Capítulo 16

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17 de Julio de 2017

KATE

Después de haber impartido una de mis clases a los futuros – y espero que mejores – policías de Nueva York, camino por los pasillos de la academia hasta llegar al gimnasio.

La clase de hoy no tenía nada que ver con auto defensa ni con ningún otro tipo de prueba física. Hoy les he hablado de la forma de pensar de un policía, algo que desde fuera puede parecer muy simple pero que sin duda no lo es. El control emocional es uno de los aspectos más importantes cuando estás dirigiendo un caso – no involucrarte emocionalmente con las víctimas, o incluso saber retirarte a tiempo si ya te has involucrado demasiado, puede ser de vital importancia para capturar a un asesino.

A pesar de que ha sido una buena clase, hoy es uno de esos días en los que necesito hacer ejercicio. Necesito liberar a mi cuerpo de todo el estrés acumulado.

Se suponía que hoy regresaría pronto a casa, que solo estaría en la academia un par de horas y después podría marcharme y pasar el resto del día con mi familia. Sin embargo, el sargento Ortiz ha solicitado mi ayuda en un caso de gran importancia, por lo que la idea de llegar a casa temprano queda completamente olvidada y en su lugar me reuniré con un agente del FBI.

Por supuesto Castle lo ha entendido cuando le he llamado para explicárselo, y no creo que le haya sentado mal. Él está conmigo al 100%, él entiende en qué consiste mi trabajo y entiende que a veces requiere más que cualquier otro empleo.

Adoro eso de él. Sin su apoyo yo no habría podido aceptar este empleo en la academia, y poder continuar de alguna manera mi labor en el cuerpo de policía de Nueva York. Hacerlo me hace feliz.

Aunque a veces lo odie.

Porque odio no poder estar en casa ahora mismo y perderme el cumple meses de Lily.

Sí, es cierto, cumplir meses no es gran cosa, pero Castle había decidido que hoy haríamos una pequeña fiesta para nosotros tres en el salón de casa, y realmente me apetecía pasar el día con ellos.

Hoy hace ocho meses que nuestra pequeña princesita vino al mundo. No puedo creer que el tiempo haya pasado tan deprisa, pero Lily está enorme.

Ya se sostiene erguida sentada en el suelo, se inclina sobre sus extremidades cuando está tumbada y comienza a gatear - muy torpemente. Además no calla ni un segundo y aunque todavía solo emite balbuceos ininteligibles para la mayoría de las personas, Castle y yo interpretamos cada uno de esos balbuceos como si hubiésemos creado un lenguaje único para nosotros tres. Visto desde fuera parecería ridículo, pero adoro ver a Castle hablando a nuestro bebé con ese tono de voz tan absurdo pero a la vez tan tierno que hace que me derrita por dentro con solo escucharlos intercambiar sonidos.

Cuando abro la puerta del gimnasio no me sorprende descubrir que no estoy sola. A pesar de la oscuridad del lugar – únicamente iluminado con la luz procedente del exterior a través de las pobres cristaleras – veo que hay una alumna junto al saco de boxeo.

Observo sus movimientos desde una esquina, con la ventaja de no haberla alertado todavía con mi presencia. Se trata de Emma Doyle, quien en el tiempo que llevo entrenándola ha demostrado ser una de las mejores y quien, de alguna manera, me recuerda a mí cuando empecé.

Un escritor, su musa y sus 3 hijosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora