Mantuve mi mirada fija en la borda del barco, aguardando ver a un hombre similar a Abel. Lo notaría al instante, así que presté atención. Evidentemente, los primeros en descender fueron dos pelirrojos de la realeza...
- "No se atreverán. Y si se acercan a ti les arranco la cabeza de un mordisco"- intentó animarme Tao. Yo los miraba mientras se acercaban a Sinbad y los demás. Por mi parte, me había puesto algo alejada para poder hablar tranquila con el padre de Abel, que miraba a su alrededor muy entretenido.
- Ya lo sé, Tao. Pero Kouha tiene fama de sanguinario, una gota de sangre se derrama y quiere derramar más. Si me reconocen, va a haber problemas.
- ¿Abel?- una voz extrañada me sacó de mi conversación con mi tigre, y vi delante de mí a un hombre alto, fornido y con los mismos rasgos que el pequeño. Éste sonrió y se revolvió en mis brazos para irse a los de su padre, que lo tomó mirándome confuso-. ¿Reena? ¿Por qué tenías tú a mi hijo?
- Mire...- le puse una mano sobre el hombro y tomé aire para darle la mala noticia-. Su mujer falleció hace una semana de un ataque al corazón. Pude oír su Rukh pidiendo ayuda y me encomendó a su hijo, lo he estado cuidando todo este tiempo por ella.
- ¿Qué...?- farfulló sin poderse creer lo que le estaba contando. Me dolía verlo así.
- Lo siento mucho, de verdad. Le prometí que recibiría una digna ceremonia cuando usted regresase. El sepulturero la tiene lista para el funeral, así que...
No me dejó continuar. El brazo que no sujetaba al niño me rodeó con fuerza, agachándose y hundiendo su rostro en mi hombro, llorando amargamente. Le devolví el abrazo y lo dejé calmarse, asimilar el golpe del destino asestado en su ausencia.
- Le entiendo, no se preocupe- intenté animarlo-. Yo también perdí a dos personas muy importantes para mí. Su esposa ahora está con el flujo de Rukh del mundo, está en paz y sin dolor. Aún desde allí arriba, estará velando por usted y Abel.
- Mi hijo... Te debo su vida, lo has salvado de acompañar a su madre en la muerte- sollozó intentando recomponerse.
- Se ha portado muy bien- sonreí tratando de animarlo-. Cuando crezca será un niño muy alegre.
Me despedí de Abel y de su padre y regresé con Sinbad y los demás. Tao no podía evitar mantener un constante gruñido gutural que sólo yo escuchaba, mirando a los dos príncipes. Todos tuvimos cuidado de no mencionar mi nombre en ningún momento hasta llegar a palacio, aunque ya me había percatado de que Kouha no mordía el anzuelo. Sospechaba de mí, se le notaba en su forma de inspeccionarme con su mirada fría. De arriba abajo, sus ojos se paseaban por mi persona como buscando algo que le terminase de convencer que yo era Reena. Kougyoku, por su parte, no dejaba de babear ante Sinbad, ignorando a todos los demás por completo.
Apenas llegamos a casa me fui de inmediato a mi habitación con Tao. No quería causar problemas y ya sabía que el príncipe se había dado cuenta.
- "No pienso alejarme de ti hasta que esos dos se vayan"- prometió Tao pegándose a mi pierna. Yo miraba al suelo, sentada en el borde de la cama, pensando algún plan B por si llegaba a suceder algo.
- De ella no puedo fiarme tampoco, pero no parece tan interesada en mí como Kouha. Ya se ha dado cuenta de que soy Reena, y hará una locura en cuanto tenga la ocasión- resoplé-. De eso estoy segura.
- "Sea un príncipe o no, si tienes que hacerlo mátalo."
- ¿Y provocar una guerra entre Kou y Sindria? El peligro soy yo, para ambos países. Si mato a un miembro de la realeza de Kou siendo residente en Sindria... Sinbad y todos los demás no me lo perdonarían jamás.
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Gemas amatistas
HumorNo es maga, pero hace milagros No es una conquistadora de calabozos, pero tiene un poder oculto. No tiene familia, pero sí amigos en quienes confiar hasta la muerte. Reena nunca pensó que lo perdería todo ese día. Una humilde invitación al palacio d...