Quiebre

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Ha pasado un mes y mi madre aún no despierta tras recibir un fuerte golpe en la cabeza. Iba conduciendo camino a casa cuando repentinamente convulsiona, pierde el control del carro y choca contra una pared de concreto sólido.
Los doctores dicen qué hay posibilidades de que reaccione, con fuertes daños cognitivos o no, pero sin un tiempo estipulado. Esta ahí, dormida, quizá sólo intentando o no despertar. Quizá pasan cosas en su mente, o quizá todo esta oscuro ahí. Tengo un montón de dudas que aún nadie responde, tengo un fuerte dolor en el pecho permanente desde que vine y encontré a mi madre en una camilla entubada. Tengo el alma rota de pensar en el simple hecho de que existe una posibilidad de perderla. La vida no puede ser lo mismo ahora, no podría ser lo mismo después si eso pasa.

—¿Que crees, que esté soñando? ¿Un largo sueño de un mes o pequeños episodios? -Pregunta mi padre interrumpiéndome a mi de mis pensamientos.

La verdad tengo las mismas dudas que tú, y no quisiera ahora hablar de eso. Lo siento. -Le dije solo retirándome un poco y yendo a tomar aire.

Así mismo transcurrieron muchos días, semanas, mi madre no despertó, y su cerebro simplemente se detuvo, su corazón también. Y lo dije, la vida no fue lo mismo, y si esto pasaba, tampoco ya sería lo mismo...

Me estoy quedando con mi padre, y mis hermanos, quienes a penas pueden regresar al colegio, a los que trato de motivar a estudiar aunque la tristeza los inunde, y a mi también, pero que no lo sepan. Que es evidente que todos estamos rotos, pero que al menos alguien pueda simular seguir adelante, y parece que me toca ser ese. A mi padre a penas lo veo salir de su habitación un par de veces por día. Quizá se vienen meses muy duros, espero que no años.
Conseguí un empleo aquí cerca en un taller mecánico como ayudante, ahí gano lo Justo para ayudar con la comida y mis cosas. El resto lo cubre la pensión de mi padre y el seguro de mi madre. Trato de pensar lo menos posible, trato de concentrarme en los oficios de trabajo que me tocan ejercer. Trato de perderme en canciones que no me recuerden a nadie pero si terminan recordándome a alguien...

Así transcurren algunos meses, y nada aún es lo que era, pero al menos mi padre ha decidido volver al trabajo. Mis hermanos empiezan a mejorar en la escuela y yo al menos ya no tengo tanto dolor incrustado en el pecho extrañando a mi madre, pero ¿saben en quien pienso para torturarme a veces? Verónica.
Luego de desgastarme pensando por qué motivo pasó todo esto, le agregó el desgaste de pensar en Verónica y en cómo la perdí. En qué estará haciendo ahora y en cómo estará, quizá esta mejor, yo no le hago bien a nadie.

Llego una tarde a casa y mi padre me dice que tengo visita, no sé quién podría ser, ya mis amigos deben estar cansados de mi y si alguno de ellos fuese, solo van como perro por su casa.

—¿Barbara?

Ha pasado tiempo, lo sé, pero a penas me enteré y, lo siento tanto, cariño. -Me toma entre sus brazos y me abraza. Por algún motivo que desconozco me pierdo en ese abrazo y siento que gran carga se va de mi.—No voy a preguntarte cómo estás, quiero que lo que me digas sea todo lo que sientes en el momento que te sientas listo, estoy aquí, para ti. -Me aferre otra vez a ese abrazo y simplemente puse todo el dolor que sentía en ese momento ahí, para descansar.

Y fueron días en los que continuó pasando eso, tenia sus manos que secaban mis lagrimas y sus brazos que me sostenían porque ya fui El Fuerte al principio, y no tuve oportunidad de sacar todo esto yo. Era mi momento de liberarme de todo y sacar y dejar ir, y continuar. O eso tratar.
Pero no es tan fácil sólo arrancarse penas del alma y culpas de la mente.

—¿Quieres contarme sobre la chica? -Me pregunta Barbara y me confunde un poco.

—¿Como sabes sobre ella?

Tu padre me contó que estabas de viaje con una chica cuando todo pasó.

Si, genial, estuve de viaje mientras mi madre tenía un accidente que causó su muerte, ¿te parece que quiero hablar de eso?

Me parece, Paul, que tienes que hablar de eso. Mira, me importas, y soy tu ex, pero realmente parece que extrañas a esta chica. ¿Cuando vas a llamarla?

No quiero hablar de esto. No es el momento, ¡mi madre murió, Barbara! ¿Crees que debería estar pensando en un romance?

Paul, tu madre murió hace un año. No han celebrado más una fiesta, no han cenado ya como familia, no han continuado sus vidas, y se que suena cruel pero murió tu madre, no murieron ustedes. Y estás simplemente dejando aquí tu vida perderse, llenándote de lamentos inoportunos porque te quiebran más de lo que estás y no haces nada por salir adelante. ¡Tu madre, donde esté, no se sentiría bien sabiendo que ustedes no hacen más que lamentarse y ser desdichados! -Escucharla y verla decir todo eso fue como un baño de realidad, como el agua fría para despertar. Como quitar una venda que me puse para esconderme de lo que seguía y solo seguir mirando a través de los lamentos y el dolor.—Tus hermanos evitan algo que los haga feliz porque cargan con la idea de que si por un momento son felices están traicionando la memoria de su madre, ¿es así como quieres que crezcan ahora? Solo porque ven a su hermano hundido en una tristeza que cree que no demuestra. Y aunque tu padre haya vuelto al trabajo, también siente culpa por sentir que continúa, no seas partícipe de eso, así que haz algo mejor por ti y por todos y ya deja de lamentarme. Llama a esa chica, haz algo mejor con tu vida, y sigue adelante, chico.

Esta mujer hizo un curso de guía espiritual o algo por el estilo y llega aquí con todo ese balde de agua fría sobre mi para despabilarme, o ¿que carajos?

Tomo mi teléfono, y marco el número de Verónica.
Ella me dijo que no regresara, ¿lo sabes?

No creo que si le explicas que ha pasado siga queriendo no saber de ti.

Claro pero para eso necesito que me conteste el teléfono y van tres intentos y ¡no me contesta!

Ve a buscarla.

Barbara, ha pasado un año...

Han pasado años y yo estoy aquí y peor aún, dándote consuelo, ánimo, y apoyo para que busques a otra mujer, no me hables de tiempo y razonamiento. -Dice levantándose de la mesa en donde estábamos sentados y saliendo al porche.

Barbara, ¿por qué estás aquí? -Le pregunte al ir tras ella hacia el porche.

No lo sé, Paul, solo quise ayudarte a estar feliz, sin importar si evidentemente no será conmigo. Vayamos a La Ciudad por favor, y busquemos a tu chica.

Quedé totalmente en blanco, no tengo aún ni siquiera comentarios que emitir desde eso.
Pero puedo contarles que voy a regresar.

Al pasar unos días y luego de tomar mis cosas, subí a mi auto y con esperanzas de que todo estuviese mejor, decidí arriesgarme, conducir a la ciudad para buscar a Verónica, y recuperar lo que quede de mi vida.

...

PaulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora