Desesperado

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Los días desde ese día, han transcurrido como siempre, rutinarios, poco interesantes, aburridos, lo único diferente es que ahora pienso en una chica, con la que intercambie solamente unas pocas palabras, unas sonrisas, y nombres, nada más. A la que todos los días he querido encontrarme de nuevo.
Ahora recordando lo que le dije esa tarde sobre el destino... ¿y si ella es destino? ¿Y si debo hacer que pase? Es decir, ¿por qué esperar encontrarmela de casualidad? Paul, ve a buscarla, esperala en la estación, invitale un café, acosala.

Ansioso en el trabajo esperando la hora de salir, al fin llega, puedo irme y me voy corriendo a la estación, el tranvía 12 va saliendo, y necesito ir a la estación 4. Me alcanzo a subir de poco, pero casi ya no llego. La busco y no, no está, espero entonces verla en la estación.

Al bajarme en la estación mis esperanzas de que en algún momento aparezca se hacen desesperantes. Me siento en una banca que me permite ver directamente al área donde se bajan las personas, veo a los alrededores, definitivamente debo parecer un loco, pero necesito verla, y aunque sea, esta vez, saber una cosa nueva sobre ella. Donde encontrarla directamente sería grandioso...

No me digas que estas acosandome... - escucho esa voz y enseguida sé que es ella.

-¿Eso parece que hago? ¿Que acaso no puedo estar casualmente en la banca de la estación en la que me dijiste te bajabas todas las tardes?

Pues, Paul, ¿no? La verdad, si, eso parece que haces. Pero, ¿por qué? ¿Tienes una pregunta de cultura general como aquella tarde? -Me dijo mostrando su sentido del humor que me gustaba.

-De hecho si, tengo otra pregunta, pero para ella necesito te tomes un café conmigo. O un jugo, o agua, o simplemente algo.

Me gusta el café, también los jugos, pero no voy a ir, aún, a tomarlo contigo, esfuérzate más, no va a ser tan fácil. -Me dijo con una sonrisa pícara, que admito, hizo que el que dijera que no, me gustara.

-Eso quiere decir que en algún momento si tomaras algo conmigo, y eso para mi es suficiente. ¿Me das al menos tu número de teléfono?

Eso tampoco puedo dartelo aún, sigue intentando, tienes cara de que te gustan los retos, y Paul, Paul, yo no soy nada fácil. -Joder, esa sonrisa, se ve demasiado perfecta, es como si me dice que no, pero que a la vez me dice que si.

-Entonces te voy a ver aquí cada tarde, hasta que aceptes tomar algo conmigo, hasta que me des tu número y hasta que te cases conmigo. Pero finge que no dije eso, aunque lo dije, pues, te estoy acosando, no lo olvides.

Quizá eres la persona más simpática y graciosa que me ha acosado. Tal vez mañana vaya de compras, necesito algunos artículos, ojalá al supermercado que vaya, pueda encontrar a alguien tan simpático como tú, chico psicópata del tranvía. Ahora, debo irme. Portate bien. - Me dijo todo con esa misma sonrisa, quiere volverme loco.

-Pues, ojalá mañana al supermercado vaya una chica... Mejor dicho, ojalá mañana sea yo el simpático cajero que te atienda, chica del tranvía. Cuidate, Verónica. -Le dije y solo la vi marcharse, pero al menos la vi.
Espere el siguiente tranvía para irme casa. Todo siempre parece ser un poco mejor luego de ver esos ojos, ese cabello y ahora ese rasgo nuevo que vi en ella, esa sonrisa que te invita a buscar más, aunque sus palabras digan que no obtendrás nada.
Me pierdo tanto en los pensamientos de mi vida, no solo en Verónica, que no me fijo en que momento llegue a la casa. Cuando me estoy duchando reacciono de ese viaje mental que me pegué parece que por un largo rato.

...

Pasé varios días bajandome en la estación 4, ver a Verónica se volvió una misión imposible, y, tristemente no fui el simpático cajero que la atendió en el supermercado, porque los días pasaron, y no, ella no apareció. Así que dejé de esperar que un día ella apareciese, y simplemente no me bajé más en su estación. De nuevo mi ruina volvió a ser la misma quizá menos patética que acosar indirectamente a una chica de la que en realidad no se mucho.

Ha pasado un mes y no, no soy el empleado del mes, salgo apurado del trabajo, tuve que hacer una hora extra y se me hará tarde para tomar mi tranvía. Como pude llegue a tiempo, estoy cansado y no hay asientos. Me toca ir de pie, pero solo quiero irme, no me importa como. Al pasar por la estación 4 y en lo que se detiene el tranvía, la busco, a ver si por simple casualidad ella está ahí, entonces del otro vagon y de la nada, ¡la veo! Era ahora o nunca. Como pude y antes de que el tranvía arrancara me baje y corrí un poco, no mucho, hacia ella.
-¿Crees en el destino?  -Le pregunté.

—¡Mi chico psicópata del tranvía! ¿Me estabas siguiendo? Voy a tener que mudarme si sigues apareciendo nada más. -Me respondió.

-No te mudes aún, eso debes hacerlo cuando yo sepa donde vives, para eso necesito que me aceptes la invitación. Ya que en el supermercado no pude verte.

Tú pareces un chico al que para nada se le haría difícil tener una novia, así que cuéntame, si te acepto ese café, ¿no le molestaría a una novia? -Me preguntó así nada más.

-Pues, si me aceptas el café quizá logre que un día mi novia seas tú. -Le respondí.

—¿Crees en el destino, Paul? -Me dijo simplemente dándose vuelta y siguiendo su camino.
Obviamente camine tras ella hasta quedar a su lado. Y le pregunté que cuando me aceptaría el café... Me respondió solamente con una sonrisa, se detuvo y me dijo "Cuidate, Paul". Siguió caminando y yo solo quedé allí, sin nada que decir.
Cuando se encontraba ya a varios metros la oí gritar: "Espero verte mañana, y quizá, entonces tomemos un café."

Escuchar que dijera eso causó lo mismo que la primera vez que la vi, el tiempo se volvió un inútil, se paralizó por completo.

Me fui a casa queriendo más que nada que llegase el momento de verla, y ¡ojalá que pudiese verla! No quiero pasar otras semanas más buscándola, aunque si, lo haría. Le conté a mi peludo amigo de nuevo sobre ella y lo que acontecía. No, él no es mi único amigo, hablando de eso, me llamaron un grupo de amigos para salir a por unos tragos. Hace tiempo no me doy el gusto, por ocio y vagancia nada más porque falta de tiempo no es, tengo tiempo libre como para ir con mis amigos de vez en cuando.

Pasan por mi y llegamos a lo que parece ser una fiesta de cumpleaños, conozco a algunas personas. Saludo a unos cuantos, me acerco a varios grupos, intercambio algunas bromas con otros, y así pasa una gran parte de la noche, nada especial. Hasta que entre tanta gente veo un rostro conocido, bastante conocido diría yo. Y ahí viene, acercándose a mi a saludar. Era mi ex, con la cual luego de bastante tiempo, solamente ya no funcionó.
Traía el cabello corto hasta los hombros, un look totalmente distinto a la última vez que la vi. Ropa más reveladora, era otra, era diferente.

Paul, que sorpresa encontrarte aquí, ¿como has estado? -Me saluda tan educadamente como siempre, tan inexpresiva, tan que no le importa si somos ex, todo terminó y hablarme no le causa ningún sentimiento.

-Bárbara, lo mismo digo, y estoy bien, tú que me dices? -Le respondo con la misma actitud que ella me habla, porque si, todo terminó y hablarle no me causa ningún sentimiento.

Estuvimos charlando toda la noche, tomando shots, haciendo bromas en nuestro antiguo grupo de amigos, y pasándola bien. Los tragos empiezan a hacer efecto, quizá no sólo a mi, sino a todos, pero la noche está divertida así que no nos vamos, yo no me voy.

Luego de varios shots, varios tragos, ¡en serio que ya no se quien soy yo!

PaulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora