Clarke Griiffin tiene 23 años, estudiante de idiomas en una universidad privada, no quiere saber de sus padres, tiene gran resentimiento por el daño que causaron a su vida. Alexandria Woods es de familia humilde, trabaja en una fabrica para pagar su...
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Lexa
No sé cuántas sean las probabilidades de volver a encontrarse con alguien en un autobús en una ciudad que tiene cuatro millones de habitantes, pero lo cierto es que he sido testigo de que existen, dos días después de ver a la chica rubia hermosa en la nueva ruta me la encontré de nuevo ayer, al pasar el transporte por mi paradero venia prácticamente vacío y me pude sentar a su lado en tanto iba a casa, la observe todo lo que se me antojo, que preciosa era, su rostro, sus labios, su perfil y esos maravillosos ojos que te dicen tanto silenciosamente. Por un momento me sentí una espía al irrumpir en ella sin que lo notara, de pronto note como sus ojos se llenaron de lágrimas y mi corazón se encogió, pude sentir su dolor tan cerca de mí, nunca me había pasado esto con una persona desconocida, sus lágrimas rodaron por las mejillas, quise limpiarlas y abrazarla para que no llorará pero seguramente se hubiera asustado. Lo único que se me ocurrió fue decirle lo que sentía y pensaba de ella en esos momentos de una manera silenciosa, así que lo escribí en una nota de mi libreta, cuando nos aproximamos a su paradero de destino se la entregue rápidamente, diciéndole que le pidiera a alguien que se la leyera, me dio las gracias y la guardo en su bolsillo.
Es posible que no la haya leído, pudo olvidarse del asunto y quizás la nota este en la basura en este momento, o tal vez la vio y le resulto un curioso evento sin ninguna implicación. No lo sé pero lo cierto es que por casualidades de la vida hoy he abordado el autobús exactamente a la misma hora de ayer y la he encontrado de nuevo, la misma situación solo que dos filas más atrás, camino hasta el fondo y por un momento dudo si será buena idea sentarme a su lado, finalmente lo decido y lo hago.
Una vez más la miro, pero mi tentación de hablarle es muy grande, pasan 15 minutos y al fin tomo valor
- Hola, ¿cómo estás? – veo como se dibuja una hermosa sonrisa en su rostro-
- ¡Hola! ¡Tú eres la chica de la nota! – no puedo creerlo ¿cómo ha hecho para reconocerme?, siento el impulso de salir a correr-
- Eeee si soy yo, ¿Cómo estás?
- Mucho mejor el día de hoy y muchas gracias por tus lindas palabras – lo decía con tanta sinceridad y transparencia en su expresión-
- Qué bueno saber que ya no tienes motivos para llorar hoy – fue lo único que pude decir, no entendía porque me sentía tan nerviosa-
- Es que ese día me había caído saliendo de la universidad y me lastime mucho una rodilla y eso me tenía triste, ser tan tonta que no puede evitar caerme, hay días que todo es más difícil –lo decía en tanto se tocaba la rodilla que creo se había lastimado-
- Si te entiendo hay días que son pésimos, pero ya estas mejor del golpe?
- Claro que sí, mucho mejor –y realmente se veía diferente su rostro, lo que ella no sabía es que con esta era la tercera vez que la veía-
