LVI.

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draco malfoy y pansy parkinson

El tiempo restante que le quedaba a Diana en Hogwarts pasó como un sueño tedioso, en el que la pelirroja no tenía el control de lo que pasaba, y tan solo veía el resto del mundo entumecida, como si ella no fuese parte de él.

Unos días se mezclaron con otros, y todo parecía ser un ciclo vicioso oscuro.

Diana no hablaba con Pansy, pero la chica la perseguía y trataba de hacer conversación en vano, con preguntas que Diana respondería con palabras monosílabas y una sonrisa caída en sus labios.

Draco Malfoy trataba de hacer contacto visual con ella más de lo normal, pero Diana tenía otras prioridades en aquel momento.

Además, Gryffindor había ganado la Copa de las Casas. ¿Cómo no? Es cierto que Dumbledore le había dado puntos extra por su valentía, pero también se los dio a Neville Longbottom. Diana no tenía ni idea de lo que había hecho el Gryffindor asustadizo, pero se alegró por él al ver su cara entusiasmada.

Las ojeras en el rostro de Diana se hacían cada vez más pesadas, ya que la chica trataba de mantenerse despierta lo máximo posible por las noches, por si acaso.

Fue la noche anterior a su partida de Hogwarts hacia su casa, cuando aquella táctica no funcionó, y la chica acabó cayendo en los brazos de Morfeo, quien no tenía pensado dejarla descansar por mucho tiempo. En mitad de la noche, la Weasley se despertó de un sobresalto, y se apresuró a levantarse de la cama. Miró a Pansy, pero su amiga estaba inconsciente.

Así, se cubrió con su jersey y salió de las habitaciones en un apuro, tratando de recuperar el aliento que su pesadilla le había arrebatado.

En su camino despistado, no fue capaz de notar que había alguien al girar la esquina hasta chocarse con él, teniendo, así, que retroceder a toda prisa.

Tragó saliva.

Frente a ella, el profesor Snape se cruzaba de brazos, y la miraba con ojos brillantes, que se suavizaron una vez notó el estado de la pelirroja.

—Señorita Weasley —dijo, con voz curiosa—, ¿qué hace afuera a estas horas?

—Nada —dijo Diana en seguida, negando con la cabeza—. Tan solo necesitaba... compañía —dijo lo último por lo bajo, pero el profesor de pociones pudo escucharla perfectamente.

—¿Compañía? —repitió, frunciendo el ceño— ¿De quién?

—Mis hermanos —contestó ella, y se aclaró la garganta—. Fred y George.

Snape asintió lentamente.

—Bueno, las normas siguen siendo las normas —dijo—, no importan las circunstancias.

—Por supuesto —Diana se dio la vuelta—. Volveré a mi habitación.

Derrotada y arrastrando los pies, se hizo paso por los pasillos hasta la sala común de Slytherin, con un nudo en la garganta al pensar en irse a dormir una vez más.

Una vez de vuelta en su habitación, le echó una mirada acusatoria a su propia cama, como si fuese su culpa, cosa que era absolutamente ridícula. Sin embargo, se negó a echarse en ella, y se hizo paso hasta el armario, para deshacerse de sus prendas de pijama y vestirse con el uniforme de su casa.

❛i. venomous❜ harry potterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora