Capítulo 10

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12 de Julio 2023

Kate

Decidí respirar hondo. Todo había sido muy rápido… La decisión de mudarnos no nos había costado nada sin embargo el tener que empaquetar todo… TODO con niños pequeños… Con trabajo hasta las cejas y en verano estaba siendo más duro de lo que esperaba.

Habíamos conseguido ayuda de todos… Desde mi padre y Martha, pasando por Alexis y Hailey y terminando con los chicos. Si, podíamos permitirnos un camión de la mudanza, sin embargo, tomar una decisión tan precipitada también tenía su consecuencia… En pleno verano, la gente solía organizar sus mudanzas con tiempo y no quedaba nada libre… Por lo que entre ayuda de todos habíamos dejado el loft vacio casi enseguida, donando la mitad de los muebles, guardando otros tantos en el trastero que Rick había alquilado y comprando otros nuevos para así también decidir la decoración entre todos.

Algo que apenas había podido decidir al casarme con él y mudarme a su casa…

Aquello había sido divertido…

Sin embargo, la habitación de los niños y el despacho de Castle estaba siendo una ardua tarea.

Sobre todo teniendo en cuenta su distracción constante.

La de los niños.

Y la de Rick, por supuesto.

Y yo cada vez estaba más desquiciada.

Mi móvil empezó a sonar antes de que yo me asomara en el despacho de Castle y le llamara la atención.

Con el aparato vibrando en la mano, él alzó su mirada y asintió metiendo unos cuantos libros en una caja.

¡Cuánto deseaba terminar esa mudanza!

Salí del despacho y me alejé del alboroto que los niños estaban armando sacando peluches de unas cajas del salón y contesté a la llamada.

Abby mi asistente parecía más estresada que yo al otro lado de la línea.

Yo escuché la llamada atenta y rápidamente fui al salón a buscar unos papeles que necesitaba y decirle los nombres y números que ponía en ellos… Después de cinco minutos buscando los encontré medio arrugados en el sofá.

Sin tiempo a discutir con Lily o los gemelos, le dije lo necesario y luego colgué mirando el desastre que era todo.

Envié un par de mensajes y obligué a los niños a que recogieran sus juguetes si querían tenerlos en la casa nueva o los dejaríamos ahí… Aquello había surgido efecto.

Al regresar al despacho, mi cara fue un poema.

Ni por nada del mundo imaginé encontrarme con aquello al regresar:

Había tres cajones desmontados con un montón de cosas encima de la mesa y un montón de libros amontonados mientras Castle sonreía con un montón de trastos alrededor, sentado en la silla… Como si nada.

-¡Castle! ¡He recogido todas las cajas que faltaban y los niños tienen casi todo recogido… y tú…!

Yo no podía creérmelo… Aunque aun era temprano, habíamos madrugado para terminar al medio día y poder irnos a la otra casa definitivamente por la tarde… ¿Y él seguía así?

Un escritor, su musa y sus 3 hijosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora