• Especial •

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La primera vez que pedí.

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Mil voces me hablaban cada mañana de lo que tenía que hacer. Mil voces me decían que estaba esperando demasiado para una simple pregunta. Mil voces me criticaban por no dar el paso siguiente a esta relación.

Todas esas voces venían de la misma persona. De mí.

Sabía que ya era momento de levantar el pie y avanzar con firmeza, decirte lo mucho que importabas para mí y ser feliz. Feliz de que estés a mi lado, de que me ames tanto como yo a ti, y seguir así hasta morir. Porque sabía que desde el momento que pensé en un futuro contigo, era la hora de cambiar mi mentalidad.

Dejé todos esos pensamientos cuando me hablaste.

—¿Te acuerdas cuando fuimos a tu reunión de ex compañeros? —preguntaste sonriéndome y dejando el plato de comida al frente mío. Desde que empezaste a vivir conmigo, hace más de un año, nuestra relación sufrió cambios. Cambios tanto positivos como negativos—. Ese chico, Midoriya, sí que es divertido, y su pareja también. Son tan tiernos los dos.

Fruncí el ceño. Desde ese día que conociste al idiota y a la cara redonda que no dejabas de hablar de ellos. Al parecer habían congeniado muy bien entre los tres.

—Ese día llamaste la atención de todos.

—¿Cómo no? Si soy un amor. —Te cruzaste de brazos y levantaste la cabeza altanera. Dejé soltar un sonido en burla, aunque no iba a negar tu comentario. Solo me miraste mal cuando me escuchaste, pero no hiciste más que sentarte a comer conmigo—. En verdad fue por ser tu pareja. Katsuki, ¿tan mal genio eras en la Academia? ¿Más de lo que eres ahora?

Dejé la comida que me iba a llevar a la boca a medio viaje al escuchar esas preguntas—. ¿Qué mierda dices? Yo no tengo mal genio.

—Uy sí, eres un pacifista amante de las personas. —Te burlaste de mí a la vez que tirabas un beso al aire—. Es broma, amor. Me hablaron un poco de cómo eras al entrar a la UA, y de cómo fue que empezaste a cambiar mientras pasaba el tiempo —decías eso jugando con la comida en el plato. Tu mirada parecía ida, pero sabía que estabas pensando en algo bueno, tu sonrisa involuntaria te delataba.

Ese semblante tan carismático tuyo ahora no existía, solo estaba tu tranquilidad y mi silencio. Aunque ninguno hablaba, tampoco había necesidad. En ese momento éramos dos personas disfrutando de la presencia del otro, dos personas disfrutando del amor del otro. Nada más.

—Oh, sí. —Me miraste como si una idea se hubiese creado en tu cabeza—. Hoy es la lluvia de estrellas, las Oriónidas se podrán ver. Aunque dicen que las nubes van a estorbar un poco —susurraste lo último con preocupación, dejaste ese rostro triste de lado y tu alegría volvió—, pero seguro se verán igual. Así que, ¿Por qué no subimos a la azotea y las vemos juntos?

Dejé el plato ya vacío a un lado, apoyé mi cabeza en mi mano y me encogí de hombros despreocupado.

—Como sea —respondí ante tu pregunta. Tu mirada brilló por un segundo, dejando ver tu felicidad. Buscaste mi mano libre y la tomaste, entrelazandola con la tuya.

21 Maneras de decir «Te Amo». [Bakugou Katsuki | BNHA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora