XLV.

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draco malfoy

El silencio que, Diana pensaba que le iba a provocar una tremenda sensación de terror al escuchar que se debían integrar en el Bosque Prohibido como castigo por la escapada del día anterior, le había llenado de otra emoción muy distinta.

Se trataba de la incomodidad, pero dudaba que eso tuviese que ver más con el lugar o la hora, sino con las personas con las que se encontraban.

Hermione, Neville, Draco, Harry y ella habían tenido que separarse en grupos, y, con su suerte, a la Weasley le había tocado la dulce compañía de Harry y Draco, además del cariñoso perro de Hagrid, Fang, que se había lanzado sobre ella al verla, ya que no acostumbraban a encontrarse y, aparentemente, el animal le había cogido algo de aprecio.

Hagrid les había explicado la misión, que era encontrar un unicornio que, teóricamente, debía estar herido en algún lugar de los alrededores. Diana no tenía muy claro que ese fuera un trabajo para niños de primer curso, pero su comentario sarcástico había pasado desapercibido.

Cuando Hagrid se aseguró de que los alumnos sabían el encantamiento que debían hacer para que unas chispas alumbrasen el cielo oscuro y le avisase del peligro si es que veían cualquier cosa que pudiese herirles, les dejó marcharse por el camino de la derecha, sumidos en el silencio incómodo que aún se mantenía.

Como Diana mantenía la mirada en el suelo, para no caerse, además de para no mantener contacto visual con ninguno de los presentes, no se dio cuenta de que Harry y Fang se habían adelantado hasta que levantó la vista y se encontró con que tan solo el rubio estaba en su campo de visión.

El chico esquivaba ramas o las levantaba con su mano para que no chocarse con ellas, y Diana se encontró mirándole fijamente durante demasiado tiempo. Los ojos de Malfoy se movieron hacia ella, y la pelirroja se dio prisa por divertir los suyos hacia otro lugar.

Notó como Draco la miraba antes de suspirar.

Fue claro para ella, entonces, que ambos estaban tan incómodos y tan ansiosos por comenzar una conversación como el otro. 

Así que ella se armó de valor y soltó unas palabras de las que sabía que se iba a arrepentir.

—Lo siento.

Draco la miró de inmediato, con los ojos muy abiertos. Diana vio como fruncía el ceño, realmente sorprendido.

—¿Qué?

Diana no supo por qué se sonrojó, pero esperaba que la oscuridad y las sombras entre los árboles no le permitiesen al rubio notar aquel detalle.

—He dicho que lo siento —repitió ella, algo más alto.

Hubo un pequeño silencio, y Diana se vio incapaz de mirar al chico a los ojos. Le había costado muchísimo decir aquello, y el miedo a que sus palabras fuesen rechazadas por Draco la sorprendieron en cierta medida. No sabía que le importase lo que pensase él de ella pero, aparentemente, lo hacía. Y se acababa de dar cuenta de ello.

Sin embargo, el Slytherin no le contestó de mala manera, y tampoco se rió de ella por creer que él la podía perdonar. Habló con un tono de confusión que Diana no logró entender.

—¿Por qué?

—¿Por qué va a ser? Te pegué en la cara, Draco, pero no lo suficientemente fuerte como para que el estrés post-traumático te provocase amnesia.

Draco sonrió de lado.

—Diana, insulté a tu familia. Me lo merecía. No tienes que pedir perdón.

—¿Ah, no? —Diana abrió mucho la boca— ¡No, claro que no! Es más, tú me tendrías que pedir perdón a mi —concluyó Diana, agarrando a Draco para frenarlo. De repente, se encontraba muy enfadada.

—Lo siento, Di. Sé que lo que hice está mal y no te voy a pedir que me perdones, yo no me perdonaría —continuó caminando.

Aquella respuesta no fue satisfactoria para la pelirroja, sobretodo porque no parecía muy sincera, a decir verdad.

—¿Lo sientes de veras?

Draco se volvió a parar.

—Sí.

—Por supuesto. Pero no quieres que te perdone.

Se dio la vuelta.

—No.

Diana apretó los puños y se acercó a él, su cara roja. Esta vez era por un motivo diferente.

—¡Porque lo vas a volver a hacer! —acusó. Draco no rebatió su argumento— Sabes que está mal, lo sabías antes de decirlo. Pero lo vas a volver a hacer. ¿Por qué?

Draco bufó, dándose la vuelta mientras decía:

—No sé a qué te refieres.

Diana no le permitió marcharse. Le agarró de un brazo, girándolo con un leve movimiento.

—Sabes a lo que me refiero —dijo—. ¿Por qué?

Draco suspiró. Se encogió de hombros.

—Es lo que hago —contestó.

Diana estaba a punto de explicarle por qué su respuesta no tenía ningún sentido cuando Harry gritó su nombre desde más adelante, haciendo que los dos Slytherins echasen a correr en su dirección apresuradamente.

***

En el siguiente capítulo se prende.


❛i. venomous❜ harry potterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora