XLVI.

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draco malfoy & harry potter

Cuando los dos Slytherins llegaron al lugar desde donde Harry les había llamado, el chico se encontraba paralizado, mirando fijamente a algo más allá, que Draco y Diana, más preocupados por el estado del de pelo azabache, no vieron hasta que le preguntaron que le pasaba y el Gryffindor señaló lo que le había llamado la atención.

Diana abrió mucho los ojos al verlo, que se le llenaron de lágrimas en un instante. Aquella imagen era la más delicada y, a la vez, violenta que la pelirroja había presenciado nunca.

Era como ver un ángel caído, con las alas esparcidas, habiendo fallado a su dueño, enviándole de cabeza al suelo y a una muerte segura.

En vez de un hombre alado, se trataba de un precioso unicornio, de un blanco tan puro que casi iluminaba la noche oscura. La sangre que decoraba sus largas y esbeltas patas, esparcidas antinaturalmente en ángulos extraños, era casi tan brillante como su pelaje, y Diana supo que, como nunca había visto algo tan hermoso, tampoco lo vería nunca. Aquella imagen era difícil de igualar.

Mientras se cubría la boca, devastada, Diana sintió la mano de Draco apoyarse en su hombro a modo de consolación, y vio a Harry acercarse a la criatura.

Diana estaba demasiado ocupada sumida en sus emociones como para verlo, pero Draco notó en seguida como un arbusto, cerca de Harry, se agitaba.

—Harry —llamó él entonces, su voz temblorosa.

Harry, más sorprendido por Malfoy utilizando su nombre de pila que por la delicadeza inusual de su voz, le miró. Luego, él y Diana siguieron la mirada del rubio hasta ver algo que les hizo retroceder de inmediato.

De entre el arbusto, se arrastró una figura encapuchada, acechándoles como si fuesen sus próximas víctimas (porque a Diana no le fue muy difícil adivinar que había sido aquel antropomorfo el asesino de su ángel caído).

Draco, instintivamente, caminó hacia atrás con rapidez, llevándose a Diana consigo del brazo. Ella estaba paralizada, y no fue capaz ni de llamar a Fang cuando este decidió marcharse para salvarse la vida.

Harry, tan quieto como Diana, se había quedado unos metros más cerca y, cuando la figura se le acercó, chilló de dolor, tocándose la cicatriz de la cabeza como si le quemase.

Diana, apurada, viendo la cercanía del atacante y su amigo, caminó hacia adelante. Draco, sin embargo, tiró de su brazo, impidiéndole continuar.

—Diana, no. Vámonos —susurró, no queriendo llamar la atención del desconocido.

Ella se giró, algo molesta, pero su expresión se relajó al ver el verdadero terror pintado en los ojos del chico. Con su mano izquierda, separó la de él de su brazo, y le dijo, en el mismo tono que él había usado:

—Vete, Draco.

Y, así, con una rapidez y decisión que le hacía parecer invencible ante los ojos del rubio, se interpuso entre Harry Potter y la figura, con su varita en mano.

—¡Aléjate! —gritó, amenazante, los quejidos de Harry sonando, aún, de fondo.

Entonces, Diana creyó ver algo familiar entre la capucha, y se distrajo.

La figura habló:

—Tú —dijo.

Y, de entre su vestimenta oscura, salió una mano, pálida y de uñas largas, que se acercó a Diana, quien separó los labios una vez más, su voz sonando aterrorizada.

—¡He dicho...!

Pero no pudo repetir lo que había dicho porque, a una velocidad casi imposible, la mano le agarró, haciéndola atragantarse en sus palabras, literalmente.

Pronto, Diana se encontró flotando en el aire, sujeta por el cuello y tratando de respirar como pudo.

Entonces, algo incluso más extraño que todo lo anterior sucedió. Diana creyó ver algo.

Rojo, era todo rojo. Quemaba. Era como si los poros de su piel estuviesen en llamas. Era como si ella estuviese en llamas. Era como si se estuviese derritiendo. Le dolía. Mucho. Tanto, que Diana creyó que habría sido mejor morirse. O haberse ido y dejar a Harry atrás. No sintió remordimiento por aquel pensamiento. No pudo, porque tan solo pudo sentir dolor.

Levantó sus manos, rodeó el brazo que la sostenía en el aire e hizo lo único que podía hacer en una situación como aquella.

Gritó. Gritó con todas sus fuerzas.

Luego cerró los ojos. Y ya no gritó más.

No supo cómo ni por qué, pero algo provocó que el villano le soltase, haciéndola caer al suelo con un golpe seco. Diana lloraba. Sus lágrimas escocían en sus mejillas, como cuando tratas de mojar una quemadura grave. O piel en carne viva.

Se retorció en el suelo del bosque durante lo que le pareció una eternidad antes de armarse de valor para abrir los ojos. Sobre ella, se asomaba el rostro preocupado de Harry Potter, que fue acompañado, pronto, por el de Draco Malfoy, con los ojos muy abiertos. Diana no miró al segundo. No supo por qué, pero el lugar más seguro en aquella pesadilla, lo pudo encontrar en los ojos de Harry, a los que miró fijamente tras sus gafas redondas.

El dolor disminuyó, pero estaba muy lejos de desaparecer.

—Haz que pare —susurró ella, débil—. Harry, haz que pare.

Pero el dolor no llegó a parar.

***

Si alguien ya se ha terminado la segunda temporada de 13 reasons why que me hable, por favor. Necesito alguien con quien llorar, gracias.

❛i. venomous❜ harry potterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora