - consoló - según se Pietro quiere estar lo más lejos posible.

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-¿Seguro que está todo bien hijo?, Te noto cansado - insistió su padre.

Pietro rodó los ojos.

- Vale, dos noches seguidas, ¿Que está pasando?.

Erik río, encantado por la perspicacia de su hijo.

- los rumores vuelan por las Vegas - susurro, dejando su copa de champagne en la mesa que Peter limpiaba.

Este se detuvo, mirando a su padre, mientras entreceraba sus ojos.

-¿Que rumores?.

- bueno, si te interesa saber, algún pájarito me a contado de que tu hermana está por malos pasos y...

- estaba - interrumpió firme - yo ya arreglé el asunto.

Su padre frunció el ceño y antes de siquiera pensarlo le dio una bofetada.

- te dejo jugar al buen samaritano, pero eso no quita el echo de que soy tu padre y me debes respeto - regañó en voz baja, como si estuviera amenazándolo.

Peter guardo silencio, mientras sentía la rabia inundar sus venas. Al ver que Pietro no pensaba contestar tomó su rostro.

Distinguía la furia en el iris de su primogénito, lamentándose, brevemente, en silencio, antes de soltarlo y tomar su copa.

Cuando Lehnsherr se marchaba, su vista cruzó con los de su joven competencia, quien le mantuvo la mirada hasta que se pasaron de largo.

Erik giro la cabeza, mirando para atrás, notando que se dirigía hasta su hijo.

Eso no le gustó nada, menos cuando Pietro retrocedió un poco.

Charles tenía razón. Su hijo mentía.

Peter no estaba realmente seguro por qué Logan estaba allí y algo en su mente le decía que era por el.

James lo estudio con la mirada en silencio, hasta que de la nada estiró su mano. Provocando que Peter se asustara y diera un paso atrás.

-¿Que...?- susurro.

En vez de responder Logan lo tomó de la barbilla, inclinando un poco su rostro.

-¿Quien? - preguntó con autoridad.

Pietro proceso la información, antes de entender que se refería a su mejilla. Negó, soltando se.

- mí padre, tuvimos un problema, pero está bien - aseguró, Logan frunció el ceño - enserio, no me duele - aseguró.

Logan miró hacia atrás, por donde se había ido Erik Lehnsherr, entendiendo que la información de Jean era cierta.

-¿Por qué te golpeó? - preguntó, dándole un poco de espacio personal.

Espacio que Pietro agradeció mentalmente.

- el... Bueno, nosotros tenemos ideas distintas y le falte al respeto - respondió distraídamente, mientras limpiaba las mesas - como sea, ¿Que te traigo?.

Logan asintió, tomando asiento en una mesa vacía.

- quiero un Whisky en las rocas - ordenó.

Pietro asintió, tomando su bandeja y marchándose por el pedido.

En el piso de arriba, desde el barandal, Erik lo observaba cual águila.

- quiero saber que trato tiene con mí hijo - ordenó a uno de sus subordinados.

Quien asintió retirándose.

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Barry observó al auto de su jefe arrancar, justo en el momento que Peter salía, lo que le hizo sentir una corriente eléctrica por su espina dorsal.

Tal vez sus sospechas eran ciertas.

Nego, intento quitarse esas ideas. Pietro no era así, no era de esos omegas.

Aún que todos tenían un precio y el de Peter era su hermana. Wanda era la debilidad pública de Pietro, también era su obstáculo a una vida mejor. Aún que el peli-platiado no lo sabía.

Barry estaba seguro, había conocido a demasiadas personas como para saber quién pertenecía a las Vegas.

Y Wanda era esa clase de persona.

Cuando su amigo y vecino, llegó a su lado, Barry no hizo más que sonreírle.

Ciego es el que no quiere ver.

Merced.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora