Desaparecida

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Verónica no respondió aquel mensaje, tampoco me llamó. Y yo si intente llamarla pero nunca respondió. Le envié mensajes simplemente saludandola, intentos fallidos también. Dejé de escribirle, no intente llamarla de nuevo. No me la conseguí, ni la busqué más en el tranvia, en la estación, ni en ningún lado. Pero si llegué a verla a lo lejos, no me acerqué, no era correcto si yo mismo quise alejarme.
Me concentré en mi trabajo, llevo cuatro meses en el, quisiera decir que me adapto pero sigo odiandolo, lo bueno es que estoy ahorrando dinero, espero poder en unos años cuando haya ahorrado lo suficiente, hacer algo que por lo menos, no me disguste los días.

Bárbara y yo estamos juntos, pero no, seguimos cada día intentando hacer de esta relación, lo que alguna vez fue. Si, hay días en los que todo parece ir bien, pero siempre son los días después de haber pasado un par de semanas lejos por creer que alejarnos unos días nos haría bien. Y si, nos hacia bien pero solo por unos cuantos días, luego, volvíamos al principio. Ya era un círculo vicioso del que no salíamos. Y esta vez no puedo culparme solo a mi y mi inconformidad, simplemente no logramos hacer que funcione y no hemos querido aceptarlo y separarnos.

Salimos con amigos, olvidamos las rutinas un poco de vez en cuando, paseamos, salimos a comer, al cine, al parque. Paseamos a Sultán, mi perro. Pero aún así a ambos, parece algo faltarnos. Inevitablemente llega el día en el que hay que tener esa conversación, la que le pone final a todo, donde nos despedimos y agradecemos el tiempo que nos dedicamos y los cambios positivos que el conocernos le dio a cada uno, porque si, los hubo. Y creo que es mejor terminar una relación en este punto, donde aún no se odia a nadie, donde sin rencores nos vamos y donde el recuerdo de cada uno no es atormentante. Donde no sentimos ser una carga negativa para el otro, pero que si nos apartamos cosas más positivas podrían llegar. Así que en una tarde luego de pasar unos 5 meses juntos de nuevo, tomando un café, sucede, le ponemos fin a lo que por tanto tiempo intentamos pero que sin culpar a nadie, no funcionó.

Así que una vez más me encuentro solo, como al principio. Mis días se van lentos, aburridos, rutinarios. Solo que ahora me voy al parque, me siento en una banca mientras Sultán juega, corre y busca cosas, o me siento en el césped, comienzo a escuchar música, y mi mente divaga mientras mi vista se pierde en ramas de árboles y en las nubes, que moviéndose lentamente en el cielo toman formas extrañas, en mis auriculares suena Paradise de Coldplay, y al menos en momentos así, nada más parece importar y lo que tengo en ese preciso instante, es todo lo que necesito.

Oye, ¿es tu perro? -Escucho a una chica decirme, sosteniendo a Sultán por la pechera y en su otra mano el tirante que sostiene a otro perro, supongo que el suyo.

-Si, es mi perro, ¿ha hecho algo? Lo siento, me distraje y deje de mirarlo por un segundo.

-Sonríe y me lo entrega, le pongo el tirante a su pechera y me levanto.- No ha hecho nada, estaba jugando con Abbey, mi perrita, y es hora de irme y no quería dejarlo solo, así que pregunté a varias personas hasta encontrar a su dueño, ¿tú eres Paul, entonces?

-Entiendo, muchas gracias, y si -Le extendí mi mano y me presenté- Yo soy Paul, gracias de nuevo. Y ¿tu nombre cual es?

Simone, y no te preocupes, no fue nada. Yo ya debo irme, pero fue un placer, Paul. Pero una pregunta, ¿sabes como llegar a la 19 con 28av? Se supone que debo estar allá en una hora pero soy terrible con las direcciones.

-Simone, pues 19 con 28... Sé donde queda pero explicarte como llegar es lo que se me hace complicado, podría llevarte si quieres, es cerca de mi casa, no tendría problema con dejarte allá.

Eso estaría buenísimo, no quiero perderme y menos sin conocer a nadie.

Así que caminamos a la estación que estaba más cerca del parque, tomamos el tranvía y la charla era amena durante el camino. Era una chica con la cual tener una conversación era sencilla, hablamos de perros, de sus manías, travesuras, etc. Hicimos comentarios sobre música, películas y libros que nos parecían interesantes. Ella era de estatura casi promedio, cabello entre castaño y rubio, ojos café, muy femenina, bastante vanidosa. Me contó que era de una ciudad cercana y que estaba aquí por estudios, es estudiante del primer año de psicología y me habló de ello y de lo importante pensaba ella, era la psicología. Entre tanta charla dijimos que sería agradable a veces encontrarnos para que nuestros perros jugaran, y nosotros ser amigos, pues ella era nueva en la ciudad y conocer a otras personas seria bueno. Intercambiamos números telefónicos y continuamos con la charla. Nos bajamos en la estación 7 que queda a unas cuadras de mi casa. La llevo hasta la 19-28av, le digo como regresar y nos despedimos ambos con una sonrisa tranquila.

Llegué a casa y el conocer casualmente a esta nueva chica me hizo recordar a Verónica, han pasado meses, ¿que habrá sido de su vida? Ojalá algún día que me atreva a llamarla, ella conteste el teléfono y poder hablar con ella. O que por algún milagro mi teléfono suene y sea ella queriendo conversar. Pero, eso no va a pasar. Me meto a la ducha y paso ahí una hora completa, se van los minutos pensando tantas cosas, que de nuevo no puedo recordar nada al final. Aunque siempre queda el nombre de Verónica ahí, paseando en mi mente.

Siguen corriendo los meses, y con Simone, tengo con quien ir a conversar de cualquier cosa mientras nos tomamos un café, o mientras nuestros perros juegan. Nos vemos frecuentemente también en el parque, y parece que nunca se acaban los temas de conversación. Me cuenta que hará en navidad, pues Diciembre ya está cerca, solo faltan unos días. Viajará a su ciudad y la pasará con su familia, creo que es lo mismo que yo haré, ir a pasarlo con mis padres, además en diciembre es mi cumpleaños, y siempre prefiero pasarlo con ellos. Mis amigos cercanos, son pocos, y ellos se llevan bien con mi familia, así que así paso mis cumpleaños, entre unos pocos amigos, mis padres, mis hermanos, abuelas, mis dos tíos y su hijo que esta pequeño. Me gusta que sea así, que no lleguen más familiares a los que veo solamente en navidad o fin de año. Nunca tengo de que hablar con ellos, y normalmente siempre estoy incomodo cuando aparecen.

Simone se vuelve cercana, es raro cuando establezco una amistad así con alguien, pues mis amigos cercanos son esos que conozco de toda la vida, ya nunca pude crear lazos como esos, pero por una extraña razón, con ella simplemente sucede. Creo que en estos meses sabe más de mi de lo que saben otras personas con mayor tiempo en mi vida, y puedo decir que sé mucho ya sobre ella, incluso hace poco tiempo pasó su cumpleaños, yo sabía exactamente lo que quería, le regalé 100 años de soledad, sé que pasó mucho tiempo buscándolo, con encuadernado empastado y en buen estado, no una simple copia actual de portada débil, fue una de las primeras cosas que me contó, nunca lo consiguió, por un misterio de la vida para mi no fue tan difícil, pase unos días buscándolo si, pero lo encontré. Para el día de su cumpleaños solo lo pasó conmigo, y su mejor amiga, le di la sorpresa, ella no sabía que iría, la pasamos bien nosotros tres, y con el libro, fue como ver a un niño abriendo el empaque de exactamente y específicamente lo que pidió para navidad. Ella simplemente esparció luz por toda la sala.
A veces me pregunto, que le hubiese regalado a Verónica, pues me hubiese encantado darle exactamente lo que quería y verla irradiando luz por todos lados. Pasan meses y es increíble como de mi mente no sale, la chica del tranvía que ahora está desaparecida...

PaulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora