#21: Máximo poder

237 25 5
                                    

- Luego vendrán las canas, las arrugas, los dolores...

Puse los ojos en blanco y opté por darle una patada a Sharrkan para tirarlo de su silla, consiguiendo que se callase de una vez apenas se estampó contra el suelo.

- Que son 19, no 91- repliqué, dándole otro mordisco a uno los dulces que me habían preparado las cocineras del palacio por mi cumpleaños-. Y sigo siendo más joven que tú por un par de años, así que el viejo eres tú.

- ¿Es que ni siquiera en el cumpleaños de Reena vas a dejar de buscar pelea?- resopló Yamuraiha, golpeando la cabeza del espadachín con su báculo. 

- Déjalo, si da igual qué día sea, vamos a seguirnos molestando- reí, viendo al moreno levantándose y mirando mal a la bruja. 

Meses después de la extracción de Harith, mi secuestro y la estadía de Judal en Sindria, aquella tarde estábamos los generales, Sphintus, Aladdin, Alibaba y Morgiana reunidos en el comedor, merendando un extenso repertorio de postres cortesía de la cocina real. Todo estaba muy tranquilo, la vida seguía normal para todos e incluso después de que el Oráculo de Kou regresase a su imperio seguíamos comunicándonos, gracias a que entre los tres Magis me habían enseñado a transmitir mensajes con motas de Rukh, tal cual había hecho el pelinegro en un par de ocasiones conmigo. Yunnan también se había ido, una mañana sin más ya no estaba en el palacio ni mucho menos en Sindria, al fin y al cabo era un espíritu libre y se había quedado hasta poco después de la recuperación completa de Judal. 

Con respecto a Stolas, mis entrenamientos diarios ahora se reducían a un rato de tiempo variable, tenía el magoi más elevado que nunca y ya sabía mil y una formas de manejar las espadas envenenadas, tanto los dos ataques básicos como cualquier estrategia enseñada por Sharrkan. Me frustraba un poco no poder obtener el Equipo Djinn, me había esforzado mucho y aún no sentía el más mínimo indicio de que fuese a ocurrir pronto la transformación completa, pero el Djinn insistía en que todavía no era el momento. Encima, me había confesado que la apariencia de búho gigante que había visto en su celda no era la auténtica, sino la que tenía desde que pensó que jamás encontraría un amo apropiado, por lo que me prometió revelar su físico de hombre en cuanto obtuviese el equipo.

No podía esperar más, quería ver su máximo poder.

***************************************************

Judal

- No, al menos cuando me fui todavía estaba entrenando, que yo sepa sigue sin poder liberar su equipo- me hundí de hombros, sin levantar la vista de mis pergaminos. Éstos eran bastante más simples que los que siempre usaban Kouen y Koumei, pero me servían para visualizar los posibles campos de batalla y las ventajas y desventajas que teníamos en cada zona. 

- Me encantaría verla usando la Magia Extrema de Stolas- siguió comentando el actual emperador a la par que yo ponía los ojos en blanco. Por fortuna, se le había pasado esa enfermiza obsesión que tanto me recordaba a mí hacía un par de años, pero seguía estando muy interesado en Reena. En el fondo, tenía envidia de Sinbad por tenerla de arma, de Sphintus por tenerla de pareja y de ella misma por tener un Djinn como Stolas. 

- Pues espera sentado, si lo hubiese conseguido ya me habría mandado un mensaje- corté su ensoñación, aburrido de oírlo preguntando cada pocos días sobre la pelinegra residente en Sindria. 

- Es extraño oírte tan tranquilo, por lo general nos mandarías a todos al demonio y ni siquiera aparecerías por aquí- Koumei frotó su nuca como de costumbre, mirándome extrañado. 

- Me da que es por no tener tanta oscuridad a mi alrededor- los miré a ambos de reojo, apretando disimuladamente el borde del pergamino apoyado en mis piernas cruzadas. Desde que había empezado a reunirme con ambos pelirrojos, mi sitio era una silla donde me sentaba de cualquier manera, aunque como ya estaban acostumbrados a mis posturas despreocupadas no me decían nada-. Como ahora no tengo ninguna relación con Al-Thamen no me rodea tanto Rukh oscuro, no me había dado cuenta de lo abrumador que era hasta que dejé de sentirlo. 

Gemas amatistasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora