Clarke Griiffin tiene 23 años, estudiante de idiomas en una universidad privada, no quiere saber de sus padres, tiene gran resentimiento por el daño que causaron a su vida. Alexandria Woods es de familia humilde, trabaja en una fabrica para pagar su...
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Lexa
Cuando su mano busco la mía en el momento que las luces se apagaron y comenzaron los aplausos me quede paralizada y una corriente me recorrió todo el cuerpo, Clarke me hacía sentir tantas cosas que me estaba asustando, pero luego esa hermosa frase que creo haber entendido me tranquilizo "Estou feliz em compartilhar este novo caminho com você, obrigado por vir para a minha vida", más que las palabras sino la forma como lo dijo, sentí que con ellas me acariciaba.
La observaba en la penumbra, su hermoso perfil, su cara angelical, nunca en mi vida había estado en un concierto de música clásica, yo era más bien un ser simple, sin conocimiento o gusto por estos temas, pero estar aquí a su lado me parecía una experiencia fantástica. En un momento de gran intensidad en la interpretación vi rodar varias lagrimas por las mejillas de Clarke y me preocupe, quizás recordaba algo doloroso de su vida o simplemente de esta manera vivía la música, estuve tentada a retirar sus lágrimas pero ella se anticipó limpiándolas rápidamente con el dorso de su mano.
Estaba emocionada, teníamos algo así como nuestra primera cita y había ahorrado dinero para poder invitarle a comer algo al finalizar, hubiera querido que fuera a un restaurante bonito y elegante pero hasta allá no alcanzaban mis finanzas, así que pensé que quizás me acompañaría a comer una hamburguesa a un lugarcito cerca de la universidad que era una vieja casona, donde se podía conversar y escuchar algo de música, pero quizás no aceptaría, seguramente me diría que nos fuéramos puesto que mañana era día de estudio y trabajo.
No conocia ninguno de los artistas del recital pero ella al parecer si, los nombres de Yann Tiersen y Ludovico Einaudi me resultaban desconocidos, al finalizar cuando el público se levantó y aplaudió con gran emoción a los pianistas Clarke no dejaba de sonreír-
- Es un sueño haberlos escuchado interpretando, los admiro mucho y nunca pensé que fueran tan increíbles en persona.
- Realmente lo fue – en tanto seguíamos aplaudiendo-
De pronto todo se silenció y todos comenzamos a salir ordenadamente, sentí la mano de ella posicionarse en mi hombro, seguramente de esa forma le resultaba más fácil ascender las escaleras que llegaban a la salida del auditorio, su cercanía me resulto muy agradable, al llegar a la puerta de nuevo tomo mi brazo, poco a poco había tomado habilidad para guiarla, al punto que no tenía que ayudarse de su bastón cuando estaba a mi lado.
- Ha sido una noche mágica Lexa, me he sentido muy feliz, aunque por un instante muy conmovida.
- Me alegro mucho que lo disfrutaras, ¡tienes hambre? ¿Puedo invitarte a comer algo?
- Muchas gracias, claro que tengo hambre, no sabía que era una cita completa con cena incluida- escucharle decir eso me hizo tropezar y también ella trastabillo, ¿una cita? Ay Dios no debería hacer esas bromas, mi corazón es débil-
- Perdona, no vi el desnivel por eso casi caemos, te iba a decir que es una comida sencilla, solo una hamburguesa, ¿estaría bien para ti?
- Esta perfecto, en tu compañía todo los planes son muy agradables.
