Realidad

35 2 0
                                    

Estamos desayunando sentados en la parte trasera del carro frente al mirador, y yo no dejo de mirarla a ella, aunque tengo esta espléndida vista del pueblo. Parece se ve aun más hermosa por la mañana. Hace frio, pero tolerable. Sultán mientras tanto escarba en la tierra, juega y corre. Ella algo distraída, quizá con la vista, pero parece pérdida en su mente, en lo que piensa, y me da curiosidad verla así, normalmente callarla cuesta mucho, que no esté hablando es lo extraño. Y no, el silencio con ella no es incomodo, pero quiero saber...

—¿Piensas en que tan probable es que exista El Destino? ¿O por qué tan callada? -Le dije parandome frente a ella irrumpiendo su vista y cualquier cosa que piense.
Ella me toma de la cara y me acaricia lentamente mientras me mira y sonríe un poco.

Pienso en, ¿que vamos a hacer luego de esto? Estos días no serán eternos y cada uno debe regresar a su realidad. -Me dijo bajando la mirada, soltando mi rostro y viendo hacia otro lado.
Levante su rostro desde su mentón un poco.

—¿De qué realidad estas hablando específicamente? Yo no tengo otra realidad. Y tu realidad imagino que es Nathan, pero, ¿por qué?. Se mi realidad, o ten tu realidad conmigo.

—¿Y crees que todo será tan sencillo? ¿Y que todo será perfecto desde ahora? No quiero hacerle daño a nadie. Y Nathan se ha portado bien. Y tú te vuelves siempre tan complicado de tener...

No creo que todo será perfecto, pero simplemente intentar ser felices basta. Lo perfecto no existe, y si existiera creo que no haría feliz a nadie. Vale, sobre Nathan y yo, tienes entonces bastante que pensar.
-Me aleje unos metros y camine lento hasta las barandas del mirador y ahí solo me detuve a mirar, sin pensar en nada, sin saber que seguía luego de esto.
Se acercó a mi, tomó mi mano que estaba en la baranda, la mire y estaba sonriendome tiernamente.

Creo que, antes de pensar cualquier cosa, podemos disfrutar de los momentos que tengamos juntos, ya luego veremos ¿No crees? -Me dijo caminando hacia el carro sin soltarme y llevándome con ella.

Ya luego veremos... Está bien.
...

Unos minutos de camino encontramos una linda playa a la que decidimos ir y pasar unas horas ahí. Es genial vivir en un país con tanta diversidad en una misma época del año, y pasar de morir de frío a necesitar un baño en el mar por la magnitud de calor y eso que solamente salimos del pueblo, bajamos la montaña, no han pasado ni siquiera dos horas de camino y el clima es totalmente distinto.
Esta vez Sultán no juega con la tierra, juega en la arena, entra al mar, corre, se divierte. Mientras tanto yo, simplemente me senté un momento con Verónica a mi lado, tomados de la mano y de nuevo en silencio y aunque para muchos los silencios son incómodos, nosotros simplemente estamos disfrutando de ello.

Creo en el destino, y si estamos destinados a ser, que no lo sabemos, seremos, ¿no? -Me dice acomodándose para quedar frente a mi.

Recuerda que creo que el destino es algo que debemos hacer que suceda.

Es lo que estás intentado conmigo, ya veo... Entonces, no entiendo, ¿me crees parte de tu destino pero estarías dispuesto a dejarme ir?

—¿Y como podría retenerte? Para mi si, eres parte de mi destino, y por eso hago esto, pero no puedo mantenerte conmigo a la fuerza. Tienes que querer estar conmigo.

Y quiero, Paul, y no voy a decir que llegaste tarde, pero, hay otra persona y ahora yo debo decidir que hacer, y creo que sabes, que no es tan fácil, te tomó dos intentos darte cuenta de que querías hacerme parte de tu vida, ¿o no?

Ya quería hacerte parte de mi vida, pero si, tomé otras decisiones antes. Ya, yo te entiendo, tú tienes razón.

Ahí sentados hablando de eso y de otras tantas cosas, temas que ni al caso, simplemente conversando se pasan varias horas. Almorzamos en un pequeño restaurante frente a la playa.

Hace muchísimo tiempo no venía a la playa, extrañaba esto, el sonido del mar, la tranquilidad, la fuerte brisa. Me encanta, gracias por traerme aquí. -Me dijo mientras caminábamos por la orilla tomados de la mano. -¿Cuál es nuestra próxima parada?

Me reí con su pregunta.—Estamos en nuestra próxima parada.
Ella sonríe de una forma muy hermosa, se nota lo feliz que estar aquí la hace. Y yo me siento como idiotizado mirándola anhelando que este momento no acabe nunca, que ella no se vaya de mi lado, que ya nada nos separe aun sabiendo que la realidad cuando deba afrontarla, sería otra. Regresamos al auto para tomar algunas cosas y sin embargo la realidad parece hacerse cada vez más presente y de forma más brusca y repentina; mi padre llamando, y ya me ha dejado mensajes, no pensé que fuese nada importante. Tomo mi tlf y camino un poco para encontrar buena señal y llamar, Verónica me ve un poco confundida, o preguntándose que sucede, le pido que me espere unos minutos y me concentro en la llamada.

Me atiende muy agitado, con palabras que a penas puede pronunciar, a penas le entiendo que ha intentado comunicarse conmigo, y que algo muy grave pasó. Entre sus respiraciones desesperadas logra decirme que necesita que vaya, que algo le paso a mi madre, no supe que pensar, creo que ni siquiera pensé y solo actué por la inercia de la incertidumbre y el desespero, me sentí perdido y corrí al carro.

Sube ya al carro, Verónica, tenemos que irnos, lo siento tengo que dejarte en una parada de autobús y debo irme, no tengo tiempo.

Pero, Paul, ¿que ocurre? ¿Como me vas a dejar en una parada de autobús? Paul, ¿que está pasando? Necesito que me digas, mírame. -Me toma del rostro notoriamente angustiada pero no tengo tiempo, me suelto, cierro la puerta cuando logro hacer que se suba al carro, corro al otro lado, me subo y arranco lo más rápido que puedo.

Encontré una estación de buses cerca, la ayudo con sus cosas y la llevo hasta un autobús luego de comprarle el pasaje. Me duele un montón ver su rostro confundido, no entendiendo ni sabiendo nada pero no puedo dar explicaciones que ni siquiera yo mismo tengo.

Paul, por favor necesito una explicación, ¿Por que estás haciendo esto? ¡No puedes dejarme aquí, no seas un idiota!

Tú no entiendes, tengo que irme y no tengo tiempo de llevarte a tu casa, sube a ese autobús, ahora.

Eres un idiota, te lo juro. ¡Y también te juro que si te vas y no me das una explicación, no esperes volver a buscarme como si nada!
Me quedo en silencio, no sé qué podría decirle, no sé porque no puedo solo decirle algo...

Solo sube al autobús, Verónica. Por favor.
Me mira y siento una profunda decepción en si rostro, se suelta bruscamente de mis manos y sube al autobús. Me alejo y se pierde de mi vista entre las cortinas y los vidrios polarizados. Al ya no verla corrí al carro y tomé camino a casa de mis padres.

........

PaulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora