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¡Hola, chicx que viene a stalkear mi vida! Soy Martino Castro, pero díganme MC. Soy un otaku virgen promedio, re normal.

Voy a la escuela con mi amiguita de la infancia, “Sandra Yáñez”, pero le gusta que la llamen “Sayori”, idk.

La pendeja siempre llega tarde. De camino a la cárcel escuches unos gritos.

—¡MC! ¡MC! ¡Espérame, que o si no te castro!

Lo último me conmovió, así que, bueno, la esperé. Cuando llegó la reprendí como el buen amiguito que soy.

De camino, íbamos hablando super casual, de la vida, qué hacemos en este mundo, por qué la pirámide illuminati es tuerto, y cosas así. De repente me sacó un tema que no era mi favorito.

—Oye, MC.-escuché que me dijo.-¿Ya elegiste a qué club unirte?

—Sayori, déjate de joder, como si no tuviéramos suficiente con las 3.502 horas que pasamos en la escuela, como para tener que quedarme hasta más tarde.

—¡Pero me lo prometiste, idiota!-Ah, se cabreó.-¡Si no lo haces te juro que te rompo toda la cara y te cuelgo!

—Ok, ok, ya, cálmate.-tuve que acceder.-Bueno, no sé, voy a unirme al Club de los Ociosos, ¿te parece?

—Aaaah, que eres mala leche.-términos raros que usa esta tipa.

Llegamos a la escuela. Pasaron 3.498 horas, y de repente Sayori se me acercó.

—¡MC!-me dijo sonriente.-¡Se me ocurrió una maravillosa idea!

—¿Usaste tu cerebro? Eso sí que no me lo esperaba.-le dije semi somnoliento, echado en la mesa.

—¡Eres bien pinshe cruel!-lloriqueó. Me acordó a las lolis que hay en los animecitos gays que veo.-No, la idea que se me ocurrió fue que te unieras a mi club.

Era cierto, Sayori era partícipe de un nuevo club de literatura o kcyo.

—No sé leer.

Me pegó.

—Bueno, ya, un poquito.-le contesté.-Pero Sayori, a mi no me interesa la literatura, con suerte leo en el Amino de Highschool DxD.

—Bueno... Es que...-empezó a chocar las puntas de sus dedos índices, nerviosa. Mal augurio, chicxs.-Le prometí a la presidenta que llevaría un nuevo miembro.

—Tás pendeja, no hagas promesas que no vas a cumplir.

Tomó mi brazo y me sacudió infantilmente.

—¡Pero Martino! ¡Porfavor! ¡Sé que te va a encantar!

—No.-le dije con indiferencia.-Y ya, suéltame.

—¡Pero, pero mi amiguita hizo cupcakes!

Y como soy un cerdo de porquería, accedí. Así, vendí mi alma por un cupcake.

Doki Doki Psychic Club。Donde viven las historias. Descúbrelo ahora