#18: Como hermanos

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Dos semanas después de mi repentina aparición en el palacio de Kou, por fin podía moverme con total libertad en la habitación, hablar sin arrastrar las palabras y seguir conversando con Stolas. Aún debía quedarme otra semana más, aunque mi magoi y Rukh se hubiesen restaurado casi del todo no estaba en condiciones de dejar de recibir atención médica.  Y si echaba de menos a Sharrkan y sus bromas... Kouha se encargaba de cubrir ese "imprescindible" espacio de mi vida con sus torpezas. La de aquella mañana había sido resbalarse al traerme por voluntad propia el desayuno y tirarme el zumo de frutas, las tostadas y el tazón de leche con galletas encima. Eso no era lo mejor, tras semejante desastre intentó acercarse a quitar los restos de comida y acabó provocando que los líquidos se escurriesen por en medio de mis pechos, al sacudirlos con la servilleta para limpiarlos. 

- ¡Estate quieto!- protesté, empujándolo y levantándome enseguida para ir al cuarto de baño. Allí, con Kouha mirando desde la puerta con ojos de cachorro apenado, me quité todo lo que pude de encima con agua y resoplé. Me había manchado entera, la ropa estaba empapada de zumo y leche, mi pelo estaba lleno de trozos de galleta, las tostadas se habían reblandecido y quedado pegadas por mi pecho...-. Te agradezco el gesto, pero ahora déjame bañarme para quitarme el desayuno de encima.

- Dame tu ropa, la llevaré a que la limpien- extendió las manos, inocente. Alcé una ceja, esperando a que se diese cuenta de lo que acababa de decir, pero se limitó a ladear la cabeza-. ¿Qué?

- Kouha, no me pienso desvestir delante de ti- sonreí, viendo en él por un momento a un niño pequeño y no a un sádico príncipe de mi edad.

- Si a mí me da igual.

- A mí no.

- ¿Por qué?

- Por algo que se llama "vergüenza".

- ¡Pero si vas media desnuda todos los días, no me vengas con esas ahora!- repuso, haciéndose el ofendido. 

- Me tapo lo que me tengo que tapar, y eso sólo lo pueden ver otras mujeres y mi pareja- me crucé de brazos, reteniendo una mueca de asco al sentir la pegajosidad sobre mi piel.

- ¿Si fuera Kougyoku sí lo harías?

- Sabiendo lo pudorosa que es con esas cosas seguramente ella me esperaría fuera del baño.

- Venga, hago eso- ¿y a éste qué le había picado?

- Déjalo, yo llevaré la ropa después. Por cierto, ¿dónde puedo encontrar algo para ponerme mientras esto se lava?

- Le pediré a Kougyoku uno de sus camisones, no creo que le importe.

- Sólo será por un rato, hasta que mis cosas estén limpias y secas.

Tras eso, el príncipe desapareció del baño y yo me apresuré a bañarme para quitar toda la comida de mi cuerpo, a sabiendas de que no tardaría en ver aparecer de nuevo a Kouha por la puerta. Por suerte, para cuando él regresó, yo ya me había envuelto en una toalla, cubierto con otra para no enfriarme y lo esperaba sentada en el borde de la cama.

- Me acaban de regañar por tirarte la comida encima- hizo un puchero, dándome la ropa perfectamente doblada. Por lo que veía de primeras, era algo un poco más sofisticado, similar a los ropajes habituales de la princesa pelirroja-. Kouen dice que vengas con nosotros al comedor para que desayunes lo que quieras, que como Ka Koubun siempre está con Kougyoku él puede estar pendiente por si te notas débil. 

- Vale, muchas gracias. ¿Te importa darte la vuelta?

- ¿No me vas a echar?- se sorprendió. Me reí y negué con la cabeza.

- No sé dónde es vuestro comedor, y paso de perderme y encontrarme con alguno de esos tipos. Además, te enseñaré lo que querías ver. 

Se sonrojó con violencia, malinterpretando lo que le había dicho, y por toda respuesta bajé un poco las toallas hasta dejar al descubierto parte de mi pecho. Me concentré y controlé mi Rukh para no gastar demasiada energía, consiguiendo que el símbolo sobre mi esternón brillase como un pequeño sol dibujado en mi piel.

Gemas amatistasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora