Fotografías A La Felicidad

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Al pasar unas dos horas de camino, ya estamos llegando a la aldea alemana, y todo se siente fresco, el aire, las personas, todo es tranquilo, colorido, lleno de vida, árboles por todas partes con flores de colores, sembradíos de fresas, piñas, y cualquier cantidad de frutas, vegetales, etc. Es un pequeño pueblo montañoso con locales muy pintorescos recubiertos en madera. Los olores son distintos, sigues avanzando y huele a vinos, y a naturaleza en general. Las casas parecen cabañas de los Amish, las calles entre subidas y bajadas parecen te sumergen en 1940. En el centro hay una plaza con un gran reloj que indica la hora en números romanos, una iglesia que parece estar hecha de piedras y jardines hermosos con todo tipo de rosas.
Veo a Verónica fascinada con todo lo que a nuestro paso vamos encontrando.

Veronica, en mi bolso está una cámara, si algo te gusta, tomale una foto. -Le dije dándole un pequeño beso en la mano, a lo que me suelta suavemente y me acaricia con delicadeza detrás del cuello. Busca la cámara y me dice sorprendida que no puede creer que tenga una Polaroid tan vieja, a lo que le respondí que sentía debilidad por ese tipo de cosas, y que encontrarla fue un milagro. La revisa y empieza a posicionarse para tomar fotos. En cuanto me distraje escucho el sonido de la cámara y la veo en mi dirección, lo que me desconcierta y le digo:
¿Que haces, Verónica?

Dijiste, Paul, que si veía algo que me gustase, lo fotografiara. Así que sonríe. -Me dijo moviendo la foto con fuerza para que se revele y colocando cara odiosa hasta no aguantar y reirse. No le respondí nada, solo me reí. Hay veces que pequeños momentos como esos no requieren de nada más que eso, disfrutarlos en silencio.
Continúa tomando fotos y en unos minutos llegamos a un pequeño lugar donde rentan cabañas que rodean un pequeño y hermoso bosque, que más que bosque parece un jardín botánico. Se escucha el cantar de los pájaros y el clima es agradable, hace frío, pero es agradable. Nos bajamos del carro con sultán, y de la mano vamos juntos y con nuestros bolsos a pedir una cabaña para dejar nuestras cosas, tomar una ducha, descansar, y salir a comer algo y pasear.
Elegimos una cabaña con una pequeña vista a un arroyo que está cerca, se puede incluso escuchar el agua correr desde ahí. Es maravilloso. Verónica se lanza como roca en la cama, y suspira fuerte. Tomo la cámara y me lanzó yo también, quedo a su lado pero frente a ella y no hago más que mirarla. A los segundos de eso comienza a reírse con timidez, y aprovecho y tomo rápidamente una foto.

—¿Que haces, Paul? Debo estar horrible, idiota. -Me dice tapando su rostro mientras yo agito la foto para que se seque.

No estas horrible, estas hermosa, yo también vi algo que me gustó, y lo fotografie, ¿sabes que es? La felicidad en tu rostro. Y todos estos días voy a tomarle fotos a la felicidad.

Entonces, ¿en todas esas fotos estaré yo? ¿Yo soy tu felicidad? -Me dijo con una sonrisa muy pícara, segura de sí misma, y colocándose frente a mi.

—¿Crees en el destino, Verónica? -Le dije acomodandome para descansar y ella solamente se recuesta a mi pecho, la rodeo con mis brazos y no sé en que momento nos quedamos dormidos, pero así fue y así pasaron varias horas, creo que jamás había dormido tanto, y estoy seguro de que ella tampoco. Varias horas después desperté y ella seguía dormida. Ya daban casi las 2pm. Tomé un folleto de un restaurante que estaba cerca en el que ofrecen entrega a domicilio, pedí el almuerzo y varios postres, también leche y galletas. Y para cuando todo llegó, Verónica aún dormía plácidamente. En la pequeña mesa de la cabaña que está frente a la ventana que da vista al arroyo y las montañas acomode la comida. Fui y con cariños y como un niño desperté a Verónica.

—¿Que pasa? -Me dice despertando lento y acariciando mi mejilla.- ¿Me tienes otra sorpresa?

Bueno, no tengo otra sorpresa pero tengo comida, ¿que te parece eso? -Le dije acomodando su cabello detrás de su oreja.

Eso ha sido lo más lindo que he escuchado al despertarme. -Ambos nos reímos como niños tontos de eso, pues cuando se trata de comida, ella deja bien claro que es lo que más le hace feliz.

Ambos nos sentamos a comer, comimos despacio, disfrutando de la vista, de nosotros, de cada bocado y la charla. Me dio sus puntos de vista referente a temas de la actualidad, la política, la religión, y otros temas básicos para conocer cada aspecto de alguien, le hable de los míos, en varios coincidimos y en varios otros discrepamos. Pero nada más maravilloso que encontrar alguien con quien puedas coincidir y también discutir, pero que nada de eso pueda cambiar lo que sienten, pues las diferencias entre cada quien son importantes. Teníamos canciones en común, géneros también, otros no tanto, quizá porque no me adapto aún al rap y ella si parece entenderlo bastante, y yo la entiendo a ella porque son letras con sentido, por lo que no me extrañó hubiesen canciones de ese género que le gusten. Pues es una persona con mucha consciencia social, que apoya todo lo que transmita un mensaje. En un punto nos encontramos hablando de los Beatles y aunque suene a cliché, ella para nada lo hizo sentir así, pues yo nunca había encontrado a alguien que pudiese viajar conmigo escuchando Lucy in the Sky with Diamonds. Luego de eso ambos nos alistamos después de una ducha para ir a pasear por la aldea.

...
Dan las 7pm, de noche es todo mucho más hermoso.
No dejo de tomar fotos de ella mientras mira los lugares más bonitos, la sorprendo, no dejo que pose seguido, y las fotos salen aun mejor, creo que podría dedicarme a fotografiar sus distintas sonrisas, sus miradas y jamás aburrirme. Tomo otras varias de los dos juntos de forma espontánea y sin pensarlo mucho, ella las sacude, las mira, a todas dice que es su favorita, las guarda en su bolso y continuamos caminando, comprando dulces típicos y todas esas cosas de turistas. Fotografías con monumentos, con árboles iluminados con bombillas de colores y otras tantas cosas.
Nos sentamos en un pequeño restaurante al aire libre rodeado de flores de distintos tipos y colores, iluminadas también con bombillas, el cielo despejado, perfecto para un lugar mágico. Niños que juegan, parejas felices, todo parece un cuento. Le sigo tomando fotos y ya empieza a amargarse porqué según ella, esta horrenda para fotos, lo cual no me puede parecer más un disparate porque la miro y no dejo de ver a la más hermosa mujer que en mi vida he podido ver. Y quizá mi sonrisa estúpida hizo que se diese cuenta de mis pensamientos y toma mi mano por encima de la mesa y de la manera tan espontánea me acaricia, me quita el cabello de la frente echandomelo hacia atrás, y si me sigue mirando de esa forma, seguro vengo y me pego un viaje astral en esos ojos.
Despues de una cena tan bonita, decidimos ir y sentarnos a una banca en el mirador, era espectacular ver todo el pequeño pueblo y su arquitectura, cuanta cultura en un solo lugar. El frío comienza a ser muy fuerte, y aunque estemos muy bien abrazados termina por ahuyentarnos luego de un rato charlando.

Compramos mucho chocolate caliente y caminando un poco rápido porque cada vez hace más frio llegamos a la cabaña y luego de encender la calefacción nos sentamos en el sofá a llenar nuestras panzas de todo el chocolate que hemos traído.

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PaulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora